“Los cuerpos siguen estando en un estado de sexualización muy grande, pero creo que apropiarnos del concepto y reconocernos en él es cómo conseguimos reapropiarnos de nuestros cuerpos y hacer con ellos lo que nos apetezca, sexualizando lo sexualizable para elevarlo y crear un material crítico”, nos dice Olea. Y es que hay que darle la vuelta al papel que puede tener la danza respecto a la imagen y la autoestima (que, como es sabido, promueve dinámicas destructivas como dietas o la obsesión por la autoimagen). Debemos escapar de los requerimientos tan estrictos y, en su mayoría, poco saludables que solo hacen que degradar nuestra relación con los cuerpos. La danza y la performance pueden ser la perfecta combinación para huir de esta constante deshumanización en la que nos encontramos sometidas, sobre todo las mujeres, y podemos descubrir en ellas una forma de liberación.
El componente social siempre está presente en sus obras, sea tratando conceptos como la imagen, la sexualización, los conflictos de exponerse en redes, el querer gustar a los demás… Tras formar parte de obras como Comedia sin título dirigida por Marta Pazos o en la propuesta de Ay mamá de Rigoberta Bandini, este fin de semana presenta Japan, su primera pieza de gran formato en el SAT (Teatre de Sant Andreu) de Barcelona. Hablamos con ella sobre el poder crítico de la danza y su próximo gran estreno. ¡No te lo pierdas!