Después de su ultimo disco, Playa, y otros tantos que lleva a su espalda, mAthe, de nombre Ángel Carrascal, nos ha sorprendido esta vez con su nuevo LP, Puzle. Un viaje festivo en el que el protagonista se enfrenta a sus monstruos personales y nos guía, entre luces de neón, flashes y confeti, a través de un vendaval de hip hop contemporáneo mezclado con electrónica de vanguardia, pop refrescante, sintetizadores imposibles y atmósferas ochenteras. Y por si fuera poco, el artista no solo destaca por su ascendente carrera como compositor, vocalista y productor, sino que también ha desarrollado una amplia trayectoria en el ámbito del street art, la pintura y la fotografía.
Antes de empezar, cuéntanos un poco sobre ti. ¿Quién es Ángel y quién es mAthe?
Ángel es un chico normal que, tras varios años dando vueltas por el mundo, acaba de establecerse en Madrid para, entre otras cosas, centrarse un poco y petarlo todo lo posible con su música. mAthe es el rapero que ya no soy, el sello que lleva todo lo que produzco creativamente y el nombre para fliparme más aún de lo que lo hago en el resto de facetas. Básicamente, lo que los gilipollas llaman personal brand pero circunscrito al terreno artístico.
En el tema Neopreno cantas: “Por fin maté a mAthe”. ¿En qué se diferencia Ángel Carrascal de su alter ego musical?
Ángel Carrascal te diría que en todo. mAthe te diría que en nada. Pero como ya no existe, no puede responder a esta pregunta.
Plastidecor, Piel de leopardo, Superbueno, Megapixel o Cowabunga son algunos de los nombres de los temas de tu nuevo álbum, Puzle. Son bastante curiosos y llamativos, la verdad, pero siguen tu línea de títulos creativos anteriores, como Caviar, Puñal, Cosplay, Náusea o Bizarre Tundra. ¿Qué hay detrás de estos títulos? Tiene pinta de que te lo pasas muy bien al pensarlos. ¿Todos guardan relación con los temas o los piensas de forma más azarosa?
En mi música hay muy poco de casual, suelo tenerlo todo controlado al milímetro. Me lo paso guay en esa parte del proceso creativo, sin duda es una de las que más me gusta. Para mí cada tema es un mundo y tiene que tener algo detrás: una idea, un impulso, una estética. Lo que sea, pero que sea potente, no aleatorio. Y en esa línea intento que el título encapsule esos conceptos que luego se desarrollan en la letra y en la atmósfera musical. Me gusta que sea una parte importante de la obra y que, sin ser demasiado evidente, contribuya a contextualizarla manteniendo abierto su significado.
Como curiosidad, veo que la cultura japonesa tiene una gran influencia: títulos como Sensei, Ramen, Arigato gozaimasu o Shibuya evocan al país oriental. ¿Qué relación tienes con Japón y qué es lo que más te fascina de su cultura?
Estuve viviendo en Tokio hace unos años y me flipa. Todo el país, toda su cultura me parecen alucinantes. Estoy seguro de que, dentro de no mucho tiempo, será mi casa. Nunca me he sentido más cómodo que allí. Me apasiona la dualidad de su gente, su exquisito sentido de la estética, su mezcla de tradición y de vanguardia, su moda, su comida y, cómo no, su música, a la que me siento muy próximo. La viven a tope y eso es muy de agradecer.
Se puede apreciar una gran evolución en Puzle respeto a tus trabajos anteriores. Primero de todo, se trata de un disco más accesible y orientado a comunicar a quien te está escuchando y no tan guardado para ti. Musicalmente, es un disco súper diferente, se trata de una producción que aúna los sonidos del presente con la electrónica retrofuturista de los 80. Cuéntame un poco más sobre Puzle.
