Enrique Agudo es un artista todoterreno. Tras graduarse en arquitectura, cuyo interés se enfocaba en “la manera en la que cuenta historias de estructuras sociales, sentidos culturales y valores humanos”, ha ido labrando su camino como artista multidisciplinar. Con sede en Los Ángeles, el madrileño explora nociones de identidad, realidad, y los espacios liminales entre lo físico y lo digital, así como la relación entre la humanidad y la tecnología.
Para hacerlo, se apoya mucho en la mitología, tanto la antigua (grecorromana, hindú, etc.) como en la futura, aquella que él mismo crea a partir de sus experiencias personales. “La mitología es una herramienta narrativa fascinante. Desde el Pleistoceno, los humanos contamos historias repletas de alegorías para entender fenómenos que no comprendemos del todo o para dar sentido a nuestro fuero interno, para establecer un criterio colectivo”, nos dice en esta entrevista.

Sus deidades, con sus cuerpos, trajes e historias hablan de los problemas que amenazan nuestra propia sociedad: el declive ecológico, la dictadura de los algoritmos, el consumo de cuerpos, el aceleracionismo, o la LGBTIfobia. Tras exponer en el festival MMMAD y en la pionera galería Vellum LA este año, hablamos con Enrique sobre el futuro del arte y de la sociedad, de inteligencia artificial, y la importancia de contar historias.
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Estudiaste arquitectura en Madrid pero has terminado por convertirte en artista digital, ¿cómo te iniciaste en la digitalización y el diseño 3D?
Empecé mi carrera de arquitectura la Architectural Association en Londres, y me trasladé a la IE University de Madrid para el grado. Mi interés en la arquitectura siempre se regía por la manera en la que cuenta historias de estructuras sociales, sentidos culturales y valores humanos. En 2015 vine a Los Ángeles a la escuela SCIArc, donde aprendí técnicas de animación, cinematografia y realidad virtual, y poco a poco mi carrera arquitectónica se fue inclinando en la narración de historias a través de espacios digitales y virtuales.
Habiendo trabajado con Daniel Canogar en el mundo del arte durante muchos años, y habiendo sido un entusiasta de la moda, la historia del arte y la teoría, mi trabajo encontró un lugar mucho más apto, aunque no del todo definido a nivel universal, en la intersección de los mundos de la tecnología, el arte y la instalación textil.
Naciste en Madrid y tus cuadros The Oracle y The Alchemist han sido expuestos en la IE Tower del Paseo de la Castellana, donde te graduaste. ¿Cómo surgió todo esto?
Me gradué en la IE University, y en 2020 solicitaron a una selección de antiguos alumnos propuestas de obras de arte para su futuro campus en la IE Tower. Mi propuesta convergía reverencia por la historia del arte y las humanidades combinado con innovación y destreza tecnológica, y el IE apostó por mí y comisionó la ejecución del proyecto Ipseity.
Ha sido un absoluto deleite poder trabajar con IE, ya que su empeño en fomentar las humanidades en tándem con la innovación permite que artistas emergentes como yo tengan el respaldo institucional necesario para llevar a cabo este tipo de proyectos ambiciosos, que requieren una visión global del estado de las artes, la ciencia, la tecnología, y que nos hacen sentir por su inigualable destaque del peso que tienen las humanidades en la cultura humana.
De hecho has exhibido Ipseity por primera vez en Los Ángeles, en la galería Vellum. ¿Cómo surge este proyecto? ¿Se ha mantenido la idea inicial del proyecto hasta su finalización?
Vellum LA es una institución que no tiene rival en la costa oeste americana. La galería está inmersa en la comunidad Web3, en plena ebullición del panorama de NFTs en el mundo del arte, pero con un ojo por el detalle, conocimiento del mundo del arte y pasión por su historia más tradicional que hace que sea el lugar idóneo para tener mi primera exposición como artista. Mi trabajo tiene mucho carácter y ambición por la innovación, pero surge de un lugar de riguroso respeto y referencia a la historia del arte, tratando de resaltar la relevancia de técnicas y movimientos como los prerrafaelitas, evocando el expresionismo abstracto y difuminando la línea entre nuevos medios, instalación e incluso performance.
