Fito Conesa es una figura indispensable en la escena artística de Barcelona. Licenciado en Bellas Artes por la UB, Conesa (Cartagena, 1980) tanto imparte y elabora talleres, como conceptualiza y produce obras visuales y sonoras o comisaría exposiciones. Es director del proyecto Habitació 1418 del MACBA y CCCB y formó parte del equipo tutorial de la Sala d’Art Jove de Barcelona. Según el propio artista se basta con un par de paréntesis y dos acentos divergentes para tricotar un nuevo lenguaje. Con el fin de explorar ese nuevo lenguaje, y aprovechando que su obra Midgard está en exhibición en la muestra 1000 m2 de deseo, no podíamos dejar pasar una conversación con Fito, una persona en tránsito constante.
Eres de Murcia, yo de Almería, casi lo mismo... Hiciste Bellas Artes en la UB, ¿cómo acabaste en Barcelona y no en Madrid, por ejemplo?
Pues quizás sea parte de los daños colaterales del efecto Olimpiadas, la culpa es de Cobi, seguro. Mi madre, nacida en Caravaca, sí que formó parte de la migración murciana a Cataluña y hasta muy entrada su adolescencia vivió en L’Hospitalet, por lo que ese vínculo interno siempre estuvo y volver al pueblo no era una opción –el pueblo como idea mental. El primer ciclo de la carrera lo hice en Altea (Alicante) y fue en ese momento en el que me induje a modo casi psicomágico la necesidad de cerrar el circulo familiar. Eso, y que las posibilidades laborales, emocionales y sexuales se multiplicaban. Con veinte años tus prioridades responden a otro tipo de deseos.
Siempre me interesa el background familiar de los artistas. ¿Me puedes contar a qué se dedican tus padres?
Pues mi padre es electricista y mi madre, bueno… mi madre es y ha sido de todo. Si existe alguna relación entre las decisiones que uno toma a nivel profesional y las madres, lejos de Freud y demás teorías de la conspiración, podría afirmar que el culo de mal asiento de mi madre, que ha abarcado desde auxiliar de farmacia hasta el coqueteo con la arqueología, ha sido sin duda lo que me ha animado a probar, testear y celebrar los cambios.
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Pero, ¿se interesan por el arte? ¿Entienden lo que haces?
Sí, se interesan en general por hacinar conocimiento del tipo que sea, aunque nunca me han persuadido o intentado influenciar en mis decisiones. Mis padres devoran libros y ven muchas expos. Ahora, lo de entender lo que hago, eso ya es un proceso. Imagino que en términos globales empiezan a entenderme a mí y por extensión lo que hago.
¿Ha afectado tu procedencia —yo lo llamo ‘el cálido sudeste’— en el desarrollo de tus proyectos artísticos?
Por supuesto, la procedencia afecta hasta para pedir un café. Donde yo nací beben café con leche condensada (bombón) y además le ponen azúcar. Seguramente sea ahí donde reside nuestro flow. El ser un cartagenero catalanizado o un catalán de Cartagena… esa idea de que aquí (Barcelona) siempre eres de allí y viceversa está muy presente. De hecho mis veranos transcurrían en el universo Indalo almeriense por lo que la idea europea del norte me era muy ajena.
Lo mismo, en mi pueblo también hay que especificar que pongan leche natural en el café. Pasando a tu carrera y repasando tu statement artístico, te confiesas obsesionado con la comunicación, con lo desconcertante de las segundas lecturas y lo sobreentendido. ¿Puedes desarrollar un poco más estos conceptos?
Bueno, con esto me refiero a preservar y proteger el concepto de secreto. Soy muy dado a teorías y mundos paralelos, e intuyo que esto es extensible al resto de la humanidad. Soy muy de lanzar código morse o lenguaje encriptado en mis propuestas, pero necesito ser el que controle la dirección de esa comunicación de capa oculta. Es como un TOC –trastorno obsesivo compulsivo–, como una consecuencia o respuesta a mi caos y desorden externo. Si quiero abiertamente confesar o contar algo, no me ando con vueltas. Dicho esto, NO ME GUSTAN THE SMITHS, y eso, que lo digo claro.
