Participar en ferias, mercados de arte, charlas, festivales de autoedición, etc., es una buena forma de visibilizar tu trabajo, establecer contactos y darte a conocer. Por otro lado, no podemos obviar las redes sociales, principalmente Instagram, que se ha convertido en LA GRAN plataforma escaparate para la mayoría de las profesiones artísticas. Por mi parte considero que es un arma de doble filo en cuanto a cómo pervierte y unifica los ritmos de producción, capitalizando nuestra forma de trabajar y, al mismo tiempo, imposibilitando prescindir de ella.
Personalmente tengo muy poca mano para la promoción y, aunque lo intente, asumo que no es mi virtud ni mi habilidad. Recientemente he llegado a un pacto profesional con mi buena amiga Cristina Pastrana y, a partir de ahora, será mi marchante. El tándem ya está dando sus frutos. Gusta pensar que a cualquier persona podría despertarle interés tu trabajo, ya sea por la temática, el mensaje o la estética, pero la realidad será otra y tampoco es una cuestión que condicione mi trabajo.
Soy una persona que narra y expresa sus experiencias, intereses y opiniones a través del arte, con un lenguaje claro y accesible, y en principio habrá un público que se identifique de una u otra manera con mi obra ya que no soy ningún ser excepcional. Sí es cierto que, en ocasiones, hay quien me ha etiquetado, de manera peyorativa, como artista feminista o comentado que me limito a un público principalmente femenino. No tengo ningún problema al respecto. Muy al contrario, ya sabemos quienes han monopolizado este tipo de discurso durante años.