¿Qué le ocurre al personaje de Júlia durante su Erasmus en Berlín? Seguramente pensaremos en sexo y alcohol o cualquier otro tópico parecido; pero Elena nos muestra la otra realidad de estas becas a través de sus propias referencias autobiográficas, en la que desmonta lo mejor y lo peor de la ciudad alemana y hace una reivindicación de los pasajes más introspectivos de la vida de una chica de veintiún años.
Elena Martín presenta mañana 16 de junio Júlia Ist, un viaje interno cargado de emociones que nos muestra a Júlia, una chica de veintiún años de Erasmus en Berlín, en busca de experiencias que la resitúen y ayuden a desprenderse de los últimos residuos de su adolescencia –con dependencia emocional y etiquetas incluidas– para afrontar la vida con la madurez que se espera de ella, o que al menos ella espera de sí misma.

Después de protagonizar la película Las amigas de Ágata y de su dilatada implicación en el teatro como fundadora de Los Malnacidos, entre otras muchas iniciativas, Elena Martín se estrena como directora: “Para mí querer ser actriz o directora de cine era como decir que quieres ser astronauta, pero de forma orgánica ha ido sucediendo y la película ha sido un espacio increíble para combinarlo, sobre todo gracias al equipo y a la historia”.

Hablamos con Elena sobre esa historia de descubrimiento que retrata la frustración, la decepción y la lucha de una generación que no consigue encontrar su lugar –ni dentro ni fuera–, dándose de golpe con una realidad que nos conmueve: el viaje no termina nunca.
Después de protagonizar Las amigas de Ágata, este es tu primer largometraje en el que también escribes y diriges. ¿Cómo ha sido ese salto de registro?
Siempre han sido dos cosas que han ido en paralelo para mí. Cuando era pequeña empecé a tomar clases de teatro y mi necesidad de actuar ha ido creciendo con el tiempo. Por otro lado, en mi casa siempre se ha visto mucho cine y a mí me gusta mucho contar historias de cualquier forma, así que decidí estudiar Comunicación audiovisual.
En referencia al título de la película, ¿quién es Júlia en realidad? ¿Qué descubre en la capital alemana?
Descubre que nunca va a saber quién es de verdad; que cuando te construyes una vida a tu alrededor, te sitúas, te defines en un sitio nuevo, sigue siendo temporal, porque siempre llega otro cambio que te obliga a volver a adaptarte. Por eso es tan importante en la película la vuelta. No es la historia de una chica que primero no se adapta en Berlín y luego consigue integrarse. Es la historia de una chica que lo que aprende es que va a tener que seguir aprendiendo.
Muchos conflictos personales surgen cuando nuestra vida real no se corresponde con la vida imaginada o esperada. ¿Qué espera Júlia?
Júlia espera sobre todo ser madura. Espera ser una mujer fuerte, formada, capaz. No tiene previsto sentirse una adolescente perdida y egoísta a sus veintiún años. Al principio parece que lo que ella espera es que la ciudad la acoja bien, pero no tarda mucho en castigarse a sí misma por no saber hacerlo mejor. El problema del personaje es que le cuesta convertir estos remordimientos en acción.
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La historia está basada en tu experiencia real como estudiante de Erasmus en Berlín. ¿Hay mucho de autobiográfico en la cinta?
Las emociones y el viaje interno sí que son autobiográficos. El carácter del personaje y las acciones concretas son ficción. Con lo que me siento más cercana a Júlia es con esta decepción consigo misma por sentirse tan pequeña y con ese luchar por aprender a no depender emocionalmente de los chicos.
En el film hablas de una generación que tiene que salir fuera para encontrarse a sí misma. ¿Cómo es ese proceso de búsqueda? ¿Cómo fue el tuyo?
Somos una generación –los que compartimos formación y situación económica– que no se encuentra con muchos obstáculos reales. Los obstáculos que nos hacen aprender son sobre todo intelectuales o emocionales, y yo creo que tendemos a ponernos a prueba inconscientemente para sentir que avanzamos. Por eso hay mucha gente que se va de Erasmus y se exige integrarse – como rodearse solo de alemanes, por ejemplo– aunque sea solo por seis meses, para sentir que es capaz de algo. Al menos este fue mi caso. Tenía ganas de encontrar un lugar fuera de mis referentes. Cuando te vas, las etiquetas que tenías ya no sirven y yo creo que inconscientemente buscamos descubrirlo, porque en el fondo, es un alivio.