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Precisamente sobre la comunicación trata la pieza de video Midgard que presentas en la muestra 1000m2 de deseo —en display en el CCCB hasta marzo del próximo año—, un trabajo construido a partir de muchísimas capas, no sólo visuales o conceptuales. En él abordas muchos aspectos de las relaciones online y la hetero/homo normatividad que también se impone en la red. Cuéntanos como surgió la pieza y los entresijos que esconde. 
Pues es de esas cosas que surge a raíz de un accidente. La idea era realizar una road movie a partir de la página, una página de contactos para gente que está en ruta (camioneros, básicamente). Es como un BlaBlaCar del sexo expandido. Al no poder realizar este vídeo, debido a logísticas y derivados varios, decidí plantearme mi necesidad más allá del morbo de compartir o hablar de sexo con un desconocido. Ahora, desde la distancia que otorga —o no— el momento ‘en una relación estable’ decido enfrentarme a antiguos perfiles de páginas tales como bakala.org o chats como el de Terra. Es en esa coyuntura en la que hago un poco de arqueología y revivo lo perverso del lenguaje. Ser gay afeminado, gordo, feo o cualquier cosa que no responda a un esquema preestablecido en este tipo de espacios, pasa por ubicarte en un aparte.
O sea, este trabajo es sin duda autorreferencial, ¿es siempre así? Porque además afirmas que esas autorreferencias pretenden camuflarse en la posibilidad de un imaginario común. ¿Puedes aclarar esto?
Parto de algo que funciona o es parte de mí para compartirlo y entregarlo al otro. Como quién crea una página o archivo abierto y de libre uso, posiblemente con una pátina poética pero tuya y mía. Hablar como lo hice en las primeras preguntas sobre mis vacaciones a Almería siendo de Murcia, ya conlleva unos esquemas socioeconómicos; es más, me sitúa en un contexto concreto. Cómo ves, tengo alma de geógrafa y de organizadora —aunque en realidad soy un caos.
Muchos de tus trabajos, como Nocturno para Genalguacil o Fantasía y Fuga para Tsushima están relacionados con la música o el sonido. ¿Te interesa mucho el lenguaje musical? 
Aquí surge la contradicción. Llevo un rato hablando del lenguaje directo y no de las dobles lecturas, para ahora responder a esta pregunta. Redoble de tambores— debo afirmar que me interesa la traducción de formatos y lenguajes. No se trata de averiguar el mensaje oculto, sino de traducirlo a otro idioma y celebrarlo. Ahí es cuando aparece la música, la excusa de lo sonoro y la posibilidad de convertir palabras en notas y gestos en tiempos. También responde a una necesidad de camuflar ciertas intensidades. “I am latina, I cannot help it”. Por ejemplo en Fantasía y Fuga para Tsushima traduzco a lenguaje musical una batalla a partir de un mapa de la isla japonesa Tsushima que encontré en casa de mis padres. La sucesión de eventos —timeline— de la batalla ocurrida en esta isla, que el día de mi cumpleaños coincidía con su centenario, generó esta suerte de banda sonora. Muy mágico todo, así soy yo… (risas).
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Así pues, lo tuyo es el trabajo performativo, sea en el formato que sea: música, vídeo, teatro, conferencia performativa (valga la redundancia), etc. ¿Cierto? 
Me aferro al comodín del flow sureño. Necesito ‘rizomar’ en cosas. 
Perfecto, si de ‘rizomar’ se trata, cambiamos de tema pues. Tienes un proyecto de ediciones de artista junto con Pilar Cruz, cosa que me interesa muchísimo, puesto que hace accesible el arte a un tipo de consumidor no elitista. El proyecto se llama Degénero y en él estampáis ilustraciones de artistas en tela. ¿Cuál es la finalidad de este proyecto y que tipo de artistas seleccionáis? 
Es un proyecto de comisariado sobre textil. La idea es que adquieras obras en metros como quien adquiere una pieza artística. La transformación viene en el último paso. Una vez posees tu metro —numerado y seriado dentro de un total de cuarenta por colección— queda en tus manos la obra final, ya sea un cojín, una falda o un cuadro. A veces realizamos piezas ya confeccionadas con la diseñadora Lidia Azuara. Los artistas los escogemos en base a la temática de la colección o exposición y no hay un parámetro o artista tipo. We are open.
¿Está funcionando bien este proyecto? ¿Dónde y cómo lo presentáis?