Vellum no es un espacio de NFTs al uso. Es una galería profundamente rompedora que, a pesar de ser joven (nació en 2021), en mi opinión establece un patrón que muchas galerías más convencionales tendrán que adaptar si quieren mantenerse relevantes gracias a la implementación exhaustiva del formato digital, la comunidad Web3 y la promoción de artistas emergentes que, de alguna forma, estamos esbozando de qué manera el arte vive entre lo físico y lo digital.
En Ipseity combinas diseño y escaneo 3D con modelos y piezas físicas de alta costura para crear deidades imaginarias, ¿qué representa este enlace entre lo digital y lo físico?
Nuestra sociedad actual clasifica lo digital como una abstracción de lo físico o de menor valor a lo físico. Valoramos nuestra realidad material muy por encima de a lo que accedemos por interfaces digitales, y damos por entendido que nuestra presencia digital no está tan legitimizada como nuestra realidad corpórea. Mi lectura de este fenómeno es diferente.
La cultura global no acredita de manera suficientemente solemne el impacto que tiene nuestra identidad digital en nuestra realidad física. Cada día más, la identidad humana viene filtrada por la interfaz de la tecnología; las humanidades son las responsables de identificar estos fenómenos para profundizar en qué consiste este impacto y de qué manera podemos darle sentido para reestructurar nuestra relación con la tecnología y establecer una relación de expansión de identidad individual, y por consiguiente nuestra cultura.
La tecnología digital ha sido una herramienta de productividad desde sus comienzos, y la preservación de esa modalidad permite abstraer la función que tiene en nuestra cultura y refuerza que la estructura capitalista la emplee como algo consumible. La realidad, en cambio, es que nuestra cultura se ha visto tan afectada por su impacto que es esencial que revaluemos esa premisa para que la tecnología ocupe un lugar tan central en las humanidades como la literatura, el arte o la música; que veamos dispositivos repletos de ornamento, máquinas que atraen la atención de una comunidad, artefactos que actúan, artilugios que bailan.
Esta idea de los “dispositivos repletos de ornamento” está muy bien, y debería ser más así. ¿Puedes poner algún ejemplo?
Por ejemplo, para ver El Panteón de Mitología Queer, el corto de realidad virtual que estaba expuesto en Serrería Belga en Madrid hasta la semana pasada como parte del festival MMMAD, el usuario debe ponerse uno de tres cabezales extravagantes que contienen gafas de realidad virtual. Lo interesante es que, en primera instancia, la persona tiene que participar poniéndose el cabezal para acceder a la realidad virtual, pero en segunda instancia, ese usuario se vuelve parte del ritual, ya que el resto de visitantes se congregan a su alrededor.
La manera en la que vestimos ha sido un marcador social a lo largo de la historia –estado socioeconómico, clase social, valores culturales, evolución de técnicas etc.–. Vienen todos implícitos en el vestuario. Nuestro entendimiento de las costumbres o creencias de una sociedad viene señalado por cómo nos presentamos en público.
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¿Y qué papel crees que juega la tecnología en todo esto y más especialmente en tu obra?
El futuro de la moda tiene un alto grado de digitalidad, nos guste o no. Por ello, considero que es importante que mi trabajo explore la identidad por medio de la moda de dos maneras. La primera es la de crear dispositivos que tienen un grado de expresionismo que se sale de la convención de tecnología de consumo, como si se tratase de joyas históricas, trajes rituales o esculturas folclóricas.