Esa es la idea subyacente del disco. Puzle es una fiesta: neones, flashes, confeti, etc. Puro maximalismo, desde las instrumentales hasta el artwork, pasando por las letras. Tenía el concepto clarísmo: el juego, la diversión. De ahí las temáticas y las estéticas: color, excesos, tecnología, surf, Mega Drive, cultura pop, etc. Influencias muy claras en mi generación y en mí mismo que he utilizado como plataforma para hablar de otros temas.
En 2014 sacaste tu primer álbum, si no me equivoco, titulado Yayoi. Y, desde entonces, no has bajado el ritmo: en 2015 sacas otro, Serendìpya, en 2016 publicas tres más, y en 2017 sacas EPs como Waaw, y otro álbum, Playa. Y ahora, en 2018, dos discos más: uno de remixes de Playa, y otro nuevecito, Puzle. Mi pregunta es, ¿ya duermes? ¿Cómo puedes producir tanto en tan poco tiempo?
Siempre he sido muy creativo, inquieto, tirando a hiperactivo. Lo había aplicado a otras disciplinas: street art, pintura o fotografía. Pero hasta hace tres o cuatro años, nunca a la música directamente. Desde entonces no paro, la verdad. La música es un vehículo expresivo inagotable y saco tiempo para ella de debajo de las piedras.
¿Cómo nace una canción de mAthe? Teniendo en cuenta la de temas que sacas en un año, ¿podrías guiarnos por tu proceso creativo, que parece incesante?
No tengo un método ni un patrón concretos, puedo pasar bastante tiempo sin producir ni componer y sin querer hacerlo siquiera. Necesito una idea clara y potente para ponerme manos a la obra. Esta suele venir sola, a través de alguna experiencia concreta o de un estímulo externo. Cuando estoy en ese punto, no pienso en otra cosa. Puedo estar un mes casi sin dormir, creando obsesivamente, escribiendo, componiendo y cambiando cosas hasta que tengo todo claro. Entonces empieza la parte técnica: grabación, producción, arreglos, etc. Son tirones en los que desaparezco completamente y me encierro hasta que estoy satisfecho. Entonces puedo descansar de nuevo. Y vuelta a empezar.
Tu trabajo más reciente, Puzle, ha sido compuesto y realizado por ti mismo, incluidas la producción, grabación y mezcla. ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser tan independiente?
Lo mejor, sin duda, para alguien con mi método de trabajo, es la libertad. Me gusta crear cuando me inspiro, si no se me pasa y no es lo mismo. Y puedo estar dándole vueltas a un sonido o a un efecto durante horas. Ningún productor puede aguantar eso y, además, yo no trabajaría a gusto ni estaría totalmente cómodo con el resultado. Además, en los últimos discos, sobre todo en Puzle, he disfrutado mucho más la parte técnica, que antes denostaba un poco porque, quizá por no dominarla del todo, me aburría. Ahora la he convertido en una fase creativa más que disfruto ejecutando: me gusta jugar con la mezcla, pulir los detalles, etc. Lo peor podría ser no tener segundas opiniones: a veces tienes algo muy claro pero el oyente puede no percibirlo como tú y, en eso, la visión de terceras personas puede ser super útil.
Sin embargo, has tenido colaboradores, claro. En el último álbum, el masterizado y la música instrumental son de Judah (excepto en Spam y Megapixel, que son de Doc Diamond), el artwork y diseño gráfico es a cargo de Basora y las voces adicionales son de Ana Novo. ¿Por qué decides colaborar con cada uno de ellos?
Judah es el mejor productor de España ahora mismo, tengo mucha suerte de haberlo convertido en mi productor de cabecera. En Playa ya hizo un curro increíble, puso el alma musical del disco, pero la música de Puzle es casi toda suya y me parece de lo mejor del panorama en 2018. Además, me siento super cómodo con él, me entiende muy bien y me tiene pillada la medida. Mi sonido y mi manera de componer han cambiado desde que empezamos a hacer cosas juntos y creo que hay una simbiosis bastante guay entre sus beats, muy evocadores y electrónicos, y mi rollo, que va bastante por ahí también. Suele enviarme instrumentales super locas, como las de Puzle, ritmos que suenan menos a rap ortodoxo con los que otros MCs no se atreverían.
