Si conoces la escena drag madrileña, conoces a Gad Yola, una artista drag peruana, explosiva y sin pelos en la lengua. Y es que tanto en el escenario, como en redes o en la calle, su labor en la lucha antirracista no pasa desapercibida. Estos días anda trabajando en lo que será su primer single No exotice feat Putochinomaricón, “un temazo de reggaeton, pop y un poco de cumbia, que habla sobre la fetichización de los cuerpos racializados en las relaciones sexuales con personas blancas”, como ella misma explica, que vendrá acompañado de su primer videoclip. Para poder llevarlo a cabo, hace un llamamiento a nuestra colaboración y ha emprendido una campaña de Verkami donde podemos ayudar a financiarlo. Hablamos con Gad Yola sobre sus proyectos, el drag, el racismo y la falta de representación en una Europa blanca.
Hace poco leía cómo muchos artistas crean su álter ego para poder reivindicarse con más fuerza y sentirse más seguros. El drag nace un poco desde esta idea, es un arte performativo donde creas tu personaje, y sea con un discurso politizado o no, el propio hecho de hacer drag ya es una expresión política. ¿Es de ahí de donde nace Gad Yola?
Gad Yola nace en mitad de mi vida universitaria, durante la decadencia de mi primera relación con un chico blanco y cómo forma de canalizar una intención de expresar mi feminidad y comicidad (porque según yo soy graciosa). Nace queriendo imitar a drags como Bob the Drag Queen, Naomi Smalls o Pearl, del reality Rupaul’s Drag Race que para mí en ese entonces eran “hombres que se producían para hacer un espectáculo”. Durante la secundaria hice teatro, fui al coro, me apunté a clases de actuación… Pero algo no encajaba en todo eso. No fue hasta que me puse una peluca y maquillaje que por fin pude explotar como quería. Esto fue en 2017, luego en 2019 empecé a escribir mis primeros monólogos antirracistas gracias al colectivo Ayllú y la fiesta que crearon a principios de año Dont Hit La Negra, un espacio de fiesta para gente racializada y queer en Madrid. Si hubiese que establecer esa línea entre un discurso más o menos politizado, pondría la línea ahí.
Tu drag está fuertemente ligado a la lucha antirracista. Siendo una migrante peruana que ha iniciado su carrera en Madrid, ¿hubo alguna duda de si ser activista o es casi una necesidad?
Creo que es natural, hay gente hace activismo de mil maneras y no se pone la etiqueta de ‘activista’. Yo sí que lo hago porque lo considero necesario, por muy básico que suene o pedante, según qué círculos frecuentes. Uso mi voz, vivencias, alegría y pesares para narrarlas desde la primera persona. Y sí tiene un impacto real en la gente migrante de España, y resuena con gente de mi país, Perú. Entonces, para mí ya es necesario, es mi forma de enfocar mi vida y desde donde la articulo, más o menos mejor.
Siendo Europa un lugar para gente blanca, muchas de nosotras hemos crecido sin tener muchos referentes de otras etnias en las series o en la televisión. Por suerte, cada vez vemos más diversidad en las calles y en las pantallas. Tú creciste en Latinoamérica y te mudaste a España a los 18 años. ¿Cómo viviste este cambio de representación? ¿Ves que vaya a mejor?
La televisión en Perú y Latinoamérica también está muy blanqueada, la gente no blanca lo tiene más difícil para hacerse un hueco en el medio artístico o de espectáculos. Los que presentan las noticias, los que protagonizan las novelas y anuncios comerciales, incluso los que hablan por la radio en su gran mayoría son blancos. Aquí ocurre lo mismo, obviamente porque vivimos en Europa, pero en España somos invisibles, en todos los sentidos imaginables de la palabra. No nos quieren como amigos, como parejas, como vecinos, como familia, como ciudadanos con derechos y, por supuesto, menos nos quieren en el medio artístico. Pero se están jodiendo, porque sí que hay una clara progresión en cuanto a visibilidad. Y aunque es un arma de doble filo, cuando una persona negra se hace un hueco en la escena le da una mano a otra para que todas tengan cabida. De este modo, se reparten de beneficios que han sido acaparados siempre por los mismos.
