Realicé esta entrevista en un inmenso apartamento de la madrileña calle Santa Engracia. Y es que, pasar una tarde en el barrio de Cuatro Caminos con el cantante Kaydy Cain supone lidiar con excitadísimos fans e indiscretas voces que piden a gritos desde los balcones el poder acostarse con él. El barrio ardía de miradas curiosas que deseaban saber qué hacia allí este conocido artista, que vestido con el inconfundible gusto del estilista Alex Sobrón, se dejaba fotografiar por el incansable objetivo del fotógrafo Alexander C. Luque. Y fui yo quien tuve la suerte de fumarse un cigarro con él, ya cuando el sol se escondía, para poder repasar una carrera llena de adrenalina.
Porque hablar con Kaydy es escuchar a alguien con un discurso tan natural como cargado de ambición y costumbrismo. Es cercano, gamberro e increíblemente divertido, al igual que su disco, El juguete de tu muñeca, que ha alcanzado la cima de las listas de éxitos con la misma facilidad con la que un niño se divierte.
Me gustaría empezar por el principio, por tus orígenes. Te criaste en Carabanchel, en un ambiente humilde. ¿De qué manera el barrio ha influido en tu música?
La verdad es que es un barrio muy cómodo, bonito y agradable. No ha sido para nada traumático criarme allí. Supongo que me ha influenciado tanto en mis líricas como en mi forma de ser.
Pese a como ha cambiado tu vida, sigues ahí, en Carabanchel, pero ahora vives en un espacio llamado Trap (House 9), que tú mismo has diseñado en colaboración con Studio Animal. Un sitio que es una auténtica pasada. ¿Por qué quedarte allí y no instalarte en un nuevo lugar?
Quería que mi primera casa, si es que algún día tengo más, estuviera en mi barrio de toda la vida. Cerca de la gente que quizás no puede tener una casa en otro lado.
¿Qué papel ejerció la música durante tu juventud en el barrio?
En mi familia tenía un papel muy importante. Mi padre no se dedicaba a ello profesionalmente, pero estaba todo el día tocando. En todo momento había música, guitarras sonando, fiesta… Al final es una forma de vida. Mi padre siempre me ha inculcado que la música es una vía de escape, algo que solo puede darte cosas buenas.
¿Hay algún artista en especial que al escucharlo te haga recordar aquella época?
Depende del rollo, por ejemplo, si recuerdo mi juventud a través de la música de mi padre pienso en varios, me pasa igual con mi madre y conmigo mismo, con la música que escuchaba por mi cuenta. Escuchaba mucho rap y flamenco, pero a partir de ahí, un poco de todo: salsa, techno, bakalao… en especial puedo nombrarte a Biggie Smalls o a Gucci Mane, los dos son quienes más me han marcado. Del flamenco Camarón, y de salsa Hector Lavoe o Ismael Rivera.
Empezaste tu andadura musical con el grupo Pxxr Gvng, ahora conocido como Los Santos, en el que están actualmente involucrados Yung Beef, Khaled, tú y anteriormente Steve Lean y Cecilio G. ¿Cómo llegasteis a juntaros?
Yo conocí a los chicos en un concierto de Barcelona, a partir de ahí hice amistad con ellos. Todos teníamos el mismo gusto musical, las mismas aficiones y decidimos ir allí a montar el grupo. La idea de juntarnos fue para buscarnos la vida, para nada rollo Los Mosqueteros: uno para todos y todos para uno. Decidimos que juntarnos podía suponer una vía para comenzar. Más tarde, llegó el momento en el que empiezas a ganar más dinero trabajando solo que en conjunto, ya que no hay tanto que repartir ni tanto que gastar. Si nos juntamos ahora es por gusto, sin que la vida de nadie tenga que depender de los otros.
¿Trabajar en grupo es más divertido que en solitario?
Sí, es más divertido. Cada grupo tendrá su forma de trabajar, como le sea más cómodo. Pero siempre, siempre es más divertido.
¿Cuesta ponerse de acuerdo?
Claro, siempre cuesta más.
En 2017 diste el paso de lanzar tu carrera en solitario a través del disco Calle Amor. En ese disco te alejaste un poco del trap para darle a tu música un giro más caribeño y latino, más reggaetonero. Ahora que ya han pasado varios años, ¿cómo recuerdas ese disco y la experiencia de llevarlo a cabo?
