Polifacético y experimental. Joel Blanco afirma que la adaptación es la cualidad principal de un diseñador y así lo muestra en sus diferentes proyectos. Aunque al principio quería meterse en el mundo del cine, pronto se dio cuenta que lo suyo era el diseño. Ahora hace desde muebles que parten del tándem caos-orden hasta un donut gigante donde sentarse, pasando por una muñeca a tamaño real con la que dormir o Alarido Mongólico, un proyecto audiovisual completamente distinto a todo lo que ha hecho hasta el momento. Hoy discutimos con él sobre los límites entre arte y diseño, estética y funcionalidad, y cómo se desenvuelve a la hora de crear.
Para los que no sepan quién eres, ¿podrías presentarte?
Soy Joel Blanco, diseñador, nacido en La Coruña, miembro inactivo de la generación Pokémon, cantante de Alarido Mongólico, aficionado a la comida rápida y a la filosofía.
Aunque te apuntaste a un curso relacionado con el cine durante el bachiller, enseguida te decantaste por el diseño, que estudiaste tanto en la IED Madrid como en la Design Academy de Eindhoven. ¿Qué impulsó el cambio?
Creo que me di cuenta de que quería ser diseñador de producto relativamente pronto, pero aún con eso nunca me privé de conocer y probar otras cosas. El cine tiene una narrativa y los objetos también, aunque muchas veces los demos por sentados y no les prestemos atención, pero estos son los intermediarios y los creadores de nuestras costumbres.
En el IED Madrid aprendí a diseñar objetos enfocados a la producción industrial pero necesitaba algo más. Estuve un año trabajando como diseñador en Madrid mientras estudiaba Filosofía en la UNED para llenar mis inquietudes (no terminé). Fue al año siguiente cuando entré en la Design Academy de Eindhoven para estudiar el máster de Contextual Design, que parecía que se adecuaba más a mis intereses porque planteaba el diseño no solo como una exploración material y del mercado sino que lo elevaba a un campo más amplio de pensamiento.
En el IED Madrid aprendí a diseñar objetos enfocados a la producción industrial pero necesitaba algo más. Estuve un año trabajando como diseñador en Madrid mientras estudiaba Filosofía en la UNED para llenar mis inquietudes (no terminé). Fue al año siguiente cuando entré en la Design Academy de Eindhoven para estudiar el máster de Contextual Design, que parecía que se adecuaba más a mis intereses porque planteaba el diseño no solo como una exploración material y del mercado sino que lo elevaba a un campo más amplio de pensamiento.
¿Qué es lo mejor y lo peor de estudiar diseño tanto en España como en Holanda?
En España nos educan como buenos trabajadores y ejecutores de ideas mientras que en Holanda les interesa más el desarrollo de las herramientas para llegar a ellas, lo cual también puede provocar que se desvinculen demasiado del mundo real.
A la hora de crear o trabajar, ¿cuál es la etapa más atractiva o que más disfrutas: la búsqueda de referentes, cuando tienes y desarrollas la idea, el proceso en sí, o ver la pieza acabada?
La mayor parte de mis trabajos parten del análisis de la semántica y los diferentes significados de las cosas, por lo que la fase de ideación se me antoja siempre como la más divertida y extensa –tanto, que en ocasiones muchas piezas se quedan en este estado ya que considero que no necesitan existir de manera física. Muchas veces toman forma de vídeo, audio o de un ensayo.
Cuando una idea requiere ser ejecutada es cuando de verdad empiezo a pensar en formas y materiales, rara vez antes. El proceso de diseño prácticamente se solapa con el de producción; las piezas dan un carácter más juguetón e intuitivo. Ver la pieza acabada siempre es satisfactorio cuando te brinda más input para seguir pensando y avanzando en el mismo proyecto. Con este proceso es prácticamente imposible llegar a una idea conclusiva.
Cuando una idea requiere ser ejecutada es cuando de verdad empiezo a pensar en formas y materiales, rara vez antes. El proceso de diseño prácticamente se solapa con el de producción; las piezas dan un carácter más juguetón e intuitivo. Ver la pieza acabada siempre es satisfactorio cuando te brinda más input para seguir pensando y avanzando en el mismo proyecto. Con este proceso es prácticamente imposible llegar a una idea conclusiva.
¿Dónde encuentras la inspiración para desarrollar cada uno de tus proyectos? ¿Partes de un concepto y una idea clara o te gusta experimentar con materiales y que vaya fluyendo?
A veces se tienen ideas maravillosas desde la taza del váter pero normalmente se requiere mucho más que eso. La digestión comienza fuera del cuarto de baño y yo procuro estar alimentándome constantemente de buena lectura. También soy apasionado de la cultura pop, los memes, etc., por lo que muchos de mis proyectos acaban teniendo filosofía y pop como ingredientes principales. Algunos de mis trabajos parten del material pero, generalmente, no. El lado positivo de esto es que limito bastante el número de objetos que produzco y los prevengo de convertirse simplemente en imágenes para Instagram.
Te has enfrentado a múltiples proyectos dentro del diseño de producto: desde sillas hasta la muñeca NoNovia, pasando por accesorios para móviles. ¿Qué te ha aportado poder abarcar proyectos tan diferentes pero englobados siempre bajo la misma disciplina?
La adaptación es la cualidad principal de un diseñador. En el momento en el que te especializas dentro de un área o una herramienta en concreto también estás limitando tus ideas. Hubo una temporada en la que me acostumbré a usar moldes y cada proyecto nuevo, inconscientemente, trataba de solucionarlo con uno. Tuve que esforzarme para dejar eso atrás. Hacer proyectos variados no ha hecho sino ayudar a conseguir liberarme de la técnica. Mi nivel de ignorancia me mantiene imaginativo y sin miedo a preguntar a quienes llevan más tiempo empleando ciertos sistemas de producción.
