Diseña por disfrute y se desvincula del sistema de temporadas recopilando sus propuestas en lo que Helmut Lang definiría como 'sesiones de trabajo.' Claudia Martínez, la mente pensante tras la firma de pantalones Lamner, no entiende la moda dictada única y exclusivamente por tendencias pasajeras y titulares faltos de contenido, desprovista de un marco temporal y un contexto social propio. Decidida a recuperar las técnicas artesanales y la sastrería a medida de antaño para dotarlas de contemporaneidad, la joven creadora explora la carga social del pantalón, a la vez que indaga en su relación con el armario femenino. “Pensé que era la prenda que más se podía desmarcar del resto”, explica, aprovechando el (aún desconocido) potencial de la pieza históricamente asociada al sexo masculino.
“Extravagante, utópico y distinguido”. El universo creado por Claudia bajo el nombre de Lamner, resultado de combinar el artículo femenino ‘la’ con la palabra en inglés ‘her’, comenzó a forjarse durante su infancia. Sin embargo, no fue hasta su etapa universitaria cuando se percató de cuál era su verdadera pasión, al reconectar con sus raíces durante un ejercicio de clase en la carrera de Psicología. “Me vi a mí misma de niña creando prendas con papeles de oficina del negocio familiar”. Su proyecto, emprendido hace apenas un año, se nutre de sus propias experiencias como mujer para reconfigurar el sentido de la prenda. Una renovada concepción que, si bien afecta a la estética, tiene más que ver con la forma de llevar los pantalones y hacerlos nuestros. Inspirada por el retrofurismo, el dieselpunk o el brutalismo, su primera campaña, Pulp, convierte un acto ordinario como vestirse en una acción de carácter social y político.
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Empecemos por el principio, ¿quién se esconde detrás de Lamner?
Mi nombre es Claudia Martínez y soy la parte creativa, y también las manos, de este proyecto, al que di el pistoletazo de salida hace un año. Actualmente cuento con varios talleres que me apoyan en la confección de mis pantalones, pero el prototipo inicial lo confecciono yo para que sea lo más exacto posible a lo que tengo en mente. Además, en el aspecto creativo me gusta contar con el ingenio de mi padre para diseñar máquinas futuristas que encajen con la idea visual de la firma. Respecto a la estrategia de marca y comunicación, estoy trabajando con Estudio Cartulina, con quienes estoy proyectando el futuro de Lamner.
De estudiar Psicología a emprender tu propia firma de moda. No dudaste en apostar decididamente por tu proyecto personal, reconduciendo tu vida para perseguir tu propósito. ¿Qué te llevó a tomar esta decisión? ¿De qué manera se produjo la transición de una disciplina a la otra?
Mientras estudiaba psicología, sentí la necesidad de empezar un proyecto personal que me absorbiera por completo. Fue durante un ejercicio de la universidad sobre el sentimiento de autorrealización y autoeficacia, en el que nos invitaron a indagar en nuestros recuerdos, cuando me vi a mí misma de niña creando prendas con papeles de oficina del negocio familiar. En esta actividad reviví la sensación de lo que de verdad quería hacer por pasión y convertirlo en vocación.
A principios de 2020 desvelaste tu marca al mundo, acompañando las descripciones de tus primeros productos con distintos hashtags que dejaban entrever tu forma de entender la moda: #invidivual, #prendaslimitadas, #hechoamano, etc., y un protagonista indiscutible: #pantalones. ¿Por qué has apostado por esta prenda como pilar central de tu obra?
Quería crear prendas que hablasen por sí solas, en una época en la que ya era común que el valor añadido de una prenda fuera lo artesano y lo hecho a mano. Pensé en el pantalón como la prenda que más se podía desmarcar del resto, por su recorrido atenuado en el armario femenino y quizá porque había pecado de sutileza y discreción en su camino. Así podía aprovechar su carga social a través de la historia, para darle el impulso que aún no tiene. Ese camino es la visión de la firma, el de la mujer haciéndose pantalones a medida, confeccionados a mano y con un diseño potente, como si de una sastrería al uso se tratase. Pero dedicada únicamente a nosotras.
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El pantalón, tu pieza fetiche, cuenta con varias compañeras de reparto. “Piezas a medida para mujeres que llevan los pantalones”, leemos en tu manifiesto. ¿Qué es lo que más te interesa de la relación entre la prenda de vestir y el género femenino?
Intento desvincularme de las asociaciones dicotómicas como mujer y femenino o mujer y vestido. Y no con la intención de crear prendas sin género, sino de intentar reformular el concepto de lo femenino. Lo mejor que se me ocurrió para representar a una mujer libre, sin ser asociada a un cliché, fue pensar en una prenda de origen masculino y jugar con esa pieza a través del diseño para transmitir muchos otros valores que definen a la mujer. Valores que antes se pasaban por alto.
La sufragista estadounidense Amelia Bloomer o la mundialmente conocida Coco Chanel fueron algunas de las figuras imprescindibles en el proceso de democratización del pantalón. ¿Qué otros personajes, movimientos o acontecimientos consideras esenciales para entender la historia de esta prenda?
