¿Puede un álbum de club o industrial ser íntimo? ¿A qué sonidos y registros tenemos reservado este adjetivo? LaFrancesssa demuestra con su nuevo álbum, Hard cor, que no es necesaria, en una canción, una voz orgánica y afinada para decir te quiero. En este sentido, quizás la música, para ser íntima, no necesariamente requiere ser escuchada en soledad.
Quizás aquella música más íntima, más personal, es aquella que pedimos en la discoteca para bailar con nuestras amigas cuando estamos tristes. Desde la fiesta más desenfrenada hasta los vínculos más cercanos, la artista catalana explora sus refugios y encuentra, en todos ellos, una celebración con la música. Al fin y al cabo, quizás lo íntimo no es aquello que se esconde tímidamente, sino lo propio que se comparte y celebra a viva voz. En este nuevo marco, Hard cor es un álbum celebradamente íntimo. Una celebración de mucha vida. De muchas vidas.
Si tuvieras que definir a LaFrancesssa con tres personajes de la cultura pop, ¿cuáles serían?
Manuela Trasobares, Lila del Super3, que de hecho es de Ribes (chilla “shout out to her”), y Paris Hilton. Evidentemente, ningún hombre.
Escuchando tu música por la calle, una se puede sentir una Paris Hilton catalana. Cuando compones, ¿qué reacción buscas en el oyente? El empoderamiento, la emoción, el baile…
No busco una reacción en concreto. Siempre he hecho club o industrial, pero lo que quería demostrar con este álbum es que la relación que pudiera tener el oyente con mi música no solo se adscribiera a los contextos de fiesta, sino que también pudiera volver en momentos más personales o de más tranquilidad. Pero, por lo que decías de empoderamiento, me he dado cuenta de que inevitablemente siempre tiendo hacia allí. Por mucho que empiece con una canción tranquila siempre pienso que necesita más fuerza. De hecho, me imagino a mí misma andando con la música que estoy produciendo. En este sentido, me encantaría hacer la música de una pasarela: un Rick Owens, un Mugler; Lafrancesssa también va muy ligada a la imagen, a la presencia. Cuando produzco mis canciones siempre busco esta sensación de estar montada, como ponerte una peluca y ganar una presencia y una confianza completamente distintas. Mi música es una peluca (risas).
Siempre hacemos la broma que aquellos que escuchamos tu música somos franciscanas… ¿Qué es para ti una franciscana?
Una franciscana es una mujer de fe, una high school girl que se lleva bien con la profesora de inglés y la de plástica (risas). Alguien que de día se comporta como una señora, pasando desapercibida, y después, ¡chas! Dominique Jackson, a quien admiro mucho, dijo en una entrega de premios que ella nunca pediría respeto, sino que lo demandaría. Una franciscana es exactamente eso, cuando ella quiere, todo el mundo sabe que está allí.
Es increíble cómo hilas todas las canciones del álbum y, aun así, viajas desde el club deconstruido hasta el ambient más sutil. ¿Al hacer esto, querías presentar Hard cor como un recorrido, un viaje?
¡Claro! Desde el primer momento lo vislumbraba como un viaje sonoro. Teniendo el álbum @@@@@ de Arca como referencia, quería crear una única pieza que, en el fondo, fueran muchas. Quería darle una dimensión conceptual al álbum, una historia, y pensé que esta continuidad podría ayudar. En este álbum buscaba consolidar un sonido que estuviera cohesionado, pero que a la vez fuera versátil. Presentarme como es debido. Darle la mano al oyente.
¿Y qué lugares tendríamos que marcar en el mapa?
No tengo los lugares muy claros, pero para mí sería un fin de semana que empezaría en Montserrat, con la Moreneta. Una vez llegados a Barcelona, tocaría mucha línea verde, me sabe mal (risas). En todas partes, siempre, acompañada de un Bicing eléctrico y siempre tarde.
¿Es un viaje con accidentes?
No. Ha sido más una cuestión de paciencia: saber darles tiempo a las cosas, darle vueltas, replantear si algún cambio es necesario... A pesar de que lo he producido yo, Hard Cor es muy colaborativo, desde el master hasta la imagen y, en consecuencia, te tienes que saber adaptar al ritmo de los demás y tener paciencia.
Al esbozar este viaje, ¿qué papel tenía para ti la imagen?
Creo que la imagen es importante para LaFancresssa, en general. Al aterrizar y concretar esta imagen para Hard Cor, me basé en lo que expresaba en el álbum; representar todos los efectos de este viaje con la imagen. En la portada, si te fijas, tengo la piel de un blanco muy fino, pero que empieza a quebrarse, y llevo un traje de novia abierto, también. El fondo que me rodea creo que refleja muy bien todos los elementos que marcan el trayecto del álbum.
Pese al ritmo acelerado de muchos temas, se pueden encontrar momentos de intimidad muy concretos que dejas entrever en tus canciones. Un ejemplo muy claro para mí es tu estribillo en Satèl·lit-11. ¿Se podría decir que en este álbum has intentado presentar dos facetas de un mismo personaje?
