Ya han pasado 9 años desde que Pablo Díaz-Reixa empezase su proyecto en solitario, El Guincho. Desde entonces las buenas críticas no han cesado, convirtiéndolo en uno de los productores más alabados de España, tanto a nivel nacional como internacional. Después de Alegranza y Pop Negro el canario está de vuelta con HiperAsia, su tercer disco de estudio y con el que no deja de sorprendernos. Desde esta semana ya se puede adquirir en su formato más innovador: una pulsera con un chip NFC que te permite escuchar el álbum íntegramente al acercarla a tu smartphone, así como acceder a contenidos exclusivos. Nos reunimos con él en las oficinas de Canada para descubrir cómo acabó en el mundo de la música, los orígenes del álbum y, sobre todo, lo que nos queda por ver de él.
Te conocemos como El Guincho desde 2006 pero anteriormente tocabas la batería en Coconot. ¿Cómo fueron los años previos a empezar tus primeros proyectos musicales?
Durante mi niñez y juventud siempre me había rodeado de un ambiente donde la música era muy importante. Mi abuela era profesora de música, así que era algo que estaba muy presente. Compaginaba esa afición con la del deporte, hasta que al final me decanté por la primera.
¿Cuáles fueron entonces tus primeros pasos en este mundillo? ¿Tenías claro que querías dedicarte a ello?
Sucedió de manera totalmente accidental. Me vine a Barcelona con 18 o 19 años a estudiar, y enseguida empecé, gracias a un amigo, a hacer algunas cosillas en un estudio de grabación, componiendo música para publicidad, cine y documentales. Por otro lado siempre había estado en grupos tocando la batería y haciendo música. En los descansos que tenía de Coconot empecé a grabar mis temas y probarlos.
¿Es entonces cuando surge El Guincho? ¿Cuál es el origen del sonido tropical que conquistó a la crítica nacional e internacional con los dos álbumes anteriores?
Tenía el sueño de irme a estudiar musicología a Nueva York. Para conseguirlo debía presentar antes un proyecto y decidí hacerlo sobre la música de las islas con pasado colonial: compararlas y analizarlas entre ellas, y ver similitudes y diferencias con la música pop. Recopilando todos esos discos empecé a crear el primer álbum del Guincho, metiendo esos sonidos en mi sampler. A partir de ahí di un par de conciertos, grabé el disco y se me dio la oportunidad de firmar por XL. A eso me he dedicado desde entonces, con 23 años, hasta hoy, nueve años más tarde.
De hecho compartías sello con gente como The xx, SBTRKT o Chairlift. ¿Cómo recibes la noticia cuando sabes que te quieren fichar?
Con bastante inocencia. Nunca pensé que sería capaz de vivir de la música y de mis composiciones. Cuando me di cuenta, estaba girando por Estados Unidos, por Europa y por Australia, y entonces entendí que realmente sí que era mi trabajo, que me estaba dedicando a eso. Firmé por varios discos, pero nunca me tomé a lo grande el hecho de haber fichado por una discográfica, veía simplemente que había entablado amistad con el A&R, le gustaba mi música y me daba los medios para grabar discos.
Ahora, sin embargo, además de en tu sello Everlasting confías también en Canada Editorial. Como productora audiovisual, es a ellos a quienes les tenemos que dar las gracias por el bien conocido vídeo de Bombay lanzado hace ya cinco años. ¿Cómo empezó tu relación con el colectivo?
En el caso del vídeo de Bombay, fue Miki Otero, un amigo en común con Lope, quien nos puso en contacto a ambos poco después de la salida de Pop Negro. Lope ya había hecho algo para mi disco anterior, pero cuando salió Pop Negro hablamos de la posibilidad de hacer un vídeo, así que les pasé el disco. Cuando vine a verlos, Nico, otro de los realizadores, me dijo que le molaba mogollón Bombay y que le gustaría hacer un vídeo. Fue perfecto, porque era justo la canción que quería Young Turks como primer single, así que nos pusimos a ello. Me encantó el tratamiento que montó. Fue todo bastante espontáneo y poco planificado, en ese momento yo no estaba ni pensando en hacer algo visual, sino que andaba con la cabeza puesta en la gira, pero salió todo genial.
Tan genial que se viralizó tanto en YouTube como en Vimeo, y acabó siendo casi algo icónico e introduciéndonos la productora a muchos jóvenes que no sabíamos que cosas como estas se estaban haciendo en España. ¿Esperabais que el vídeo fuese tan exitoso?
Recuerdo acabar de ver el montaje y encantarme, me parecía muy fresco. Canada había hecho cosas muy guapas antes del vídeo de Bombay que no se conocían, quizás porque no contaban con el altavoz que tenía yo en ese momento a nivel internacional, pero me alegro de que fueran descubiertos gracias a ese vídeo. La verdad es que mentiría si dijese que esperaba ese éxito.
¿Por qué los has elegido a ellos ahora también en el aspecto discográfico para HiperAsia?
