Marta: Pues con la música nos pasó que el proceso de montaje fue super largo –un año y medio hasta decir, ‘aquí está la película’. Durante todo el proceso de montaje nos acompañaron unas músicas que colocamos de manera inconsciente. Al principio de todo se habían quedado ahí y pensábamos que cuando lo tuviésemos que cerrar ya elegiríamos una banda sonora; era algo que íbamos arrastrando y que nos costaba.
Nunca habíamos tenido un acercamiento a crear una banda sonora, a intentar ver cómo el sonido podría afectar de una manera que no se comiera la imagen. Queríamos algo que tuviese el mismo tono de la película. Al final tuvimos que afrontarlo, pero acabó de la manera más fácil: estaba escuchando mucho un disco de Raül Refree, titulado Jai Alai, y encajaba muchísimo. En cierta manera, yo vivía esta música mucho con la película, en mi cabeza las tenía juntas. Se lo enseñé a Ivet y a ella también le encajó, así que le escribimos a Raül. Fue algo un poco caótica pero nos lanzamos para ver qué pasaba.
Ivet: Le enviamos un email super largo explicándole la película, pero pensamos que a lo mejor ni leía el mail.
Marta: Sí, y en nada nos respondió diciendo que no le había dado tiempo de verla toda pero que había visto solo los diez primeros minutos y quería hacerla. Creo que se enamoró un poco del proyecto porque también le apelaba de manera personal, había algo ahí que le encantó. Él también desciende de Soria. Con la música ha hecho un trabajo muy bonito, ha sacado todas las emociones de Paula y las ha llevado al sonido. Es una línea narrativa más, no solo un acompañamiento. Aunque cuando estábamos trabajando la propuesta, que me encantó, tenía miedo.
Ivet: Era una propuesta muy distinta.
Marta: Sí, totalmente. Y yo tenía miedo que no gustase. Pero luego, todos desde Nanouk estuvieron totalmente de acuerdo en que era el camino que había que seguir. Además, Raül tenía muy claro que era el tono que tenía que coger la película.
Ivet: Al ser Paula un personaje que vive tanto las cosas por dentro y a veces tarda en exteriorizarlas o no lo llega a hacer de ningún modo, necesitábamos algo que realmente subrayase qué le estaba pasando, que uniera los dos mundos (el interior y el exterior de la casa). Fue increíble. Además, cuando Raül apareció muy al final, nos dio un vuelco a la película y la acabó de redondear.