Este podría ser un libro recopilatorio de éxitos, celebraciones y reconocimientos. Una forma de presentarse ante el público como un personaje aclamado y querido, un bonito homenaje a todas las personas que se han cruzado en su camino en sus más de dos décadas en la música. Podría serlo, pero no lo es. Cómo ser Mala es alegría y dolor, risas y llantos, preguntas y respuestas que llegan cuando menos te lo esperas. Un “vómito”, como reconoce la propia Mala, con el que nos invita a acompañarla en una vida trepidante. Y es que desde que lanzase su primer disco Lujo Ibérico hace más de veinte años, un trabajo con el que sigue deleitando a su fiel audiencia en shows con voz y guitarra con los que dice estar “reviviendo las canciones de una manera muy especial”, la rapera andaluza no ha dejado de exprimir la vida al máximo dejándose llevar, siempre respaldada por su familia y equipo. “Yo creo que nunca han visto ninguna duda en mí, y por eso siempre han entendido que yo tenía que volar”, sentencia.
Amante del baile y firme defensora de la libertad de expresión, fue en Latinoamérica donde encontró su lugar. “Allí se me entendía perfectamente, yo sentía que encajaba”, comenta cuando recuerda su primer contacto con el público internacional al otro lado del charco. Ahora reconoce estar viviendo su mejor momento. Una etapa que la ha traído de vuelta a su país de origen, España, y la ha llevado a reconectar con su público tras varios capítulos en los que llegó a sentirse desvinculada del mismo. “A todos nos ha faltado inteligencia emocional”, explica.