Entre dos aguas es una película de una belleza inusual. Retrata el inexorable paso del tiempo, ese que tanto nos aterra, pero también lo inalterable y estático que puede ser. Las vidas de Isra y Cheíto, los dos hermanos que protagonizaron La leyenda del tiempo en 2004, han cambiado radicalmente tras los doce años de intervalo entre ambos films: si antes eran adolescentes con una vida entera por delante, sueños por cumplir, y miedos a superar, ahora se han convertido en padres de familia con problemas adultos. Pero su entorno, el barrio de La Casería en la isla de San Fernando, parece que sigue igual: la miseria, la lucha diaria, el paro más alto de España, pero también la música como modo de vida o el sentimiento de comunidad como herramienta para vivir mejor.
Si en La leyenda del tiempo la música era el punto de partida y el relato se dividía entre el de los hermanos Gómez y el de Makiko, una chica japonesa que huía en secreto de su familia para perseguir su sueño de convertirse en cantaora, en Entre dos aguas la mirada se centra solamente en ellos y su alrededor: amigos expresidiarios, hijas (tres por cabeza, que no está mal) y mujeres, vecinos, pero sobre todo, su relación, deteriorada por el tiempo y por los caminos radicalmente opuestos que han elegido –el de trapicheador y el de militar en la marina. Hablamos con Isaki para que nos cuente por qué ha decidido retomar esta historia ahora y reflexionamos sobre el paso del tiempo, el talento, y su amor por el cine.