Recordé la historia de Bibi Aisha, que conocí a través de un reportaje que vi en televisión cuando yo era adolescente. Es esa chica joven de Afganistán que fue mutilada por su marido –le cortó la nariz y las orejas. Todavía recuerdo su retrato en la portada de la revista Time… En sus ojos veía mucha tristeza, pero a la vez, su delicadeza me recordó a un cisne. Investigando más sobre su historia, descubrí que vive en Estados Unidos y que se está formando para ser policía. Un trauma tan horrible no la frenó para seguir luchando por su vida, es más, avivó el deseo de proteger a otras personas, especialmente mujeres.
Descubrí a Immaculeé Ilibagaza por un escritor que hizo una conferencia y habló sobre su historia. Immaculeé fue testigo de la brutalidad del genocidio de Ruanda en 1994 entre hutus y tutsis. Ella, siendo una tutsi, tuvo que esconderse seis meses un baño pequeño junto con otras mujeres, y al salir, descubrieron que habían matado a todos los miembros de sus familias. Pero ella fue capaz de perdonar a los asesinos.
Leí sobre Anuradha Koirala en un artículo cuando tenía 12 años. Es, sin duda, la madre de Nepal. Una figura materna que rescata chicas muy jóvenes que han sido explotadas sexualmente en la India y que cuando ya ‘no sirven’ las llevan de vuelta a Nepal, donde son rechazadas por la sociedad y también por sus familiares. Anuradha creó una fundación para ayudar a estas niñas traumatizadas ofreciéndoles techo, comida y, sobre todo, amor infinito. Su sueño es que un día cierren la fundación, lo que significaría que ya no existe un acto tan cruel.
Por último, el grupo de mujeres de la India que montaron un negocio propio a pesar de haber sido víctimas de ataques violentos con ácido, que son unas verdaderas heroínas. Esta historia la descubrí en un artículo que encontré por Facebook. El machismo en India es bastante común y, lamentablemente, una de las consecuencias son los ataques de ácido. Lo peor es que es muy difícil para una mujer que ha sufrido estos ataques reintegrarse en la sociedad porque no le dan trabajo por su apariencia, pierde su independencia y también su valor como persona. Cerca del Taj Mahal, en Agra, hay una cafetería llamada Sheroes Hangout, fundada por cinco mujeres que han sido víctimas de ataques así, que las ha ayudado a reconstruir su autoestima y seguir adelante con una sonrisa.