Daniel José Cabrera Castro nació en un pequeño pueblo costero de Murcia, su abuelo era pescador (apodado El Dibujo) y creció muy influenciado por la tradición pesquera. Es por eso que todo en sus inicios como ilustrador tiene que ver con el romanticismo que inspira el mar. Eternamente fascinado por la figura masculina, traza una y otra vez los rasgos del que podría ser su hombre perfecto. Ha pasado de dibujar marineros tatuados a hombres “conejo”, pero todos ellos están esculpidos con el mismo patrón: son hombres tan rudos como sensibles.
¿Naciste para ser ilustrador? ¿Qué dibujabas cuando eras pequeño?
Según tengo entendido, nací para ‘salvar’ a mi madre de una tristeza que vivía con ella desde hace tiempo. Pero sí, no sé qué otra cosa podría hacer en la vida que no sea pintar y que me llene de la misma forma que lo hace el arte.
De pequeño dibujaba muchas casas. Casas enormes, de arquitectura imposible, llenas de muebles y con muchas habitaciones absurdas; casas en las que me gustaría haber vivido.
De pequeño dibujaba muchas casas. Casas enormes, de arquitectura imposible, llenas de muebles y con muchas habitaciones absurdas; casas en las que me gustaría haber vivido.
Hay una clara evolución en tus ilustraciones. Lo que empezó siendo una oda al mar y a la tradición pesquera por tus orígenes ha derivado en un giro de color y de ritmos geométricos que recuerdan a iconos como Mondrian o el grupo Memphis. ¿Están entre tus referentes?
Llega un punto en el que tu imaginario pasa a ser otro. No quiero decir que lo abandones, pero al igual que crecemos y nos van pasando cosas nuevas, nuestro mundo y nuestro imaginario también lo hacen. El mundo marino forma parte de mi infancia y, aunque pretendo revisitarlo en breve, es el mundo de los hombres y de las relaciones el que ocupa mi mente ahora.
Mondrian y el grupo Memphis son parte de mis referentes, entre otros muchos. Pero reconozco que no suelo rebuscar en las biografía y en la obra de otros artistas; me gusta pasar por encima y quedarme solo con pinceladas que me interesan. Suelo inspirarme más con la música.
Mondrian y el grupo Memphis son parte de mis referentes, entre otros muchos. Pero reconozco que no suelo rebuscar en las biografía y en la obra de otros artistas; me gusta pasar por encima y quedarme solo con pinceladas que me interesan. Suelo inspirarme más con la música.
¿Eres más partidario de arriesgar técnica y estilísticamente y salir de la zona de confort, o de mantenerte fiel a un estilo?
Soy de arriesgar. De repente un día me levanto de la cama y me apetece pintar con colores pastel. Entonces cojo los acrílicos verde, marrones y negro y los aparto hasta que acaban secándose en el fondo de la estantería. Al igual que me pasó con el estilo y la temática, también me pasa con los colores. En mi caso no soy yo el que decide pasar de una gama de color a otra, o de una forma determinada de dibujar a otra, sino que es algo dentro de mí lo que me lo pide. ¡Y no puedo negármelo porque no soy capaz de pintar algo que no me apetezca! No entiendo cómo puede haber ilustradores que mantengan una técnica, una gama de colores y un estilo casi inmutable a lo largo de los años; para mí, eso es imposible.
Descríbenos el universo de El Dibujo en 3 palabras.
Miedo, hombre y belleza.
A principios de este año pudimos ver tu exposición Conejo en la galería Miscelánea (Barcelona). Explícanos qué hay detrás de ese título y de las figuras de hombres enmascarados de este mismo animal.
