Enamorada de la estética kitsch y de las figuritas de segunda mano, la artista y diseñadora gráfica Marina Salazar, mejor conocida como @noquedatinte, da rienda suelta a su creatividad y transforma objetos que recupera de tiendas de antigüedades para darles una nueva vida más divertida, más colorida y con mucha purpurina. 
La artista revaloriza la típica figurita “que invade el espacio doméstico de forma inútil, para lanzarlo al mundo con una nueva misión que active y lance mensajes”. Mensajes llenos de contenido político, controversia social y, sobre todo, mucho humor. Así pues, entre sus creaciones más salvajes podemos encontrar obras tan sorprendentes como un globo terráqueo transformado en teta, una Virgen María choni e incluso un David de Michelangelo con mankini. Si os llama la atención el trabajo de la diseñadora y vivís en Barcelona, no os podéis perder su próxima exposición, Survival objects, a partir del 17 de octubre en la galería de arte La Plataforma.
Antes que nada, hablemos de tu nombre artístico, No queda tinte. ¿Nos podrías contar la historia que hay detrás? ¿Por qué decidiste hacerte llamar así?
Cuando era pequeña, todas las tardes iba de la escuela a la peluquería de mi madre. Me encantaba pintarme las uñas, lavarme el pelo, ponerme rulos, extensiones, pelucas… Pasar las horas allí me hacía sentir como una fucking diva.
Una de mis obsesiones era que me tiñesen de rubia, algo que evidentemente no contemplaban porque tenía 5 años (era realmente muy pesada con este tema). Y mi madre cada día para persuadirme, con cara de pena, me decía lo mismo: ay Marina, lo siento, no queda tinte. Y yo pensaba en mis adentros: si mi madre era rubia, mis muñecas también lo eran y las señoras entraban y salían de allí como si de una máquina transformadora se tratase, no entendía por qué no podían hacer lo mismo conmigo. Muchos años más tarde la convencí y me convertí en la rubia de bote natural que siempre he llevado dentro.
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Además de artista, eres diseñadora gráfica freelance. ¿Cómo descubriste tu pasión por el diseño? ¿Contemplaste otras salidas profesionales?
Realmente no, no contemplé otras salidas profesionales. Durante el bachillerato artístico hicimos la asignatura de Diseño Gráfico en la que diseñamos algunos carteles, packagings y elementos de papelería. En cuanto supe que existía este camino y que se podía vivir de ello, el enamoramiento fue absoluto y lo tuve clarísimo.
Además, es loco porque echando la vista atrás, me sorprendo muchísimo encontrando carnets diseñados por mí a los 6 años para mi grupo de amigas El club de las guays, todos ellos plastificados y personalizados. Ahí había algo. Y no hablemos de mis cartas a los reyes magos, auténticas aberraciones gráficas, pero hechas con muchísima personalidad, gracia y amor del bueno.
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Te graduaste en la BAU en diseño y luego realizaste también dos másteres ahí, uno en motion graphics y 3D y otro en investigación y experimentación en diseño. Ahora impartes clases en el centro. ¿Te imaginaste alguna vez que terminarías siendo profe ahí? ¿Cómo es estar al otro lado del espectro?
Una de las cosas que tenía claras es que mi paso como estudiante fue tan enriquecedor y pleno que no quería desvincularme de mi universidad. Empecé haciendo algunos cursos y sustituciones, y ahora es una de las cosas que más me nutre a nivel laboral. Es un lugar que me permite abrir espacios en los que compartir, transmitir conocimiento y seguir aprendiendo junto a mentes creativas emergentes (yo también aprendo mucho de ellos/as). Estar en activo en el sector profesional es algo que te da mucha frescura como docente.
Además, creo que uno de mis super poderes, al haber estado al otro lado del aula hace tan poco, es tener una perspectiva diferente como profesora. La empatía y la cercanía con el alumno se crea de una forma muy natural, puesto que compartimos códigos, lenguaje y casi generación (aunque cada vez ellos sean más jóvenes y a mí se me vengan los años encima).
Te defines como “minimalistamente barroca y algo kitsch”, lo cual se puede ver en tu trabajo. Con un portafolio tan característico y singular como el tuyo, ¿cómo lo haces para no implantar tu estilo personal en tus alumnos? ¿Cómo les ayudas a encontrar su propio camino?
Mis clases básicamente se basan en hacerles buscar cuál es su power, su talento personal que les hace únicos a cada uno de ellos. Ayudarles a descubrir lo que les gusta, lo que no les gusta y lo que se les da bien, para empoderarles desde ahí. Hacer que cada uno encuentre su propia voz, enseñarles a ser curiosos, a tener referentes de muchos ámbitos y a intentar pasárselo bien con cada uno de los proyectos que emprendan. Que consigan encontrar el brillo y que sepan llevárselo a su terreno para encontrarse a gusto es algo que encuentro super importante y fundamental en nuestra profesión.
En tu Instagram comentas que además de ser diseñadora gráfica, también haces otras (extrañas) historias. Supongo que te refieres a tus figuras. ¿Cómo te abriste camino a este otro método de expresión? ¿Qué te empujó a ello?