¡Sí! Estaba muy cansada de solo escribir sobre fiestas, chicos y amigas en estos contextos. City Girls, por ejemplo, habla de amigas, pero desde la hermandad que se crea entre las identidades queer que, paradójicamente, en muchas ocasiones, empieza a crearse en estos contextos de fiesta, que al principio pueden parecer más banales. A partir de aquí, de esta hermandad, el álbum pretende ser un viaje del yo, del ego: desde que se libra de su coraza, mostrando su vulnerabilidad, hasta un reempoderamiento.
¿Esta dualidad también la has querido explorar con los sonidos?
Dualidad quizás es un poco confuso porque no creo que se puedan separar las canciones del álbum en aquellas que son más ‘hard’ o más ‘cor’, sino que intento mostrar esta dualidad sonora y conceptual en la mayoría de las canciones. Esta dualidad fluye dentro de las piezas, las constituye. De hecho, esta sensación de mezcla constante de registros me gusta mucho porque creo que se encuentra en todas partes, incluso más allá de la música. Dentro de todas las cosas se encuentra el todo, incluso las contradicciones, por muy opuestas que sean.
Haces alusión al dinero en un par de canciones. Primero a Vaya loki, quizás más como objeto de queja y después a Mama, avui no dormo a casa, donde hablas desde una posición diferente. El dinero, en la escena urbana, siempre ha sido un tema inagotable en las letras. En tu caso, ¿qué relación tiene LaFrancesssa con el dinero? Primero a nivel conceptual, en relación con tus letras y después como artista underground.
Conceptualmente, la moda y el dinero pueden ser una herramienta de empoderamiento muy fuerte en las canciones. A mí me gusta jugar con la opulencia y ser una chula. ¿A quién no? Pero también muestro la cara mala de la moneda, la que vivo más como artista, con canciones como Vaya loki, donde digo, “cansada de currar pel money, si poca cosa ja va bé pel body”. Al final del álbum, con Mama, avui no dormo a casa intento abordar el empoderamiento no desde la opulencia, sino desde la conciencia de estar haciendo lo que me apetece y de valorar el trabajo hecho. Creo que es una buena manera de cerrar el álbum (risas).
¡Pero que no se me malinterprete al enfocar el empoderamiento desde esta perspectiva! No pretendo idealizar las condiciones que rodean la producción underground. Estoy harta de esto. Romantizar y reivindicar el underground desde lo precario, como si fuera un valor, le niega toda posibilidad de profesionalización fuera del mainstream.
Si tuviéramos que buscarte en el explore de Spotify, ¿en qué playlist crees que estarías y con qué artistas?
No es que me identifique con toda la música que aparece en estas playlists, pero creo que Planet Rave y Ethereal serían las más acertadas. En cuanto a los artistas, me encantaría que mis canciones aparecieran junto a artistas como Neve, Blue Boi, Aina Palmer, Akiko Haruna, MIA, Catnapp, Hadren, Golin, Felicita, Nina Emocional, Amnesia Scanner, Marina Herlop…
Para un catalanohablante, sorprende mucho escuchar este tipo de música con letra en catalán, quizás por los pocos referentes de los que disponemos hoy en día. ¿Es una elección consciente o es lo que te sale natural al componer?
Yo creo que, al escribir la letra, condiciona más la lengua de la música que escuchas que la lengua que hablas, y la mayoría de la música que escucho es en inglés. Desgraciadamente, hay muy pocas canciones en catalán que me inspiren o que me hayan influenciado directamente. Por lo tanto, sí que encuentro que hay una elección en las letras.
En una lengua donde faltan referentes urbanos, ¿es difícil huir del ‘catalán TV3’ en las letras?
Mucho. De hecho, como te decía, por el tipo de música que hago me resulta mucho más sencillo componer en inglés por una cuestión de referentes. Al principio me costaba mucho encajar el catalán en estos registros sin que me pareciera forzado. Precisamente, es a partir de las dificultades con que me había encontrado para introducir el catalán en mis canciones, que pensé que merecería la pena afanarse. ¡Con la de niñas raras que hay en Barcelona! Creo que merece la pena esforzarse en encontrar música en tu lengua con la que sentirse cómoda y disputar la hegemonía que tienen ciertos grupos y géneros en la escena catalana.
En este sentido, Bad Gyal, en sus inicios, hizo mucho. Coger aquellas palabras del estándar, reservadas a formatos más tradicionales, como un telediario, y pronunciarlas con un acento barcelonés de la manera más mamarracha posible, es una acción cultural. Creo que ahora hay una muy buena iniciativa por parte de la gente joven y esto se está empezando a consolidar.
Quizás es demasiado pronto para preguntarte sobre futuros proyectos… Ahora que has sacado el álbum, ¿tienes pensado cómo será el directo? ¿Piensas adaptar las canciones a cada situación o estás trabajando en un repertorio fijo?
Sí que hay nuevos proyectos (risas). En cuanto a los directos, me gusta mucho que en cada concierto que hago haya algo nuevo. En el concierto que hice en Razzmatazz para Necro Records intenté hacer esto, un club Hard cor.
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