La segunda es crear moda y trajes virtuales con un alto grado de detalle y minucioso contenido referencial. La alta costura requiere un exhaustivo proceso artesanal que conlleva técnicas de trato de materiales y tejidos que son tan ultra tradicionales como innovadores. Considero que la cultura del futuro requerirá que los artistas digitales eleven ese mismo rigor al terreno virtual, y por lo tanto yo trato de crear obras de arte que, con suerte y con tiempo, quizá se puedan considerar una nueva forma de artesanía.
En Ipseity conceptualizas nociones contemporáneas de identidad a través de deidades digitales, ¿cómo crees que incide la tecnología en la construcción de nuestra identidad?
La mitología es una herramienta narrativa fascinante. Desde el Pleistoceno los humanos contamos historias repletas de alegorías para entender fenómenos que no comprendemos del todo o para dar sentido a nuestro fuero interno, para establecer un criterio colectivo. La veneración de deidades y personajes mitológicos y el uso de la imaginación para contar historias es parte de nuestra naturaleza, nos ha permitido dar explicación al orden del ecosistema, a la infinidad del universo antes de la ciencia, ha sido el origen del conocimiento humano.
Por ello me es curioso que, como sociedad, veamos la tecnología meramente como una herramienta utilitaria y no veamos comunidades que acudan a ella con premisas más existenciales. A pesar de que el usuario de a pie no entenderá cómo funciona Chat GPT o la omnipresencia de una entidad todo-conocedora como Google, no haya determinada espiritualidad o exploración más metafísica alrededor de la dimensión virtual.
Sin embargo, tu trabajo sí que explora la tecnología de manera más espiritual o metafísica construyendo nuevos relatos mitológicos.
Mi trabajo trata de visualizar personajes contemporáneos con identidades complejas, con dudas, con triunfos y derrotas, con aspiraciones y conflictos. Reflejan parte de nuestra realidad como sociedad y son presentadas en un formato pertinente a nuestro tiempo; mantienen una estética tradicionalista de pintura pero en una forma nueva, con el mismo nivel de detalle que un cuadro prerrafaelita pero reflejando mitologías de hoy.
Como en toda mitología, la realidad sobre el poder que alberga depende del espectador. Habrá quien vea estas imágenes y no le suscite querer explorar el significado de la relación de las cosas en el lienzo, y habrá quien pensará en ello y tratará de relacionarse con la imagen, o se verá reflejado o se relacionará con determinado detalle de uno de los cuadros. Ahí está el poder de la alegoría, ahí está el poder de la mitología.
Ipseity es un proyecto formado por ocho piezas diferentes, ¿cuál es la historia detrás de cada mito? ¿Siguen algún orden cronológico?
El proyecto tiene ocho piezas principales, ocho NFTs de los trajes y ocho cortos de cada uno de los personajes. Cada corto contiene un poema escrito por Jenevieve Ting, extraordinario poeta con quien he colaborado en este proyecto, que hacen eco de los temas que explora cada escena. El universo de estos personajes está conectado, hay relaciones entre todos y llevan un orden curioso.
Pero si te soy completamente sincero, eso es meramente para mí, para yo poder entender el lugar que ocupan en mi propio mundo. Me interesa mucho más presentar un trabajo que suscita preguntas más allá de dar respuestas. Yo no soy nadie para dar explicaciones de lo que es la identidad en tiempos digitales, en realidad. Me interesa que el espectador se vaya cautivado por la imaginación que le suscita mi trabajo, que se vaya queriendo explorar la magia de la tecnología a su propio entendimiento.
La tecnología 3D no solo te permite crear más detalles y profundidad en los cuadros sino también movimiento, ¿cómo fue el proceso de animar tus obras?
El proceso es técnico y elaborado, a menudo lo vemos en el cine, como por ejemplo en las películas de Marvel. El actor o modelo es escaneado usando fotogrametría: se le coloca en una sala con 148 cámaras que hacen fotos de cada ángulo del cuerpo y se procesan mediante un software que genera una malla de ese cuerpo, y que luego hay que habilitar para que tenga movimiento. Nosotros, al contrario que Marvel, fuimos seis personas en el equipo para realizar este gigantesco y ambicioso proyecto, por lo que creo que podemos estar muy orgullosos de la calidad del trabajo que realizamos.
