Recuerdo perfectamente cómo mis amigas y yo vivimos con intensidad adolescente ese capítulo de
El Internado, en el que a la pobre Carol la descalabraban por una ventana. Si por aquel entonces llegan a decirme que iba a tener la oportunidad de charlar con su actor protagonista, el mítico
Martiño Rivas, no lo hubiese creído. Porque toda una generación hemos crecido junto a Martiño, nos hemos aguantado las ganas de soltar dos collejas a Paula y Evelin, reído con su vis cómica en
Tres bodas de más o deseado darle un portazo a esa malévola Concha Velasco en
Las chicas del cable. Y es que Martiño tiene esa mezcla de fortaleza y erudición de los grandes héroes de ficción. Él es el cuerpo y los ojos de todos sus personajes, pero también la coherencia y la templanza de un actor que vino del norte con el poder de hacer de su vida arte.