Me gusta mucho la historia de Coco Chanel, aunque sea la punta del iceberg. Me parece interesante leer sobre las flappers, que fueron de las primeras mujeres en romper el canon de belleza de mujer encorsetada que marcaba una silueta irreal, desmarcándose a su vez de las convenciones sociales del momento. Destaco mucho la imagen de la mujer garçonne materializada en Marlene Dietrich y sus cortes masculinos al vestir. De ellas acuñamos el término ‘it girl’ para definir a la nueva mujer. Pero me gusta pensar que ellas fueron la cara visible de todo un movimiento que aconteció realmente cuando la mujer se incorporó al trabajo y empezó a luchar por sus derechos, cuando nacieron oficialmente los movimientos liberadores de las mujeres.
Reconoces querer “reformular el uso que le damos al pantalón”. ¿A qué te refieres? ¿Hacia dónde te gustaría dirigir la acepción ligada a dicha pieza?
Cuando hablo de reinventar el uso del pantalón, me refiero a hacerlo desde sus cimientos. Ni un porcentaje minúsculo de las mujeres nos hacemos pantalones a medida. Y no solo hablo de esta práctica en sí, sino de plantear cómo nos vestimos, y darnos cuenta del poco peso que le otorgamos al pantalón, a veces tan sutil que no pasa de un básico. No hablo de indiscreción, hablo de arriesgar más en la manera de usar pantalones. Hacerse esta pieza a medida, jugando con los materiales y texturas, dar un paso más en cómo llevar los pantalones. Desde una reinvención del bóxer a la medida femenina, hasta una interpretación personal de cómo se retomaría el atuendo de época de gorgueras en la actualidad.
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Tu primera y única colección, Pulp ’20, revisita los patrones convencionales para dotarlos de contemporaneidad y distinción. Háblanos de esta propuesta.
Cuando surgió Lamner, no tuve una noción de colección al agrupar los modelos que iba diseñando, por eso pensé en acudir al término Pulp para hablar de Lamner. Era un tipo de publicación de ciencia ficción, una encuadernación básica y de lectura popular. Y esa es mi finalidad: un toque futurista para hablar de algo ordinario como llevar un pantalón. Ahora me doy cuenta de que el hecho de no distinguir una clara colección en mi primera salida al mundo puede ser como un signo propio de identidad, pues lo que he hecho, tal como comentas, es coger elementos de la historia e iconos que no han pertenecido a la mujer, reformularlos y hacerlos nuestros.
Sin embargo, reniegas del modelo convencional productivo en base a temporadas, optando en su lugar por adaptarte a las necesidades específicas de cada cliente. ¿Cómo es el proceso desde que un consumidor te contacta interesado por una de tus prendas hasta que recibe el pantalón final?
Una clienta que haya visto un modelo de Lamner que le interese, independientemente de la colección en la que se haya presentado, puede solicitar el mismo modelo, pudiendo modificar los tejidos a su gusto y a su medida. Como solo adquirimos cierto metraje de tejido para generar un número limitado y reducido de modelos iguales, el diseño del pantalón empieza en el momento en el que la clienta nos habla sobre la pieza en cuestión.
¿Qué tres adjetivos definen al universo Lamner?
Extravagante, utópico y distinguido.
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¿Cuáles son tus principales fuentes de inspiración? ¿Sientes debilidad por alguna otra disciplina artística, además de la moda?
La firma tiene voz propia. Es decir, para darle identidad al proyecto, he indagado y descubierto muchas corrientes estéticas como el retrofuturismo y todas sus vertientes, ya sean el dieselpunk o cyberpunk, entre otras, así como las novelas gráficas de corriente distópica. Pero este camino y el mío propio convergen muchas veces en alguna rama de la arquitectura como el brutalismo, o en movimientos artísticos como el dadaísmo.
¿Dónde produces los pantalones? ¿Cuántas personas participan activamente en el desarrollo de las prendas?
Todos nuestros pantalones se hacen en Madrid. Nuestra filosofía es la de mantener en nuestro equipo a artesanos que trabajen las prendas como siempre las han hecho. Respecto al proceso creativo, me encargo tanto del diseño de las colecciones como de las prendas adaptadas a cada una de nuestras clientas, así como de la confección de las muestras. Las prendas finales las derivo a un taller local.
¿Qué nos puedes adelantar acerca de tus próximos proyectos? ¿Dónde te gustaría ver a Lamner de aquí a cinco años?
En breve, voy a lanzar una colección nueva dividida en dos cápsulas de cinco pantalones cada una. Tras esto, me gustaría dedicarme junto a Estudio Cartulina a las relaciones de Lamner con otras marcas y colaboradores, incluso en otros ámbitos artísticos como la danza o el teatro, y valorar cómo son esas interacciones.
Otro objetivo es perfeccionar la tienda online. Estamos trabajando en una página que se adapte a nuestras clientas y que transmita una opción a compra que sea correlativa a ellas. No buscamos crecer exponencialmente a largo plazo. Por ahora queremos hacer llegar el mensaje de la firma a toda mujer que aún no ha tomado conciencia del valor que tiene el pantalón como prenda en su armario.
Pero por visualizar, me planteo un futuro con un taller a pie de calle donde atender a las clientas y mostrarles in situ todos los muestrarios de tejidos y prototipos listos para personalizar. En nuestro futuro ideal, las mujeres y clientas de Lamner tendrán un hábito más normalizado de ir a confeccionarse unos pantalones a medida en nuestra tienda.
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