“La práctica artística supone una suerte de movimiento performático que sale de las tripas, o no sale. Es un ejercicio de confrontación tanto para mí como para el espectador de la pieza, ya sea teatral o pictórica. Una toma de consciencia que te devuelve a un origen, a una zona primigenia, donde solo existe el cuerpo, el espacio y residuos emocionales. Casi como si fueran retablos religiosos, donde se vuelve a la liturgia, a la religión arcaica intentando rescatar lo sagrado a través de lo pagano”. Así se expresa
José Luis Barquero cuando habla de su obra, que por cierto podéis ver ahora en Habitación Número 34, de Madrid. Pintura, performance, teatro, Barquero es un artista poliédrico cuyo espacio de trabajo transgrede los límites y las reglas, un espacio donde la identidad se multiplica y se desdobla en un “ejercicio espiritual y de resistencia” frente sí mismo y lo aquello que le rodea.