Voy variando un poco de paletas, hay veces que unos colores me llegan mucho, pero después me dejan de transmitir tanto y voy cambiando a otros. En el libro he intentado no cerrarme a ningún color, por ejemplo, los verdes eran tonos que no usaba apenas y aquí sí que he decidido usarlos y quizás utilizar menos el naranja y el rojo, que eran los más predominantes en Cenit, por ejemplo. Otro color que no usaba nunca en grandes áreas era el negro y me estoy animando a usarlo últimamente, eso ha sido gracias a este cómic, porque hay una escena que transcurre de noche y me di cuenta de que solo usando negro en grandes cantidades funcionaba.
Esa paleta que mencionas, de lilas y rosas, apareció mientras veía cómo ponerle color a un atardecer de verano y me gustó mucho, me parecía que tenía bastante que ver con el tono de la historia, y decidí usarla a través de todo el cómic, como una manera de construir la atmósfera del cómic. Sí que me interesa mucho el grabado japonés, y también el trabajo de Yokoo y de Ikko Tanaka. Más o menos empecé a darme cuenta de cómo me gustaba dibujar –línea fina y colores planos– en la asignatura de grabado, cuando estudiaba Bellas Artes, haciendo xilografía y descubriendo las estampas de Ukiyo-e. Pero bueno, lo del color ha sido un camino largo, porque al principio por mucho que yo viera grabados coloridos, me daba bastante miedo el uso del color. Mis primeros fanzines son en duo tono, sin arriesgarme nada, y poquito a poco fui añadiendo otro color, y luego otro hasta ahora.