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En The Alchemist vemos una deidad en su laboratorio en medio de la naturaleza. A medida que avanza el vídeo vemos cómo los elixires que ha creado difuminan el paisaje y se adueñan de la obra, ¿qué simboliza la dominación y creación de estos elixires?
En la tradición griega, Hebe era la diosa que realizaba elixires para que los dioses mantuviesen su juventud. Este concepto de preservación de la juventud es curioso y, por supuesto, sigue muy presente en nuestra sociedad. En cambio, la realidad de nuestra juventud de hoy es que son una generación cuya misión principal y mayor reto será (y es) la de tratar de ralentizar y revertir el proceso de declive ecológico al que se enfrenta nuestro planeta. Por ello, el alquimista es un personaje que hace referencia a la diosa griega Hebe pero que, en vez de realizar elixires para preservar la juventud humana, trata de formular elixires para preservar el planeta.
La pieza está conectada con datos a tiempo real, lo que significa que, cuando el índice de precipitación local de hoy excede el índice del mismo día del año pasado, la pintura empieza a desvanecerse en un efecto hipnótico. Cada una de las piezas está conectada con un factor de nuestro entorno o ecosistema que forma parte de la exploración de cada escena, y en The Alchemist se crea una relación entre la realidad de nuestro índice de lluvia y el comportamiento de la pieza.
A medida que nuestro ecosistema empeora, lloverá mucho más y mucho menos. El cuadro reflejará cuando el índice de lluvia se aleja del eje central, y por lo tanto la relación entre la narrativa de este personaje y la realidad de nuestro planeta adquiere un nivel de profundidad mucho más tangible.
En The Keeper vemos la influencia algorítmica de las aplicaciones sociales que afecta en la autopercepción de un joven femenino de cabello largo y rostro enmascarado, en el fondo de la obra se observan escaparates en movimiento de jóvenes musculosos y elementos eróticos, ¿crees que el algoritmo en redes reproduce una hegemonía identitaria y corpórea? ¿Tiene alguna relación con el hiperconsumo y autoproducción de cuerpos?
Absolutamente. Vivimos realidades digitales que son difícilmente sostenibles y nuestra percepción del gusto, la atracción o incluso la lujuria vienen predefinidos por algoritmos escritos en gran parte por hombres blancos y cisgénero. Nuestra estructura como sociedad alberga una inclinación por el capitalismo patriarcal que censura a la mujer más que al hombre, que invisibiliza a la gente trans en mayor medida que a la gente cis, y que fomenta el predominio de cuerpos capacitados y de una belleza tradicional. Esa es la realidad de cómo funcionan la mayor parte de las apps que utilizamos a menudo.
Tanto si hablamos de Instagram y Twitter como si hablamos de Grindr, Tinder o Bumble, las sugerencias de perfiles vienen compuestas para que nuestro cerebro segregue dopamina cada vez que activemos la app y, en consecuencia, pasemos más tiempo en ellas. La complejidad de este problema no es puramente por principio, sino porque lo que vemos en Instagram a medida que pasa el tiempo va definiendo lo que nos atrae, hace uso de nuestros miedos e inseguridades, y fomenta una división entre el yo vulnerable y el yo que presento al mundo para encajar dentro del algoritmo, que de algún modo entendemos significa encajar dentro de mi comunidad.
En The Keeper vemos dos figuras, una vestida con elaborados y lujosos textiles y una máscara de pedrería, y otra de un joven prácticamente desnudo, con un narciso en la mano. La realidad es que son la misma persona, y esta escena explora la distorsión que tiene lugar en la interfaz de comunicación en la dimensión digital.