Hay una experiencia Erasmus más allá del sexo y el alcohol; y un Berlín ni tan frío ni tan gris. Además de estos, ¿qué otros tópicos has desmontado y por qué?
Con el personaje femenino que se encuentra en un momento de desorientación queríamos trabajar el egoísmo y la frustración. Estamos muy acostumbrados a ver personajes masculinos viviendo un momento de introspección que igual hiere a sus seres queridos y queríamos reivindicar este momento desde el punto de vista de una mujer. Explicar la historia de una mujer que se permite equivocarse para aprender.
Por otro lado, nos interesaba mucho retratar la ciudad desde dentro con sus matices, dando otro punto de vista alejado del del turista, que normalmente polariza entre: ‘Berlín, la ciudad paraíso con su vida nocturna y sus trabajos bien pagados’ y ‘Berlín, la ciudad gris, hostil y cerrada’.
En la narración tocas algunos temas comunes con Las amigas de Ágata. ¿Hay alguna relación además del parecido de los personajes?
Realmente no. La película la teníamos en mente ya cuando rodábamos Las amigas de Ágata, y los parecidos temáticos tienen más que ver con un punto de vista generacional que con que seamos amigas las directoras y yo. Igualmente, durante el proceso hemos estado muy en contacto y sus opiniones sobre los montajes previos al definitivo fueron de gran ayuda.
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El film está siendo todo un éxito allá donde se presenta. ¿Qué has sentido con la buena acogida de la peli y sus múltiples reconocimientos?
Teníamos mucho miedo de que la película no gustara y ya nos mentalizamos antes de ir a ningún festival de que podría pasar que la gente no conectara. Es una película hecha con muy pocos medios y, evidentemente, imperfecta. Pero ya entonces para nosotros valía mucho la pena haberlo hecho. Nunca antes había puesto toda mi energía en un proyecto, sacrificando muchas cosas a lo incierto. Y realmente es lo más sólido que me llevo. Así que cuando llegó el reconocimiento fue realmente un regalo, la guinda del pastel, porque sumó a todo este orgullo personal el gusto por compartir realmente la historia con aquellos que la miran.
Anteriormente estabas muy metida en el teatro: fundaste el proyecto Los Malnacidos, y participaste en espectáculos como Like si lloras en la Sala Beckett de Barcelona. Sin embargo, tras tu inmersión en el cine ¿lo has dejado de lado, o sigues implicada con el mundo de las artes escénicas?
Sigo muy implicada. De hecho mis proyectos más cercanos están ahora en el teatro. En pocas semanas estrenamos Bereshit en la Sala Beckett, un experimento teatral que consiste en siete obras de teatro en siete días que representan una interpretación del Génesis. Yo hago la producción. La verdad es que no soy una friki de ninguna disciplina en concreto, me gusta utilizar las herramientas que cada arte ofrece y me encanta conocer a gente interesante y juntarla en proyectos. Por esto me da tanto placer ir husmeando en otros campos. Lo importante es ofrecer historias, puntos de vista que te apasione compartir.
Sabemos que es muy pronto para preguntarlo, pero, ¿nos puedes contar algo sobre tus nuevos proyectos? ¿Qué planes tienes una vez que se estrene la película el 16 de junio?
Estoy codirigiendo una obra de teatro con Anna Serrano y Marc Salicrú, con los que comparto la inquietud por investigar formas de transformar el espacio ‘teatro’. La obra se va a estrenar en la Fira de Tàrrega este setiembre, así que estamos a tope con ello ahora. Por otro lado, la promo de la peli es en sí misma un proyecto más.
En el audiovisual, la temporada que viene se va a estrenar Con el viento, de Meritxell Colell, un largo que rodé el año pasado. Y tengo ganas de seguir trabajando como actriz. Tengo frentes abiertos para dirigir proyectos audiovisuales que, si avanzan, serán muy emocionantes.
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