Sí, así sin rodeos, sobre todo en acogida. Lo presentamos en ferias de arte como Swab (Barcelona) o ARCO (Madrid), de manos de Múltiplos en esta última; o en nuestra web.
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Eres un personaje poliédrico —palabra tan de moda últimamente—, casi un hombre del Renacimiento, porque aparte de tu trabajo como artista visual, también comisarías, escribes y eres el director y coordinador del proyecto Habitació 1418 del MACBA y CCCB, ¿en qué consiste?
Habitació 1418 es un espacio dedicado al público adolescente (por eso 1418: de 14 a 18 años) impulsado por MACBA y CCCB. Es gratuito, libre y sin inscripciones, y se activa los sábados de 17h a 21h. Hay talleres, encuentros y festivales y lejos de la explicación de manual, Habitació 1418 es una posibilidad y un experimento. Un lugar donde compartir y repensar el museo, donde los adolescentes proponen. Un non stop, vaya. Lanzo desde aquí una invitación a todos y todas. El sábado día 17 de diciembre a las 17h celebramos un anticipo del festival El día més curt, que se celebra el miércoles 21 de diciembre, también en CCCB, coincidiendo con el solsticio de invierno. Nosotros desde Habitació 1418, y en complicidad con la organización de este certamen, proyectaremos un programa de cortos hechos por teens de la Habitació o con aire juvenil. Estáis todas invitadas al auditorio del CCCB a pasar la tarde. 
Fenomenal, ahí estaremos. De todos modos, ¿hay una razón especial por la que trabajas con adolescentes? Pienso que es una etapa decisiva para forjar la personalidad del adulto pero también para desarrollar traumas con sus posteriores escudos, ¿tú que piensas? 
Trabajo con adolescentes porque un día alguien pensó que sería capaz de hacerlo. Es una de esas cosas que uno no percibe pero que despierta en los demás.
Que interesante…
Con respecto al universo trauma, a veces creo que es más complejo pensar en el concepto adolescente con sus multicapas que hablar de personas en tránsito. Seres en movimiento de un lado a otro. Es importante respetar los procesos internos y entender que los procesos en tránsito funcionan como el meteorito que viene hacia nosotros, y que sólo necesita de un micro movimiento para desviar su ruta hacia nuestro fin. Ya te dije que soy un poco dado al drama.
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Fantástica visión de la adolescencia. Además en relación a la adolescencia pivota también la presentación I’m not a girl not yet a woman, una aproximación al biopic musical dentro del ciclo 360° que acabas de presentar en Lo Pati de Amposta. Así pues, con todo su drama, ¿te sientes el eterno adolescente? 
Sí, me siento en tránsito constante y permanente, me siento en movimiento. I’m not a girl not yet a woman, Britney dixit, es un canto al proceso, a uno mismo, un statement. Un canto del artista que lucha por salir de lo emergente sin saber dónde o qué llega después.
Para acabar, cuéntanos en qué proyectos estás embarcado en la actualidad y qué presentarás en un futuro próximo.
Si me permites los cito a modo de agenda, así, si pierdo la mía, siempre me quedará esta entrevista. Estoy preparando de cara a principios de 2017 un par de cosas que me tiene entre feliz, ilusionado, susto o muerte. Por un lado, en estos días ando en la grabación de un vídeo para la expo Generaciones 2017 de La Casa Encendida de Madrid. Un proyecto en el que he trabajado con una directora de coro para intentar realizar una propuesta coral compuesta por voces masculinas en proceso de mutación. Después llegará ARCO, donde estaré junto a Rosana Antolí en Espai Tactel, la galería con la que trabajo y que este año ha sido seleccionada dentro de la sección Opening de la feria. Estoy muy contento de participar con unas partituras realizadas a partir del statement artístico de mi amado Félix Gonzales-Torres. Y ya para acabar y no producir estrés —esto me lo digo a mí mismo—, hacia mediados de marzo inauguro mi primera individual en la galeria Espai Tactel en Valencia. Esta vez trabajaré a partir de la idea de viaje propuesta por el compositor Steve Reich en algunas de sus obras. Lo que realmente me ilusiona o me tiene emocionado es que grabaré piezas musicales en vinilo, me interesa retomar el audio en formato objeto como obra artística poco seriada.