En 2020 creaste un cortometraje de realidad virtual sobre deidades LGBTQ+, El Panteón de Mitología Queer, del que hemos hablado antes, donde visibilizas algunas de las problemáticas diarias a las que se enfrentan las personas queer en las ciudades occidentales. Háblanos un poco más de esta pieza, sobre cómo empezó y qué objetivo persigue.
La mitología es uno de las pocas esquinas de la cultura global en la que cuerpos e identidades fuera de las normas de la sociedad son reconocidas con la misma legitimidad que los personajes dentro de esas normas. Por ejemplo, Shikhandi, en la mitología hindú, ejemplifica la presencia de personajes trans en el imaginario mitológico. O Hefesto, que es el dios del fuego en la mitología griega a pesar de tener una discapacidad.
La magia de la alegoría es que permite que los personajes existan con curiosidades como partes del cuerpo de otros animales o enamoramientos por personas y cosas sin repercusión literal en el entendimiento de la historia. Por tanto, considero que es un vehículo interesante para contar historias de gente queer, porque existe un legado que podemos usar para continuar manteniendo nuestra presencia en la cultura.
En el caso de El Panteón, vi la oportunidad de hacer una pieza en un medio que todavía está en sus inicios. Al contrario que el cine o la fotografía, que nacieron en un tiempo en el cual la opresión y la censura impedían la visibilización de historias sobre gente fuera de esas normas de la sociedad, la realidad virtual puede ser un medio inclusivo e interseccional desde su comienzo.
A pesar de hablar de deidades inexistentes, está claro que es un trabajo muy personal. ¿Cómo influye tu propia experiencia en la creación de esta obra?
Mi trabajo siempre empieza por mi propia introspección personal, y gran parte de mis inseguridades, miedos y ambiciones están dentro de mi trabajo, codificado cuidadosamente para que no sea exclusivamente sobre mí. Asimismo, hay experiencias de las que yo no puedo hablar a nivel personal porque mi percepción del mundo está limitada a mi experiencia.
Por ello, hago un riguroso proceso de investigación tanto de información como de experiencia, para asegurarme de que las historias que presento tienen raíces en experiencias reales, que no son abstracciones reduccionistas sino que incorporan la multitud de capas y complejidades implícitas en un trabajo que explora la identidad en relación con la tecnología.
En tus obras combinas elementos 3D, alta costura y discursos culturales complejos, ¿cuáles crees que son las principales tendencias culturales que están transformando nuestra sociedad?
Creo que no estamos preparados para la nueva realidad transformadora de la inteligencia artificial que tenemos encima. Creo que los mundos de la moda, la música y el cine no anticipan la auténtica revolución que suponen los avances de inteligencia artificial que hemos visto en los últimos seis meses. Creo que los temas que exploro en mi trabajo sobre la relación entre nuestra identidad y la tecnología son cruciales para mantener un norte y nuestra humanidad presente en el futuro más inmediato.
Es importante que entendamos que la división entre lo digital y lo físico va a ir perdiendo nitidez, y que está en nuestra mano que el futuro tecnológico sea más humano, que la distopía que nos ha vendido el capitalismo no es real si somos capaces de hacer uso de la tecnología para expandir nuestra identidad humana. Que en vez de ver lo digital como algo que se opone a lo físico, tenemos que ver lo digital como una extensión de lo físico. Sino, miraremos a la tecnología como una alternativa cuando lo natural y lo físico ya no nos funcione, y esa será la auténtica distopía.
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La revista Forbes España te incluyó como uno de los cien artistas más creativos del mundo hace unos meses. Tu trabajo es fascinante e innovador, ¿crees que es complicado innovar y desarrollar la creatividad en un contexto de hiperconsumo digital y aceleracionismo?
Vivimos en un momento en el que el hiperconsumo nos hace inmunes a la estimulación visual, cada swipe doble en la pantalla es el tiempo máximo que tenemos para establecer un vínculo con otra persona, y eso inhibe las posibilidades y las oportunidades que se presentan. Es difícil tratar de desarrollar trabajo con atractivo comercial que encaje dentro de nuestra estructura socioeconómica, y la realidad es que muchas de las técnicas que utilizo se usan de manera comercial para blockbusters hollywoodienses que son infinitamente más lucrativos que mi humilde práctica artística.