Junto a cuatro drags latinas –Clush, Nativa, Lady Cirka y Shirley – fundasteis la Casa Drag Latina en Madrid, donde organizáis eventos autogestionados bajo el lema “Amor, orgullo y escándalo”. ¿Cuál es vuestra misión? ¿Es difícil encontrar espacios seguros en el mundo del espectáculo?
¡Nuestra misión es escandalizar! Siempre digo que es tener una voz propia para hacer un show simple pero complejo, que es dramático pero hilarante. Hacemos cositas puntuales cuando nos da la vida y jugamos con el imaginario de casa y familia, que tan crucial ha sido para la comunidad LGTBIQ+ históricamente. Somos una familia creativa que se junta para hacer cosas juntas. Ahí está la magia, en esa simpleza y ese orgullo que portamos. Es difícil encontrar espacios seguros, pero más difícil es crearlos una misma. Se intenta, se deconstruye y vamos desaprendiendo actitudes y fobias según vamos avanzando el camino
Desde la experiencia y las propias vivencias es difícil no posicionarte, aunque a veces parece que los oprimidos tengan la obligación de educar a los demás. Buscar un concepto e informarte jamás ha sido tan fácil como con Internet y las redes. ¿Cómo encuentras el equilibrio entre el posicionarte y saber cuando no tienes por qué decir algo al respecto?
En cuanto al equilibrio, soy una drag acróbata casi. La gente quiere saber mi opinión sobre TODO: qué pienso sobre esta drag que lleva trenzas, sobre las declaraciones de esta otra artista, sobre la vestimenta o comentarios de la otra. La gente quiere saber qué pienso, y no siempre es para apoyar mi mensaje, sino para saber cómo atacarlo mejor. Cuando tengo la fuerza hablo y hago eco de temas que me interceden o apelan y cuando no, me quedo calladita y miro, miro si otras hacen algo al respecto o van a esperar a que la drag racializada y peleona (una etiqueta racista que se me ha colgado y a la cual estoy dando la vuelta) grite y se vuelva loca, y vea cómo suben las ‘views’ en mis stories, o como me amenazan por MD o cómo me insultan por redes. Ojalá la gente fuese igual de valiente a la cara, porque de frente muchas sonrisas falsas, pero por detrás varios cuchillitos te clavan. Así que, acrobacias para no caer, y si se cae que no sea un mal golpe.
Con respecto a esto, me viene a la cabeza la frase de “lo queer no te quita lo racista”. Hay mucha gente que se cree que por formar parte del colectivo LGTBIQ+ pueden hacer o decir lo que quieran, y muchas veces se traslada en actitudes racistas que vienen de su comodidad blanca. Estuviste involucrada en una polémica en las redes por señalar que una drag española estaba haciendo apropiación cultural. ¿Por qué crees que en países como Estados Unidos o el Reino Unido está mucho peor visto todo esto y, en cambio, en España la gente es mucho más permisiva?
Porque España es racista. Los españoles son racistas. Los europeos son racistas. Vivimos con leyes racistas que dan amparo a estas actitudes, insultos y agresiones institucionalizadas ¿Cómo puedo esperar que una chavala cualquiera de 20 añitos esté deconstruida si estamos invisibilizadas y marginalizadas? Ojo, que en comparación hay grandes avances que vienen de iniciativas de gente migrante en este país que están cambiando el parecer y sentir a pasos de gigantes. Hay mucho trabajo que se está haciendo y bastante pedagogía para educar a la peñita, pero no quieren verlo. Y los maricones, gente no binaria, bolleras y gente trans blanca por muy queer que sean, no van a querer reconocer que tienen o han tenido actitudes racistas. Es hora de despertar, cariñas.
Hace nada se ha estrenado Una navidad con Samantha Hudson, un capítulo especial en el que haces un cameo. Samantha es todo un ejemplo de cómo mensajes tan potentes como el suyo pueden llegar a ocupar espacios más mainstreams. De hecho, con su éxito o la llegada de Drag Race España, parece que estamos viviendo un boom del colectivo. ¿Por qué piensas que, a pesar de todo el impacto, estos programas se siguen emitiendo en canales de pago?