Doc Diamond es toda una institución, ha sido un verdadero honor trabajar con él. Siempre me ha parecido uno de los beatmakers más innovadores del panorama, con esas estéticas retrofuturistas que tanto encajan en este disco. Había pensado en él desde hace tiempo porque siempre produce a vocalistas con un punto diferente, pero hasta ahora no habíamos trabajado juntos. Los dos temas que hemos hecho me flipan, pero Spam tiene algo que me gusta especialmente.
Basora me flipa desde hace mil. Es un estudio de Barcelona muy innovador con una estética que me encajaba perfectamente. Les conocía por sus portadas para los vinilos de Lapsus Records, el sello de Wooky y bRUNA, pero no sabía quiénes eran. Más tarde, Wooky me hizo un remix para el Playa Remixed, nos puso en contacto y les planteé el proyecto. No hubiera podido encontrar nadie mejor para el disco, dado el enfoque estético tan colorido y maximalista. Me flipa lo que han hecho, con todas las portadas de los singles desvelando el título del disco.
Ana Novo tiene la voz más bonita del mundo, de eso no hay duda. Es un diamante en bruto. Ana, para el próximo tenemos un estribillo a medias pendiente…
Tus líricas poéticas, de gran imaginario visual, poder evocador y varios niveles de lectura, se aproximan al slam y al spoken word, y además alternas el español y el francés. ¿Qué crees que aporta combinar estos idiomas?
No es una decisión consciente, es algo instintivo. Tengo varios temas totalmente en francés. La música francesa me ha influido desde siempre y me encanta poder componer en ese idioma. Es un lujo y algo natural para mí.
Has vivido en Japón, Dakar y Dublín. ¿Cómo han influenciado estas ciudades a tu música?
Han influido muchísimo, creo que se nota en la línea que ha ido siguiendo la música. En Japón no compuse realmente, estaba a otras cosas y me dediqué a absorber todo lo que veía. Es una influencia transversal que siempre ha estado ahí. La música que produje en Dublín es mucho más introspectiva y nebulosa: se ve especialmente en Ura, un disco súper experimental de ambient que me sigue gustando mucho a día de hoy. También en las letras de Yayoi, muy crípticas. Todo cambió en Dakar. El punto de inflexión fue Supernova, y Playa fue la confirmación de la nueva línea, mucho más luminosa y expansiva. Enamorarme también ayudó, claro. En Puzle he llevado este camino al límite. Es una traca final, una explosión de fin de fiesta, fuegos artificiales.
Siempre has sido autodidacta y ya desde temprana edad expresaste tu creatividad en varias disciplinas, siendo especialmente activo en la escritura, en las artes gráficas y en la fotografía, así como en la pintura. ¿Tus creaciones pictóricas van ligadas a las musicales?
Son dos caminos totalmente independientes. Los vehículos expresivos tienen puntos en común y elementos convergentes, pero nunca creo en paralelo, no podría hacerlo. Pero sí suelen decir, y creo que con razón, que las artes gráficas han influido en mi manera de escribir. Suelo ser bastante impresionista, utilizo giros pictóricos. En Puzle es evidente, el color es una herramienta que he utilizado para expresar bastantes cosas.
¿Qué suena en tu lista de reproducción del momento?
La reedición de los dos volúmenes del Twin Talk del gran Lost Twin, en bucle. Y alguna sorpresa que estamos preparando juntos y que llegará muy pronto…
¿Cuáles son tus objetivos para el 2019? ¿Cuántos discos vas a sacar esta vez? ¿Tres, cuatro, cinco…?
Puzle es el disco que más satisfecho me ha dejado, sin duda. Es un punto de llegada. Quiero disfrutarlo y no me importaría que todo terminase ahí. Pero más adelante veremos, seguro que en nada estoy pensando en qué será lo siguiente, en la música o en lo que sea.