La verdad que todo surge un poco a través de la necesidad de salir de la pantalla en mi profesión como diseñadora gráfica. Y recurrir a la parte más analógica de los procesos es una vía que me permite abrir mucho la creatividad. Siempre me han encantado los pongos, figuras, figuritas, esculturas, estatuas, cerámicas, porcelanas y souvenirs, y en general, todo el imaginario kitsch que tiene que ver con la objetología.
Mi proyecto De corazón basa su punto de partida en la recuperación y restauración de piezas de segunda mano para someterlas a una transformación y darles una nueva vida. Un hackeo en la pieza original que antes cumplía una función puramente estética (normalmente en alguna estantería en casa de nuestros abuelos), implementando nuevos mensajes dentro de las figuras y códigos críticos llenos de contenido político, color, humor y controversia social. Piezas actualizadas desde la resignificación de nuestra herencia cultural, donde la innovación y lo clásico se unen para dar paso a un nuevo icono.
Veo que las figuras las recuperas de tiendas de antigüedades y les das un lavado de cara. ¿Cómo se te ocurrió la idea de transformar esos objetos, de darles una nueva imagen? 
Realmente, el proyecto surgió un poco sobre la marcha, me encanta pensar que fue él quien me encontró a mí y no al revés. Poco a poco fui haciendo una pieza tras otra, hasta que me di cuenta de que esto había cogido peso y tocaba llevarlo a otro nivel: darle nombre, forma, color, decidir una dirección artística, proyectar exposiciones y repensar cómo explorar el ejercicio desde otras vías y aplicaciones formales.
Es un proyecto que habla desde mi mundo y que me abre un abanico de posibilidades para mostrar y dar forma a mis temáticas, paletas cromáticas, gestos, procesos… Un formato donde me siento super cómoda y que me ayuda a volcar y a representar todo ese universo del que nos componemos los diseñadores y artistas.
Además, partir de objetos prediseñados con unas constricciones es otra de las cosas más interesantes del proyecto. Al final a mí me interesaba mucho la objetología y el volumen, pero… ¿Cómo podía crear piezas de estas características sin ser tampoco una artista o una escultora, sin tener conocimientos técnicos sobre 3D o el modelaje?
Tus esculturas se centran sobre todo en la iconografía pop: una Virgen María choni, un McAuto medieval, un David de Michelangelo con mankini… Ideales para la casa de Alaska y Mario. ¿De dónde viene tu inspiración? ¿Cómo se te ocurren los conceptos?
Os cuento las tres maneras en las que se puede crear mi enamoramiento con el objeto:
1. La pidona: La pieza me apela directamente y me dice exactamente qué tengo que hacer con ella. El flechazo es instantáneo y va directo al corazón. No me la puedo sacar de la cabeza porque mi mente ya ha visualizado aquello como pieza final (y se ha emocionado mogollón).
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2. La missing: Primero se me ocurre el mensaje que quiero que transmita la pieza, pero todavía no sé cómo va a ser físicamente. Sí tengo algunas cosas claras, como por ejemplo qué tipo de personaje necesito o la acción que estará realizando para que encaje con lo que quiero representar, y cuando veo alguna pieza que puede funcionar, valoro el conjunto, el tamaño, la postura, etc.
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3. La hechicera: Entro en un estado de conexión y atracción con la pieza, pero todavía no sé para qué, ni con qué fin la compro, simplemente me la llevo y dejo cocer a fuego lento sus posibilidades (a veces pasan meses e incluso años). Es una pieza que estéticamente me encaja y me gusta pero necesita un tiempo de maduración para decidir en qué se va a acabar convirtiendo.
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Colores vivos y saturados, purpurina, animal print, brillantes o incrustaciones son algunos de los elementos que forman parte de tus figuras. ¿Cómo decides qué imagen les quieres dar? ¿Cómo es tu proceso creativo?
Me pasa que, como Marina rima con purpurina, es algo inevitable (risas). La selección de los objetos para proceder al hackeo se basa en lo rápido que funcionen mis rubias neuronas en ese momento para hacer conexiones originales y creativas que subviertan, de alguna manera, las reglas preestablecidas. Normalmente suelo comprar en mercados como Encants, pero también hago excepciones: Wallapop, mercadillos, tiendas de segunda mano y donaciones.
Uno de los secretos es que en el fondo soy una diseñadora con affaires artísticos. Mis piezas no tienen nada de espontáneas en el proceso de proyección, y realmente están diseñadas y proyectadas al milímetro antes de ser creadas.
Toda obra empieza con un tuneo digital en Photoshop o en Instagram Stories si tengo una urgencia, (con gifs aveces me apaño). Esta previsualización me ayuda mucho a saber qué colores voy a necesitar, qué materiales, qué accesorios, qué versión me gusta más y en qué parte del proceso me encuentro. Hasta que no lo veo claro, no empiezo.
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O sea que haces una especie de esbozos digitales antes de intervenirlas.