Son amigos. Casi desde que empezó la parte discográfica de Canada me ha interesado mogollón lo que hacen y ha sido algo orgánico. Al salir de Young Turks, yo tenía muy claro que quería ser el dueño de mi música y licenciarla yo a mi bola a gente que me hiciese ilusión, en vez de estar en una estructura tan grande como en la que pasé tantos años. Fue natural hablar con ellos y Everlasting, porque eran la gente perfecta para entender lo que yo tenía en mente y desarrollarlo, desde el disco wearable hasta la peli de Manson.
Lo de disco wearable es algo que realmente llama la atención. ¿Has tenido claro desde el principio que querías introducir a la gente al universo HiperAsia con algo como una pulsera o una sudadera?
Venía dándole vueltas ya desde hace tiempo al concepto, porque a mí me flipa todo este rollo de internet en las cosas, de la realidad aumentada… Es algo que me encanta, actualmente es mi otra gran afición aparte de la música. Tenía claro que quería hacer algo a partir del chip NFC. Todavía no sabía si en una sudadera, pulsera u otro objeto. Tampoco sabía si quería que la gente pudiese llevar el chip todo el rato encima, pero sí que quería hacer algo un poco diferente.
¿Por qué el nombre de HiperAsia?
Me ayudó mucho estar en ese espacio, en esos pasillos, porque eran la representación visual perfecta del sonido que quería. Así se lo expliqué a Brian, el ingeniero. La emoción que sentimos al estar en ese sitio tan gigante, con esos techos y ese exceso de datos por los lados con nosotros en medio como personas, me ayudó mogollón para exteriorizar las cosas más extrañas del sonido que quería.
De hecho es un disco que suena mucho más digital y electrónico que los dos anteriores, con modificaciones y efectos sobre las voces. ¿Por qué este giro hacia algo más oscuro y futurista?
Cada disco lo empiezo de cero, como una oposición o una respuesta a todo lo que he hecho antes. En Pop Negro la idea era hacer algo más pop basado en la radiofórmula y en todos sus clichés. En este me interesaba más eliminar de la conversación el estilo, quería que no fuese de ningún género concreto, y que si a la gente le recuerda a algo sea más por accidente que otra cosa. En el estudio nunca hablamos de estilos, de si hacemos música industrial o hip hop. Todo eso lo eliminamos, intentando acercarnos a la música y al sonido de una forma más ingenua. Hacemos lo que nos pide la canción.
No sé si suena futurista, pero esa no era mi idea ni mucho menos. Lo que sí quería era que la escucha desubicase. Que hubiese elementos que discutiesen el curso natural de las canciones, que la renovaran constantemente, hacer un refresh en mitad del tema. Esa fue la regla fundamental a la hora de construir las canciones de este álbum. También en oposición a mis otros álbumes, intenté eliminar las reverbs que masajeaban la escucha y optar más por distorsiones, delays cortos, vacíos y silencios. Que sonase más seco, pero incluyendo por los lados elementos que estimulasen, como información que molesta a la escucha, pero refresca.
Aunque estás afincado en Barcelona, este disco ha sido gestado en Madrid. ¿Por qué la capital en esta ocasión? ¿Notabas que le faltaba algo a tu ciudad?
No le faltaba nada a Barcelona, pero siempre que empiezo un disco o un proyecto nuevo me gusta salir de mi zona de confort y del lugar donde tengo a mis amigos y demás. Barcelona es la ciudad donde me hice adulto, pero mi discográfica, Everlasting, me ofreció un ático en Madrid que tenían abandonado y fue el click que hizo que me decidiese a ir allí. Yo nunca me había construido un estudio mío –con mis propias manos– y me gustaba la idea de meterme desde cero a reformar un sitio con Brian, mi ingeniero, y montar todo el disco allí. Me parecía que era algo muy romántico. Madrid no era una ciudad que me llamase mucho la atención a priori, pero al final me ha flipado y vivir allí me ha encantado.
Pronto podremos disfrutar del vídeo del primer single, Cómix, con la colaboración de La Mala Rodríguez. ¿Qué nos puedes adelantar acerca de él?
No puedo decir mucho acerca de él aún, pero lo podréis ver pronto. Lo hemos grabado aquí en Barcelona con María (La Mala) y nos ha llevado unos 4 o 5 días. Hay muchas partes diferentes, al igual que en la canción, y yo creo que la gente va a flipar otra vez.
¿Podremos encontrarnos a alguien más en el álbum aparte de María?
María es el único featuring, pero en realidad también ha colaborado el grupo de góspel de la Universidad Complutense de Madrid en varias canciones, al igual que Ariadna Chevalley y María Ayo. Lo que pasa es ellas están en tantas canciones que no se las menciona en los títulos. Ariadna además me ha ayudado también a escribir los arreglos vocales.
¿Podemos escuchar ya el disco al completo?
El 14 de este mes ha sido el primer release, la gente podrá escucharlo si tiene la pulsera y podrán hacer preorder de las sudaderas. Será la única forma de escucharlo hasta el 29 de enero, que se podrá a la venta también en vinilo y CD.
¿A partir de cuándo podremos disfrutar de HiperAsia en vivo?
El 23 de enero estrenamos el directo nuevo en Bangkok, y en España espero poder estar a finales de febrero, aunque no me quiero arriesgar a decir la fecha (risas). El disco sale en todo el mundo, así que giraremos por USA, Latinoamérica, Europa, Australia…