Siento alegría. Yo nunca he dejado el grupo, ¡eh! Ellos son mis hermanos y, a día de hoy, nos seguimos juntando para hacer música y comer con la familia. Esa época fue la primera vez que me lanzaba en solitario. Lo recuerdo muy bien porque la acogida fue muy buena y gracias a eso, hoy en día, vivo de la música.
¿Los temas antiguos qué sensaciones te despiertan?
Todo el mundo se saca defectos, sobre todo cuanto más pureta eres. Yo tengo muchos artistas que me gustan más sus primeros temas que los más actuales. Yo intento ser crítico conmigo mismo, acepto las críticas ajenas, pero no me influyen.
Entonces, si tienes que pedir consejo sobre tu propia música, ¿a quién se lo pides?
Muchas veces a mi equipo, a mi familia, a mis amigos, a mi chica. Una cosa que me gusta hacer cuando he terminado un trabajo es ponerlo en el coche e irme a mi barrio o a algún otro sitio, para que alguien desconocido pueda escucharlo, ya que su opinión va a ser muy, muy válida. Yo sé que a lo mejor mi música me gusta, es así y me parece perfecta. Pero si quiero hacer negocio, tiene que escucharla gente que entienda de otra cosa.
Tus letras generan mucha polémica, ¿qué tal llevas eso?
Supongo que la polémica siempre es publicidad. No lo llevo mal, la verdad. Creo que hay una minoría de gente que entiende muy bien mi música, otro grupo más numeroso que no la entiende pero la disfruta y la respeta, y uno que ni la entiende ni la respeta.
El tema Perdedores del barrio de tu primer LP, Calle Amor, inició ese famoso pique entre C. Tangana y tú. ¿Esperabas toda esta polémica? ¿Es todo una leyenda urbana o de verdad había intención en las letras de tu canción?
Es cierto todo lo que se ve. Él salió en varias entrevistas hablando sobre nosotros y nos tiró un par de rimas en una canción y pasó lo que pasó.
¿La gente va a tan a full como parece en el mundo de la música?
El mundo en general es un poco turbio, hay gente amable y gente que no.
Posteriormente lanzaste tu segundo álbum, Lo mejor de lo peor, un disco que se considera una continuación directa de Calle Amor. Ahora, hace apenas un mes, aparece El juguete de tu muñeca. ¿Dirías que este disco puede considerarse una nueva etapa?
Es una continuación al sonido que estaba haciendo, pero es un trabajo mas currado, más centralizado. Hay una idea, un mood concreto. Es una especie de monstruo de Frankenstein compuesto de varios temas.
Fuiste padre el año pasado y ver que el disco gira en torno a juguetes, muñecas… ¿Ha influido tu recién estrenada paternidad en tu nuevo trabajo?
Seguramente de manera inconsciente me ha influenciado. De hecho, tengo samples de canciones de bebés. Pero mi música no deja de ser la de siempre, de antes de todo. Influencias musicales concretas sí que han sido el reggaeton, con el que yo me he criado y he disfrutado y es el de Tego Calderón o Ñejo.
¿Por qué precisamente solo siete canciones engloban este disco? ¿Buscas dejar a tu público con ganas de más?
Eso no fue meditado. Creo que eran las que redondeaban el trabajo. Yo me tiré una semana entera en el estudio con un amigo. Teníamos varios temas y fuimos viendo cuál valía, cuál había que redondear y así pasó.
Para promocionar este álbum te has convertido en un muñeco real, que se ha vendido y agotado en internet. ¿De dónde surge esta idea de convertir en un muñeco a Kaydy Cain?
¡De mí! Luego ya el equipo le dio vueltas, pero se me ocurrió a mí.
Serena Williams es el título de una de las canciones de este disco. ¿Por qué dedicarle una canción a esta celebrada tenista?
Es una ironía. Si te fijas hay una estrofa en la que yo hablo del revés de Serena Williams, cuando yo estoy hablando de azotar a mi pareja o a la persona con la que estoy manteniendo relaciones. Es un símil.
En esta misma canción dices “ni tu padre ni tu novio me dan pena, el juguete de tu muñeca, soy tu consolador”. En el reggaeton ninguno sois nunca maridos o padres, siempre amantes. ¿Qué tiene este papel que siempre gusta tanto explotar en este tipo de música?
No lo sé, a mi el rol de padre a lo sugar daddy también me mola. Con mi hija me doy unos paseos y, vamos, soy el mas vacilón, como el que se va a ver un partido de fútbol, yo me voy con mi hija a pasear. Soy muy lover, es mi mood. Me gusta amar y que me amen.