Es un proyecto donde la documentación y abrir el proceso creativo es muy importante. Mostrar al mundo los procesos sin pulir durante la investigación con materiales, técnicas, herramientas y fases da valor y muestra qué hay detrás de cada una de las piezas. Es donde se genera y potencia el aprendizaje, más allá del resultado final, porque cada obra pide cosas diferentes.
Que una figura pase de ‘ser única’ a formar parte de una colección o familia es justamente la gracia del proyecto y no depende de mí. Si el destino me lleva a encontrar una reproducción idéntica de la figura original, permite que el proyecto pueda ampliarse y transformarse. Ejemplo: realicé el pastel de chocolate hace un año, y doce meses más tarde aparecieron estas dos piezas. Preservando la autenticidad de la original, exploré estas dos versiones.
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Le das mucha importancia al trabajo personal, ya que es donde puedes investigar y experimentar con nuevas técnicas y lenguajes gráficos. Comentas que por eso siempre estás abierta a nuevos retos. Hasta la fecha, ¿cuál dirías que ha sido tu mayor desafío?
Por una parte, ahora mismo estoy trabajando en el concepto del desapego, ya que es algo que me cuesta muchísimo porque son piezas únicas con las que he tenido mucho contacto. En el fondo, me siento como una medio madre al haberles dado una segunda vida. Además, estoy intentando trabajar en el desarrollo más comercial del proyecto y buscar una estrategia para que este pueda retroalimentarse. Esto me está suponiendo un reto a nivel laboral, ya que tampoco tengo muchos conocimientos sobre marketing, ni un equipo detrás que me lo pueda gestionar.
Te encanta participar en concursos de arte y diseño para “poder desarrollar ejercicios de creatividad y entrenar tus rubias neuronas”. En 2019 ganaste el concurso de Granini Cultivando talentos con un proyecto hecho a partir de huesos de melocotón triturados. El concurso abogaba por la sostenibilidad, y por lo que veo, tú también con tus piezas, puesto que reutilizas las figuras ya creadas. Dicho esto, además de la sostenibilidad, ¿qué otros valores intentas implementar en tu trabajo? 
La sostenibilidad. De corazión trabaja desde una perspectiva del upcycling, pero alejándose de las estéticas eco y rompiendo a nivel visual con los estereotipos que suelen trabajar en este tipo de proyectos. Muy por el contrario, es totalmente petardo, kitsch y colorido. En el fondo, es otro modo de reivindicar y chillar utilizando un medio no convencional.
El humor es otro de los valores fundamentales con los que trabajo. La conexión y el humor que se crean cuando las piezas tienen contacto con el receptor. La carcajada o el guiño son la magia del proyecto.
La recategorización del objeto. Transformar la pieza en una iconografía que te haga pensar. Revalorizar el típico pongo que invade el espacio doméstico de forma inútil y lanzarlo al mundo con una nueva misión que active y lance mensajes. Bombas impregnadas de códigos sutiles que, si se saben descifrar, introducen ideas y visibilizan situaciones polémicas utilizando códigos visuales atractivos estéticamente y seductores. El mejor lubricante para el espectador.
El contraste. Abrir tensiones entre lo protocolario y lo políticamente incorrecto, trabajar los límites y jugar con los extremos. Buscar el equilibrio entre lo aparentemente lejano y hacer que te atraiga a la vez que te horrorice (risas).
Estas son las salsas que podemos encontrar en la mayoría de mis proyectos. Hablan de mí como persona, explican mi manera de entender el mundo, visibilizan mi historia y marcan un estilo como diseñadora que me diferencia y posiciona. 
Durante la cuarentena creaste figuras como Perdiendo la cabeza a lo Maria Antonieta o Be my Quarantine. Para algunos, el confinamiento fue una etapa muy productiva en la que dar rienda suelta a su creatividad. En tu caso, ¿qué papel jugó la cuarentena en tu desarrollo creativo?
Sí, este confinamiento me ha dado mucho tiempo para pintar, cortar, pegar y ‘purpurinear’. Me ha ayudado muchísimo a llevar el encierro y a sentirme activa y productiva. En mi HomeLAB ‘casa-museo-taller’, tenía muchas obras compradas y la cuarentena me pilló con el suficiente material para estar aquí durante un buen tiempo. Esto me dio la posibilidad de ir avanzando y me di cuenta de que mi casa es como Leroy Merlín (risas). Suministro de comida y mascarillas no, ¡pero figuras que no falten!
Estás colaborando con algunas instituciones u organizaciones como Encants Barcelona, Poblenou Urban District (WAC), etc. ¿Algún proyecto futuro sobre el cual nos puedas contar algo?
Claro, ¡yo siempre estoy en un punto que a todo me apunto! El 17 de octubre lanzo una exposición en La Plataforma (Carrer de Pujades, 99, Barcelona) titulada Survival objects, en la que se podrán ver y comprar la mayoría de mis obras. Una de las sorpresas es que presento la primera colección de una de las vírgenes más icónicas de De coraizión, con una serie limitada de 15 reproducciones. ¡Os espero allí!
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