Quien soy tiene mucho que ver con la niña que creció allí, soñadora y tozuda, positiva y perseverante, reflexiva e inconformista... La necesidad de querer más hizo que dejara Jaén para empezar otra etapa en Madrid, que para mí, a los 19 años, me la imaginaba como una gran ciudad llena de oportunidades, tipo sueño americano (risas). Todavía tenía que descubrir lo que realmente me llenaba, pero mientras tanto, iba explorando todo aquello que me interesaba: escribir, aunque lo llevo haciendo desde muy niña, en esta etapa me dio fuerte por la crítica de cine, estaba obsesionada por la música, leía a todas horas, iba a todas las exposiciones que inauguraban... Bueno, ¡lo típico de la edad! Estás motivado por mil cosas diferentes y vas picando de todo un poco para llegar a ser la persona que luego serás. Y ahí estaba, buscando el medio por el que expresarme a gusto. Siempre había algo que hacer en Madrid y yo no quería desaprovechar eso. El año que pasé en Milán lo recuerdo con mucho cariño. Fue un año de no parar de viajar por Italia y de dar con gente maravillosa que se convirtió en mi familia. Y Barcelona me ha aportado madurez, responsabilidades y he encontrado mi verdadera vocación. Creo que en Barcelona hay ganas de hacer cosas y mucho talento, y estar en ese entorno ayuda a que quieras superarte, a no anclarte.
El cine y el foto-periodismo. En la facultad, de todas las asignaturas que tuve, Crítica de Cine y Foto-periodismo son las que me tenían como loca. Creo que siempre quise ser cineasta, mi adicción por la escritura y mi fascinación por el cine me daban pistas, pero al final me decanté por la fotografía. La verdad, disfrutaba como una enana en el laboratorio de la facultad esperando a que se revelaran aquellas imágenes que hoy se convierten en recuerdos. Ese punto de detener el tiempo es lo que más me llamaba la atención de la fotografía y me sigue llamando aún hoy.
Por su magia, por su no inmediatez. Me encanta tener películas acumuladas, llevarlas y encontrarme con momentos irrepetibles, luces, lugares, situaciones cotidianas, en definitiva, recuerdos de un pasado no tan lejano. Lo que más me atrapa es la connotación de sorpresa que tiene la película.
Me parece realmente interesante vivir esos dos mundos tan opuestos, aunque no creo que sea necesario para todo fotógrafo de moda. Es más, en mi caso, justo yo me alejé de la noticia, de la cruda realidad, para adentrarme en un mundo visto a través de una lente, la mía. No me veía cada día soportando lo mal que está todo. Yo quería vivir en un mundo menos malo, más irreal pero también esperanzador. También está bien detener el tiempo para tener constancia de la belleza que hubo en ese preciso instante. Soy más de fijarme en lo bello que en lo feo.
De las que nombras, todas me parecen grandes mujeres que se dedicaron a un tipo de fotografía documental y comprometida a la que yo no pertenezco, excepto Annie Leibovitz, de la que prefiero sus comienzos, con sus cámaras pequeñas y trabajando para la Rolling Stone. Pero por ejemplo, Carol Jerrems es una fotógrafa a la que admiro mucho y además, casualmente muere en el año en que yo nazco y yo nazco en la misma fecha que lo hizo ella. Siempre me ha llamado mucho la atención este dato. De Sally Mann me encantan las fotografías que hace de sus tres hijos. Tienen un punto macabro, provocador pero mágico al mismo tiempo. Está un poco tocada, pero siempre me han flipado estas series captadas de sus hijos. Francesca Woodman es otra fotógrafa que me gusta, cuya obra decadente y surrealista refleja su mundo interior atormentado. Me encanta la estética y naturalidad de Venetia Scott y Diane Arbus, que fue mi gran descubrimiento cuando empezaba a estudiar fotografía y a la que admiro muchísimo. Podría seguir así un buen rato, pero paro (risas). Te contesto con mujeres porque me has preguntado así, pero creo que en la admiración no importa el género. Hay muchísimos fotógrafos masculinos a los que admiro también.
Prefiero la naturalidad pero puesta en escena. Es decir, soy más de plantear situaciones teniendo en cuenta la idea, y crear una especie de guión. Lo que quiero es conseguir que sea creíble, captar la naturalidad de la situación en cuestión. Creo que estoy muy influenciada por el cine. Me lo imagino todo en fotogramas. Y luego está la improvisación. Me gusta que a partir de aquí pasen cosas, de ahí que puedan convivir naturalidad y puesta en escena.
La verdad es que me inspiro más en situaciones cotidianas, imágenes anónimas que me van al dedo con alguna idea que me esté rondando, personajes de una peli o una luz determinada en cualquier lugar. Si tuviera que dar nombres de fotógrafos: David Hamilton, Jean Loup Sieff, Avedon... Tengo algo con los 70's, y de esa época me inspira cualquier cosa (risas).
Que disfruto de verdad. Es cuando me doy cuenta de lo importante que es hacer fotos para uno mismo y con gente con la que conectas 100%.
Sí, supongo, pero es que la luz es de los rasgos más importantes que definen el trabajo de cualquier fotógrafo, ¿no?
En una editorial (para una revista comercial) se es un poco más libre a la hora de plantear una historia, hay más margen para hacer la luz que uno quiera, para proponer e incluso para editar. En una campaña estás más limitado en todo esto. Lo ideal sería que todo lo que hago fuese trabajo personal y los encargos un medio para poder realizarlos. Pero es difícil.
Intento siempre que puedo llevarlo a mi terreno trabajando en la idea en cuestión y compartiéndola con el resto del equipo. A veces lo consigo, otras me acerco y otras me quedo en el intento. No sé no implicarme.
Estaría súper bien un Stella McCartney Kids. Me flipa su filosofía, a parte de sus diseños (risas).
No pienso mucho en eso. ¡Ya veremos! Aunque me gustaría estar más cerca de mi familia, eso sí lo sé.









