Confeccioné disfraces durante varios años, había dejado la pintura de lado, pero dentro de mí algo estaba floreciendo. Tuve la suerte, o el destino me quiso presentar una oportunidad que la supe aprovechar. Puse mi alma entera en ese proyecto, el mural para mi hermana, sentía muy dentro mío que algo estaba surgiendo y que realmente era lo que estaba esperando. Recuerdo la primera pincelada, en esa pared inmensa, sin miedo, mi primera pared. Nunca había pintado sobre pared. Y ahí apareció la magia, la primera pincelada y todo fluyó. El pincel se desliza, y mi cabeza se pone en blanco, avanzo ansiosa, emocionada mientras voy observando cómo se va completando el vacío. La sensación es inexplicable, me vacío y mi alma queda en ese lugar. En ese mural. Y así vinieron muchos más, abrí mi cuenta de Instagram, empecé a mostrar mis trabajos, mi forma de pintar y mi emoción por estar haciendo lo que tanto me apasiona y me llena de vida. Pintar. Ese mural fue el comienzo de todo, cuando vi que el mural salió en la portada de unas de las mejores revistas de decoración de Argentina, no quería parar y, así fue, murales, lienzos, empapelados, productos con mis diseños, ¡un gran crecimiento! Y todavía me cuesta creerlo.