Los personajes enmascarados son un motivo que vengo usando desde hace bastante tiempo. A veces no sólo son máscaras de conejo, sino que también uso máscaras de gato o de pájaro. La máscara, para mí, significa protección, misterio, sexo, amor, miedo. Todos estos sentimientos que antes representaba en forma de tatuaje, ahora lo hago a través de las máscaras. Los ‘Conejo’ son personas con una sensibilidad especial que perciben de la misma forma todos aquellos estímulos que constantemente nos llegan del mundo exterior. Hay personas que no soportan ver violencia en la televisión, que no soportan ciertos comportamientos de la gente con la que convive, o que se sienten extraños ante situaciones violentas para ellos (pero que han dejado de serlo para el resto del mundo). Ellos se colocan su máscara y permanecen en su madriguera – que es su casa – y viven recluidos como la rosa dentro de la campana de cristal.
Tu obra gira entorno a la figura masculina. ¿Quiénes son estos ‘musos’? ¿Son personajes reales, o son fruto de tu imaginación?
La mayoría de mis personajes son inventados; me cuesta mucho recopilar fotos y pintar. Suelo coger el pincel y dibujar los rasgos directamente. Aunque es innegable que uno mismo se acaba convirtiendo en modelo porque está acostumbrado a mirarse en el espejo todos los días. También pasa con personas con las que tienes un vínculo especial ya que, sin saberlo, acaban convirtiéndose en musas. Estoy intentando cambiar eso y buscar modelos de fotografía o otras personas en redes sociales para ver qué pasa.
¿Qué visión tienes del hombre y del concepto de masculinidad como ilustrador? ¿Se podría decir que en tu obra reinterpretas el ideal de hombre que ha imperado hasta ahora?
Pronto trataremos ese tema en una exposición colectiva junto con Bran Sólo, Fran Muñoz y yo. La exposición habla del ‘Hombre perfecto’, y cada uno de nosotros aborda el suyo desde su punto de vista.
Creo que la figura del macho alfa machista y autoritario que ha imperado tiempo atrás ha mermado otras figuras masculinas más sensibles. Los hombres sensibles y buenos, los hombres homosexuales, también son eso: hombres. Pero se les ha hecho creer que su forma de ver o entender la vida no se correspondía con la de su condición. Yo me centro especialmente en la figura homosexual, porque me gustan los hombres y porque pienso que un hombre puede llegar a ser lo más hermoso, misterioso, increíble y mortal del mundo.
Mi hombre perfecto es un hombre masculino, inteligente, sensible, con miedos pero sin miedo a enseñarlos, un hombre con heridas en las rodillas de caerse y heridas en la cabeza de levantarse y golpearse con la losa de un mundo para el que a veces piensa que no está preparado.
Creo que la figura del macho alfa machista y autoritario que ha imperado tiempo atrás ha mermado otras figuras masculinas más sensibles. Los hombres sensibles y buenos, los hombres homosexuales, también son eso: hombres. Pero se les ha hecho creer que su forma de ver o entender la vida no se correspondía con la de su condición. Yo me centro especialmente en la figura homosexual, porque me gustan los hombres y porque pienso que un hombre puede llegar a ser lo más hermoso, misterioso, increíble y mortal del mundo.
Mi hombre perfecto es un hombre masculino, inteligente, sensible, con miedos pero sin miedo a enseñarlos, un hombre con heridas en las rodillas de caerse y heridas en la cabeza de levantarse y golpearse con la losa de un mundo para el que a veces piensa que no está preparado.
¿Cuáles son tus sueños como artista? Ya has dado tus primeros pasos en ámbitos como la fotografía y los murales. ¿Tienes proyectos más allá de la ilustración?
Mis sueños como artista se ciñen a seguir subsistiendo de lo único que me acerca a la felicidad, que es el arte. Continuamente me entrometo en otras técnicas o disciplinas – como dices, ya he hecho alguna cosa con fotografía o pintura mural – y sigo con ganas de seguir haciendo más. Ahora estoy intentando centrarme en escribir e ilustrar un libro que me gustaría sacar este año, y también en el mundo de la cerámica.