Siempre he tenido una gran fascinación por la cultura nipona, desde que tengo memoria siento una gran conexión con Japón. Me resulta muy interesante el nivel de contraste que existe, ya que pueden ser explícitamente extremistas y al mismo tiempo esenciales y minimalistas. Me identifico en esa dualidad y ese equilibrio.
También fascina la forma en cómo la muerte es percibida bajo el código del samurai. Percepción contraria a la de occidente, donde el acto de quitarte la vida es visto como cobardía. Para el samurai es la forma de decirle a la vida que eres más grande que ella, y encuentro esta manera de ver la muerte muy romántica e inspiradora. Viendo la muerte como algo necesario para poder renacer; de aquí nace el paralelismo de las flores de cerezo que estuvo presente en la colección, ya que algo tan efímero y puro representa la vida y la muerte al mismo tiempo, y solo florece para confrontarnos con lo corta pero bella que es la vida.