Vivimos tiempos de división y extremismo, en los que la pobreza y la riqueza son tan extremas que no hay un ápice de empatía, y la corrupción de las instituciones genera un cinismo por todo que nos consume y nos hace querer desvanecernos con golpes de dopamina tecnológica. En cambio, yo tengo mucha convicción en el espíritu humano.
Creo que la mayor parte de nuestra especie tiene buenas intenciones y quieren el bien común, y tengo los ojos puestos en la generaciones Z y alfa, que emergen haciendo un uso de la tecnología muy diferente a la que conocemos, que entienden el deterioro del sistema político capitalista y que presentan nuevas y ocurrentes formas de formular preguntas y presentar soluciones. Yo seguiré tratando de aprender de elles y de seguir cuestionando lo que significa ser humano y de crear arte que sea interesante e innovador, y por medio de la tecnología nos haga sentir más humanos que nunca.
Has mencionado a Pedro Almodóvar como una de tus fuentes de inspiración, ¿qué otros artistas te han influido creativamente? ¿Con qué artistas te gustaría colaborar?
Pedro es un maestro de la irreverencia de la identidad y de la observación de la cultura. Siempre ha sido un representante de la cultura española que me enorgullece y con el que me identifico, que permite un ácido comentario social con la ironía de la mundanalidad doméstica. Su trabajo me inspira porque me recuerda lo que es vivir una vida, me rompe el corazón entre carcajadas, y de muchas formas ha abierto caminos en los que caminamos artistas como yo.
Me fascinaría poder trabajar con Pedro, me encantaría poder retratarle en un mundo virtual, o participar en una producción suya como colaborador. Llevo viviendo en Los Ángeles ocho años, y la cultura española sigue muy presente en mi proceso creativo.
Federico García Lorca y Borges siempre forman parte de mis referencias, así como Larry Kramer y Judith Butler en la vena más teórica. Francis Bacon, Andy Warhol, John Waters, El Anatsui, Carol Hanisch o Judy Chicago siempre serán referencias de ejecución artística revolucionaria, y mis mundos de la moda siempre han girado en torno a John Galliano, Lee McQueen, Rei Kawakubo o Mugler.
Me encantaría trabajar con Anne Imhof, con Nick Cave o Joana Vasconcelos, con John Galliano, con Demna, y con Nick Knight de Showstudio. Me gustaría poder hacer visuales para Rosalía o Arca, o una intervención artística en diálogo con el comisario Antwaun Sargent.
También querría trabajar con Apple o con Meta en visualizar nuevas tecnologías, presentar nuevos conceptos de hardware que no priorizan la homogeneidad del usuario pero que favorecen la customizacion de los dispositivos y las interfaces para que contengan un mayor grado de representación individual, para que nuestros dispositivos sean accesorios que extienden nuestra identidad de manera expresiva y que tiene el potencial de cambiar nuestro futuro.
Eres muy activo en redes sociales, donde publicas tus proyectos y colaboraciones, poniendo al descubierto tu talento artístico. ¿Qué planes te esperan este 2023? ¿Algún proyecto que nos puedas adelantar?
Este año ya ha sido un año repleto de éxitos, los cuales han sobrepasado mis expectativas. Estoy trabajando en nuevos proyectos, uno es increíblemente personal, lo cual me aterra y me emociona a partes iguales, y otro es un proyecto más escultórico que creo será un nuevo paso en la integración de lo físico y lo digital.
Asimismo, estoy interesado en hacer trabajos con grandes empresas para explorar nuevas formas de visualizar sus productos y de humanizar la experiencia digital de la persona, y hay algún proyecto en ebullición, pero hasta ahí puedo leer. Sígueme en @enagudo en las diferentes plataformas para saber más :-)
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