Colombia es un país donde la naturaleza inunda todos los rincones; es abrumadora y excesiva, no te deja indiferente. Todo está lleno de esa fuerza natural, allí donde mires encuentras belleza en la brutalidad de la naturaleza, mientras que aquí todo es más calmado y discreto. Creo que mis piezas son un balance entre el exceso y la contención de las dos culturas.
Aparte, en Colombia hay una tradición joyera muy arraigada desde tiempos inmemorables. Nuestros antepasados indígenas eran grandes maestros orfebres; no en vano, los españoles decidieron ir a buscar oro a las Américas. Esa tradición y amor por las joyas ha permanecido en la memoria colectiva. La mejor manera para ver la riqueza joyera de nuestro país es visitar el
Museo del Oro de Bogotá, realmente interesante e inspirador.