Pues lo llevo muy bien, la verdad, para mi sorpresa, ya que la gente que me conoce sabe que no soy una persona muy casera y que a la mínima prefiero estar en la calle. De algún modo, a partir del día diez y de sentirme tan a gusto en casa, empecé a preguntarme el porqué (extrañada de mi nuevo yo) y caí en la conclusión que normalmente estoy casi todo el tiempo trabajando, de lunes a sábados, y muy pendiente del reloj.
Habíamos estado organizando un evento en la tienda justo la semana de antes del confinamiento, preparando el cambio de temporada, y tenía que estar yendo a Madrid para un curso de Domestika que estaba preparando. Este parón ‘obligatorio’ es como una terapia, estoy muy tranquila. Por suerte, en mi familia y mi entorno está todo el mundo sano y disfrutando de las pequeñas cosas que normalmente no podemos hacer.