Jose A. Roda hacía cosas, estudiaba cosas y buscaba qué hacer con todo. ¿Y quién no? Parece que cuando un nombre destaca, el éxito es lo único que conocemos de ese nombre, adoramos su presente sin apenas pensar qué lo ha traído hasta este punto. Él, como todos, también estuvo ante el vértigo de no saber hacia donde avanzar. Pero aún así de algún modo arriesgó: cambió de ciudad, de ambiente y de situación. Empezó su propio proyecto, que avanza, como bien destaca, con ese do it yourself with others de la vida misma. Así pues, un proceso profesional de alguien normal nada corriente.
Estudiaste comunicación audiovisual y diseño gráfico aplicado a la comunicación y finalmente te dedicas a ser un creador sin etiqueta. Cuéntanos un poco este proceso. ¿En qué momento decides que es “eso” a lo que quieres dedicarte profesionalmente?
Tras finalizar los estudios de licenciatura me encontraba perdido, así que decidí seguir formándome, pero después del master me encontraba igual de perdido. Así que, mientras trabajaba en tiendas de ropa, iba haciendo cosas acorde a mis inquietudes artísticas. En 2013 me mudo a Madrid en busca de nuevas oportunidades laborales. Y es entonces, estando lejos de casa, sin trabajo y sin mi entorno, cuando me pongo a dibujar más concienzudamente. Madrid es muy cara, hace mucho frío, yo no tenía curro, y dibujar era un pasatiempo gratuito, así que empecé a darle caña. Las redes sociales, gente buena que ha ido apareciendo en mi camino y mi carácter perseverante hicieron el resto. Hice varios cursos, seguí currando y poco a poco empecé a ver un interés por parte de la gente hacia lo que producía. Pensé: “Si nadie me da trabajo me lo voy a dar yo”. Puedo hacer muchas cosas por mí mismo, como dijo aquel, “no me hacen falta sardinas pa’ beber agua”.
Sabemos que partes de la admiración hacia personajes del mundo de la cultura como referente para escoger qué dibujar. ¿Cuáles destacarías? ¿Alguno tiene un valor referencial importante en tu evolución creativa?
Soy muy mitómano y además nada exquisito. Puedo sentir un placer parecido al acercarme a la figura de un genio de las letras, como a la de un concursante de reality o a un personaje de Callejeros, aunque ambos se encuentren extremos opuestos. He dicho parecido, no igual. Si alguno de los personajes que he dibujado tiene un valor referencial en la evolución de mi trabajo creo que sería Rocío Jurado. Ese valor no es por ella misma ni por su obra, si no por haberla dibujado tanto. Soy un loco de su figura y su obra, tengo un montón de dibujos de ella.
Defines tu estilo como simple, pop, colorista y naïf, mas allá de los conceptos ¿qué representa para ti tu trabajo? ¿Es tu medio de expresión más allá de realizar representaciones figurativas?
Mi trabajo representa lo que es. Un plato representa un plato, un dibujo representa un dibujo. No tengo un mensaje que comunicar. Intento hacer cosas que tengan un valor estético y siempre con un gran componente de cariño, pero no expreso una verdad, ni una visión particular sobre las cosas; no quiere decir que no la tenga, pero el arte con mensaje no va conmigo, me parece algo superior, un estadio que a mí no me corresponde. Quizás desde fuera pueden verse otras cosas que yo no veo desde dentro, pero creo que es tal cual lo cuento. Y en el caso de los retratos, está la parte de homenaje. Dibujo a personas y personalidades del ámbito del arte y la cultura que han sido fundamentales en mi vida. Personas que me emocionan con su trabajo y que han formado parte de la educación de mi sensibilidad.
Hay creativos que siempre recurren a una técnica o tienen un color o un material imprescindible para su obra, ¿cuál seria tu “básico”?
Soy muy obsesivo con las cosas y, a su vez, me canso con relativa facilidad, así que no creo que tenga un básico. Aunque me intranquilizan los cambios y salir de mi zona de confort laboral, necesito ir variando y aprender a utilizar herramientas, soportes o materiales desconocidos para mí. Me busco la manera de apañármelas como puedo con lo que tengo. En cuanto a los colores me gusta trabajar con amarillo, azul, rojo, verde y negro. En eso no creo que vaya a cambiar.
Tienes admiradores incondicionales de tus productos. ¿Qué valoración haces de tu evolución profesional hasta hoy? ¿Cuál crees que ha sido el éxito?
El éxito es el cariño y que puedo seguir produciendo, trabajando y aprendiendo. Creo que he aprendido mucho, seguramente más de lo que pienso, y también que aún me queda muchísimas cosas donde cagarla. Soy honesto con lo que hago, con lo que siento y con los demás. Eso para mí es básico, tanto para hacer un plato, como para pedir un menú en el McDonalds. Para joder o engañar, creo que es mejor buscarse otra profesión.
Hace un par de semanas lanzaste una nueva serie de platos que siguen completando esta magnifica colección de serigrafías en objetos. Cuéntanos un poco el proceso de creación. ¿Tienes pensados nuevos soportes?
Al principio trabajaba con calcas cerámicas digitales, pero este proceso me daba cantidad de problemas. Cada plato y taza eran distintos. Ahora, desde hace un par de meses, gracias a todo el apoyo de la gente que ha comprado mis piezas, he podido dar un paso hacia adelante y he empezado a trabajar con serigrafía. El proceso es parecido pero en vez de tratarse de una impresión digital, se trabaja con pantallas y tintas, como en la serigrafía sobre papel. Los resultados son infinitamente mejores. Ahora puedo elegir los colores de mis piezas sin llevarme sustos después de hornearlas y el brillo y el acabado es espectacular. En cuanto a los nuevos soportes no tengo nada planeado a corto plazo, me siento muy cómodo con la cerámica de momento, pero seguro que algo me invento.
Si hablamos del futuro de Jose A. Roda, ¿cuáles son tus planes a largo plazo?
A largo plazo quiero que cuando eche la vista atrás, vea que han pasado un montón de cosas que no me esperaba para luego seguir la batalla. Me gustaría encontrar un trabajo en el que seguir aprendiendo. Me gustaría que José A. Roda fuese una máquina trabajando a todo gas. Me gustaría también que José A. Roda hubiese aprendido a utilizar el Excel, que no estuviese solo ante el peligro, sino que fuese parte de un equipo. Pero, de cualquier forma, que todo suceda como han sucedido las cosas hasta ahora, avanzando, sin dejar de hacer lo que siento y aquello en lo que creo.
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