Sin embargo, ahora estás más metido en la producción audiovisual con los proyectos Alarido Mongólico y Adreim Atup Entertainment. ¿Es esto una manera de reconciliarte con tu interés por el cine?
Y conmigo mismo. Esos proyectos son un alivio y una vía para expresar lo que no podría hacer de otra forma. Trabajar con Adreim Atup en Alarido Mongólico es tanto un placer como una necesidad. Es aire fresco. Nadie cuestiona la funcionalidad de una canción ni te pregunta por el concepto detrás, suena bien o suena mal, te gusta o no. La música también cumple una función aunque no tenga que ver con una necesidad física sino emocional.
¿Cómo llevas el cambio de las sillas a los videoclips?
Hay sillas de sobra pero nunca habrá demasiados videoclips.
En julio expusiste Messless en la Galería 6mas1 de Madrid. Es un conjunto de muebles que parten del tándem caos-orden. Gracias a ellos, podemos guardar las cosas con el desorden que muchos tenemos en nuestra habitación. Antes que nada, ¿eres muy desordenado y necesitabas crear un mueble que lo justificara?
No podrías haber sido más preciso. Necesitaba darle la vuelta. Los muebles deberían adaptarse a nuestro comportamiento y no al revés. Nada es más natural en una habitación que la aparición de montoncitos de ropa revuelta.
“Cuando hablamos de arte no esperamos que una obra cumpla una ‘función’ más allá de poder ser contemplada y admirada, y aún así, pocas personas se aventurarían a decir que el arte es inútil.”
De este modo, rompes con el orden que, por lo general, todos tenemos asimilado e intentamos llevar a la práctica –nuestras madres hicieron mella, supongo. Cuéntanos cómo es eso de subvertir la funcionalidad de un mueble y cómo llegaste a crear una pieza cuya funcionalidad es la opuesta.
Lo único que he subvertido en el proyecto ha sido la definición de orden en el contexto del mismo. La funcionalidad de los muebles no ha cambiado: organizar y almacenar. Lo único que ha cambiado es la forma de organización.
Pero tu interés por los muebles no acaba aquí. En otra serie de hace unos años, Ache´s Objects, creaste muebles y accesorios que, de nuevo, se salen de lo convencional: una silla con una pierna ortopédica o un banco y silla con respaldo y asiento LED. El mundo del diseño no tiene límites, pero si hablamos de muebles, podemos entrar en discusión. ¿Crees que la estética no tiene por qué ir ligada a la funcionalidad, o por el contrario, que diseño y funcionalidad deben ir de la mano?
La estética ha de ir ligada a la funcionalidad en el diseño. El diseño no es simplemente un ejercicio estético. Los objetos, para ser usados, es importante que también sean entendidos. Somos seres emocionales a la par que racionales y nos gusta crear vínculos con las cosas que nos rodean y para ello la estética es vital. En otras palabras, si podemos generar una emoción con un objeto, también estamos cumpliendo una función. No todas las necesidades son físicas. Con todo, yo no le llamaría silla a algo en lo que no te puedes sentar.
Entonces, estos objetos de los que hablamos, ¿pertenecen más al mundo del arte que del diseño? ¿El arte no tiene por qué ser útil en términos de practicidad?
Eso es un debate que lleva años abierto y no creo tener la respuesta definitiva, pero no existe una línea marcada entre el arte y el diseño. Pero cuando hablamos de arte no esperamos que una obra cumpla una ‘función’ más allá de poder ser contemplada y admirada, y aún así, pocas personas se aventurarían a decir que el arte es inútil.
Y entre todo esto, ¿dónde encaja un donut gigante?
Ahora mismo está encajado en la exposición de la Dutch Design Platform en la Filarmónica de Haarlem con muchos diseñadores holandeses chulos como Maarten Baas y Studio Job. Es un donut enorme, el más grande del mundo. Es rosa con virutas de colores, es blandito y te puedes sentar en él. Adultos y niños lo gozan, pero sobre todo adultos. Ellos lo gozan volviendo a la infancia, es un donut enorme. "Es completamente estúpido", exclaman momentos antes de saltar encima a sacarse selfies. Funciona a la perfección. Estoy muy orgulloso y nunca había acertado tanto en algo, en especial con el agujero de en medio.
Has participado en varias exposiciones. En mi opinión, tus muebles se contextualizan mejor en una galería de arte que en una tienda. ¿Consideras que todavía existen barreras entre diseño y arte? ¿Crees que al exponer tus muebles u objetos en una galería son más legitimizados como creación artística y se separan del mundo más funcional del diseño?
Las galerías de arte son tiendas con extra steps. Personalmente, no podría pensar en ningún diseñador que no tenga algo de artista. Cada vez hay más galerías que se dedican al diseño pero parece que los que no nos dedicamos a crear productos destinados a la producción en serie estamos un poco en tierra de nadie. Hay objetos expuestos en galerías a los que yo no llamaría diseño y el hecho de que estén en una galería tampoco los legitimiza como arte.
Y por último, ¿algún proyecto nuevo entre manos del que puedas hablarnos? ¿Dónde te ves en un par de años?
Sin entrar en mucho detalle, estoy experimentando con jarrones saltarines y jugosos. También estoy dándole caña a un proyecto de accesorios en China, haciendo vídeo nuevo, y un pequeño proyecto editorial que incluye algunos de mis ensayos. Además de un audiotour para una fiesta organizada por DayDayGay y más música con Alarido para el mes que viene. Espero que surjan muchas más cosas pronto. Quizás será mejor que volvamos a hablar dentro de dos años porque no tengo muy claro lo que haré mañana.