Porque la comunidad LGTBIQ+ y sus expresiones y opresiones no son rentables para el público mainstream. Todavía hay que educar la mirada de la gente cishetero y tenemos que obligarles a entender que nuestras vivencias son igual de válidas que las suyas. Habrá treinta temporadas de Ahora caigo o Puente viejo, pero nuestro contenido hay que seguir peleándolo y creo que Samantha hace eso precisamente.
Desconocía el proyecto de Hipernariz, y me parece superimportante reivindicarlo. Trata de luchar contra los ideales de belleza eurocéntricos donde las narices negras, indias o latinas son menos bellas. ¿Nos podrías explicar un poco más sobre la idea y cómo abordáis esta problemática?
Todo surge por una invitación que me hicieron los Romper en caso de a un proyecto artístico, y quise hacer algo más que performar, como he venido haciendo. Quería hacer algo material y poder poner en práctica el grado de Comunicación Audiovisual que tengo, así que hice, junto a otros artistas, una pieza plástica y audiovisual donde el centro son nuestras narices, sus historias, sus apodos, sus cambios o sus deseos de cambio, preguntarnos el por qué hemos querido (algunas) cambiar partes de ella y cómo se relaciona eso con la hegemonía de la blanquitud. Se podría haber escogido cualquier parte del cuerpo, porque para la gente racializada, todo el cuerpo tiene historia, pero en este caso fue la nariz porque tengo una nariz enorme y quería hacer alarde de ella. A ver quién la tiene más grande. Yo ejercía de cirujana drag y hacia un cambio en sus narices, en lugar de dejártela bonita y blanca te la dragueaba y aumentaba.
Has estado muchos años viviendo en Madrid, pero ahora vuelves a tu país, Perú. ¿Qué te ha hecho querer regresar?
He querido regresar porque por fin he tenido los recursos para hacerlo. Ojalá hubiese sido antes, pero es una realidad más de nosotras, el regreso, la reconexión con la tierra y nuestra familia no es un proceso tan fácil para algunas, a veces cuesta años de ahorros o inversión. Entonces, regresé para pasar las fiestas con mi familia y para desvirtualizar a mucha gente que conocí por redes durante la pandemia, para estrechar más los vínculos y hacer mi coproduccion internacional around the world. De momento estoy aquí y es inexplicable todo lo que estoy sintiendo, por todo en general. El otro día tuve mi primer show en Lima junto a unx cantantx afroqueer La Mamba, y como le dije a ellx, cada día aquí está siendo una bendición.
No puedo dejar de mencionar el proyecto en el que estás trabajando ahora, el single No Exotice feat. Putochinomaricón, por el que has comenzado una campaña para financiar el videoclip que rodarás en Perú. ¿Qué nos puedes adelantar?
El videoclip es un temazo de reggaeton, pop y un poco de cumbia, que habla sobre la fetichización de los cuerpos racializados en las relaciones sexuales con personas blancas. Es denso, pero es hilarante al mismo tiempo, tengo muchas ganas de que todo el mundo la escuche YA. Lo hermoso y lo que más ilusión me hace es que el video lo grabamos aquí en Lima con un equipo de gente queer que ya tiene un bagaje en las producciones audiovisuales de gente LGTBIQ+, así que para mí es una manera de redistribuir, colaborar y crear en comunidad. Me mantengo en mi línea y creo que con esta canción y videoclip me estoy lanzando a un nuevo tipo de estrellato, uno para el que estoy preparadísima.
Y sobre todo, ¿cómo podemos ayudar?
Podéis entrar al enlace de Verkami y ayudar con aportaciones para que el videoclip no solo se haga realidad, si no que se superen las expectativas que tenemos todxs. ¡Aportad, que aún estáis a tiempo!
¿Y qué podremos ver de Gad Yola próximamente?
Creo que me estoy perfilando para ser una mejor y más completa artista, eso es lo que se verá de mí a lo largo de este tiempo. ¿Dónde se verá eso? En todos sitios, porque mi venganza es estar en todos lados.