Fue un adicto al trabajo durante muchos años, preso de la obsesión por ser un gran artista que le provocó una gran depresión que le impedía dibujar. Empezó de nuevo y creó los Nagas, unas figuras amorfas dibujadas a lápiz que han estado presentes este año en Arco de la mano de la Galería Senda, donde por cierto ha sido galardonado con el 18º premio Electronic Art Arco-Beep por su obra Opaulo (1990). Por ahora, ha renunciado a los grandes formatos y al color. Se inventa palabras como ‘Trapujar’, o en castellano, ‘Trasubir’ que para él es mejor que ‘Trabajar’. Es un neologismo que significa que el trabajo tiene que servir para llegar a puntos distintos a los ya conocidos. En su obra y en su vida personal ha sido fiel a ese principio. Todavía hoy sigue en busca de lo inexplorado, muy atento al nacimiento de un nuevo proceso creativo en el que todo es posible: lo concreto, lo abstracto, lo material o lo inmaterial.