Internet ha trastocado el sentido del encuentro real y, a menudo, la interacción cara a cara se produce a través de una pantalla. Elisa Pérez reflexiona sobre el impacto de este modo de relación en la pintura del natural a través de una serie de retratos realizados por videoconferencia. Hablamos con ella sobre Screen_Face, un proyecto que Elisa define como un enorme fresco que muestra la mirada propia de una generación irremediablemente unida a sus pantallas.
¿Cómo nace el proyecto Screen_Face? ¿Hay una intención de explorar las relaciones personales en el entorno digital?
La idea inicial eran unos cuadros aún más pequeños pero de formato vertical que no forman parte de la serie. Todo surgió mientras estaba de Erasmus en Bruselas, cuando mi contacto con la gente de España se producía principalmente vía Skype. Me gustó la idea y me quedé con la intención de hacer una serie con ese concepto en algún momento.
Es interesante la relación entre pintor y modelo a través de Skype, ¿qué diferencias has encontrado frente al retrato del natural? ¿Cómo influía este tipo de contacto en el retratado y cómo preferías trabajar, manteniendo una cierta distancia entre vosotros, o no?
Retratar a alguien de esta manera es muy fácil, ya que la composición viene dada por la webcam. Simplemente reproduzco lo que veo, no tengo que pensar en hacer una composición equilibrada o coherente. Más bien intento hacer registro de lo que he ido viendo cada vez, de cómo se colocan las personas frente a sus pantallas. Con algunos hablo durante toda la llamada, con otros solamente un rato, y otros incluso están en el trabajo y ni siquiera tienen habilitado el audio. Lo más fácil es cuando el retratado está haciendo sus cosas, concentrado, ya que se mueve poco y yo me puedo concentrar también. Pero esto, como todo, lo dejo a decisión del retratado. Intento que mi papel sea lo más pasivo posible. Con cada persona es diferente, tiene algo de experimento social. Al principio mi intención era, junto al título de cada obra (que es la información de la llamada: número de la serie, nombre de usuario, fecha, hora...), poner también un breve resumen de qué sucedía durante la conferencia, si la persona estaba trabajando, si hablamos de nuestros antiguos compañeros de colegio, etc., pero al final nunca lo hice.
¿Todas las obras están hechas en tiempo real? ¿La ejecución dura lo mismo que la llamada?
La obra está hecha en tiempo real aunque a veces, si es necesario, me quedo un rato más retocando algunas cosas, porque no todo el mundo puede estar el tiempo suficiente o la luz cambia demasiado y hay desfases, pero el grueso del cuadro lo pinto en el tiempo de la llamada.
Cortes en las llamadas, fallos en la calidad de la imagen… ¿Te fue difícil gestionar las interrupciones del proceso creativo?
Cada videoconferencia es un mundo. En muchos casos se ha caído la llamada o la calidad ha sido mala; creo que lo segundo se aprecia en algunos retratos. Me resulta realmente difícil pintar cuando no se ve un carajo, realmente me hubiera gustado representar la mala calidad de alguna manera, representar los píxeles, pero es algo que por ahora no he sabido incluir.
¿Qué criterio has seguido para elegir a tus retratados?
Realmente no hay ninguna selección como tal. Cuando tengo un rato para ponerme a pintar lo publico en mi Facebook y el primero que contesta afirmativamente, pues a ese le toca (risas). Después de un tiempo abrí la participación a un perfil que me hice específicamente para el proyecto, y de ahí he llegado a pintar a gente que ni siquiera conozco. El proceso es muy sencillo, ponerse de acuerdo con el retratado y pintar durante la videoconferencia lo que veo en mi pantalla.
Lo que vemos a través del ordenador es una realidad un tanto alterada. Hablas de los colores, fríos. ¿Esa alteración de la realidad afecta también a cómo se comporta el retratado?
¡Claro! En las redes sociales siempre parecemos entretenidísimos, en estos cuadros parecemos más bien aburridos como ostras. En realidad la gente sonreía mucho más de lo que se ve en los resultados de los cuadros, pero claro, voy pintando lo que veo la mayoría del tiempo, y la gente no está durante 2 o 3 horas con una sonrisa perpetua. Al final, en los cuadros solo se ve al retratado y lo que tiene inmediatamente detrás, pero cada uno está a lo suyo, mucha gente escuchando música, algunos muy buena y otros muy mala (risas), algunos están viendo series, o leyendo algo, quién sabe si era a Kafka, por qué no. Lo que está claro es que pasamos mucho tiempo frente a la pantalla con cara de ameba, de eso no cabe duda.
La mirada del retratado es peculiarmente distraída.
Es el efecto que produce el mirar a la pantalla, al final no miras directamente a la cámara, sino un poco más abajo, a tu pantalla, donde me estás viendo a mí, o estás viendo una serie, o tienes abierto el Word. De ahí que casi nadie parezca estar mirando al frente, sino a una especie de vacío. Y casi todas las miradas son de alguien que está haciendo sus cosas, no de alguien que está frente a frente con otra persona.
Has mantenido la mini pantalla de Skype, de tal forma que estás presente en todos los retratos. Das protagonismo a lo que tú ves pero, a la vez, contemplas al espectador. También hay en la serie un autorretrato.
La mini pantalla forma parte de Skype (y de Google Hangout y de todos los métodos de videoconferencia que he usado), y es una manera no buscada de darle una unidad a toda la serie. Hay un autorretrato porque en septiembre de 2013 me propuse hacer uno cada día (de lunes a viernes, que no hay que pasarse) y un día no conseguí a nadie. Así que me puse dos ordenadores delante y me auto llamé. Fue bastante raro.
Has mostrado este proyecto en al menos un par de exposiciones; incluso lo has compartido con un instituto que se puso en contacto contigo para que sus alumnos llevaran a cabo un proyecto similar. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Sí, tuve una exposición en el centro cultural La Bagatela de Madrid en otoño de 2013 y otra en el Casyc de Santander hasta hace nada. Ha estado bien exponer, es una manera de obligarte a avanzar con tu trabajo y verlo desde otra perspectiva. Por ejemplo, para la primera expo hice 20 cuadros en un mes y para esta última he preparado un vídeo del making of, que, por cierto, lo montó Luis Francisco Pérez, aprovecho para darle las gracias.
Una amiga que trabajaba en un instituto en Andalucía vio el proyecto y se lo propuso a sus compañeros de bachillerato de Artes. Se basaron en la idea para hacer un trabajo de clase, pero tampoco participé en él. Quizá, si lo hubieran coordinado conmigo, podría haber pintado a uno de los chavales, por ejemplo.
Me gustaría mostrar los cuadros en alguna exposición colectiva. Las dos que he hecho hasta ahora han sido individuales y he tenido que llenar toda la sala yo sola, por lo que aún no he podido exponerlos todos como me hubiera gustado: en bloque en una sola pared, como si fuera un solo cuadro, que es como yo entiendo este proyecto.
¿Cuántos retratos componen la serie? ¿Es un proyecto cerrado?
Por ahora son 56, no es un proyecto cerrado, quisiera llegar a 100. Ahora mismo no estoy pintando, estoy trabajando y con otros proyectos, pero ya lo seguiré en algún momento, espero que más pronto que tarde. Las personas interesadas pueden añadirme al Facebook del proyecto o seguirme en Tumblr.
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