Desde siempre le gustaron el arte y la literatura. Es por eso que trabaja principalmente con el “texto”, que puede convertirse en performance, obra de teatro, conferencia, un escrito en la pared, en internet, o en libro. La artista Dora García se interesa por la relación que se establece entre el autor, la obra y el público. Cuando encuentra un tema que le interesa –que son muchos–, empieza a leer y a involucrarse con personas que estén relacionadas con él para investigarlo, aunque no para llegar a una conclusión concreta. Como dice una de sus frases doradas, cualquier pregunta debe evitar a toda costa dar una respuesta. Con la esperanza de que ella sí nos la diera, decidimos entrevistarla para descubrir quién hay detrás de una de las artistas más intrigantes de nuestro país.
¿Cómo y cuándo supiste que querías ser artista?
Nunca lo supe. Tampoco me acuerdo mucho… Siempre me gustaron mucho el arte y la literatura, pero más la segunda, y creo que pensé que, si hacía Bellas Artes, tendría mucho tiempo para leer.
Eres una artista performer. ¿Alguna vez te planteaste ser actriz?
Yo nunca actúo en mis performances. Nunca hubiera sido actriz porque odio verme en fotografías o en vídeos. En cambio, sí que hubiera sido directora de teatro o de cine y creo que, en cierto modo, es lo que soy.
Tu producción artística es mayoritariamente performativa y muy conceptual. Pero, ¿cómo la defines tú?
Creo que todo arte es conceptual: los artistas se distinguen por lo que piensan y por las preguntas que se hacen, no por cómo manejan sus útiles artísticos. La verdad es que evito definir lo que hago porque temo decir tonterías, pero un adjetivo que me han puesto y que me gusta es el de “arte de situación.”
Fv2qlpavbxucc5slsikf.jpg
¿Qué artistas (en cualquier campo creativo) han influido en tu obra y en tu vida, y en qué aspectos lo han hecho?
¡Muchos, muchísimos! Una vez hice una exposición que se llamaba Men I Love en la que listaba mis grandes influencias: Robert Altman, J. G. Ballard, Bertolt Brecht, Lenny Bruce, Geoffrey Carey, Erik Thys, Peter Handke, Abbie Hoffman, William Holden, Charles Filch, Andy Kaufman, Daniil Kharms y Martin Kippenberger. En esa ocasión todo eran hombres, pero también me han influido muchas mujeres, sobre todo Lee Lozano, Hannah Wilke, Clarice Lispector, Mary Shelley y las hermanas Brontë.
En muchas ocasiones, escribes diarios personales sobre las performances que llevas a cabo. ¿Es algo que te viene desde que eras pequeña? ¿Tenías un diario al que le contabas todo?
No, nunca he tenido un diario. Y en realidad no escribo los diarios de mis performances: los escriben los performers y yo los edito.
Has realizado algunos proyectos relacionados con la televisión (News from Outside, Die Klau Mich Show) y la percepción de la realidad. ¿Cómo de importante e influyente crees que es este medio actualmente? Si tuvieras que cambiar algo de la televisión, ¿qué sería y por qué?
Creo que muy poca gente por debajo de los cuarenta ve la televisión. Los jóvenes de menos de veinte no la ven. Creo que va camino de la obsolescencia salvo por las series, si bien casi toda la gente que conozco ve sus series en el ordenador. Nadie ve la televisión para informarse, y ya casi ni los periódicos en papel. De modo que creo que es muy poco influyente. Yo no cambiaría nada de la televisión. Creo que está bien así, en su atroz inoperatividad.
En la serie Golden Sentences tienes algunas frases muy sugerentes. Personalmente me intriga esta: “una buena pregunta debe evitar a toda costa una respuesta.” ¿Podrías comentarla un poco?
Las frases de oro son piezas únicas que pueden escribirse en cualquier idioma. Algunas son mías, pero la gran mayoría las he encontrado. Creo que esa es mía. No puedo comentarla: sería estropear la obra, y creo que está muy claro lo que dice. Claro que creo que es cierto. La primera vez que la expuse fue en el CGAC, en Santiago de Compostela, en 2009. Era muy grande y estaba en el hall del museo. Muy bonita.
Xbwpau1dj42us2rcbr5q.jpg
La segunda frase que más me ha llamado la atención dice: “el arte es para todos, pero solo una élite lo sabe.” ¿Crees que es cierto? ¿Y crees que tu trabajo es para todos, y que todos lo entienden?
Hombre, esa es la segunda que es mía también, aunque inspirada en la de Beuys, “todo el mundo es artista.” Claro que creo que es cierto, estoy convencida de que todo lo que hago es cierto; puede no tener otras cualidades, pero es cierto. Sí, creo que mi trabajo es para todos. Para todos los que crean que merece la pena pasar tiempo con él. No es necesario estudiar, te lo aseguro. Solo es necesario pasar tiempo con él, o ni siquiera eso: el que pasa un momento breve también tiene una (breve) percepción del mismo.
En muchos de tus proyectos de performance implicas a agentes para que intervengan y actúen. Cuéntanos cómo funciona este trabajo en grupo.
Suelo trabajar siempre con las mismas personas, aunque hay una primera vez para todos. A menudo repito, así que hay actores y agentes con los que llevo trabajando quince años. Sin embargo, los proyectos nuevos a menudo requieren personas nuevas, a las que busco en asociaciones y otros contextos necesarios para el trabajo. Primero me encuentro con ellos y hablamos, les explico lo que me interesa y por qué lo quiero hacer (la iniciativa es siempre mía). Intento que ellos también se ilusionen con el proyecto, que vean que también es interesante para ellos. A partir de ese momento, se convierte en una colaboración en la que todo el mundo toma decisiones y cada uno tiene su función bien delimitada.
En 2013 dirigiste y guionizaste el documental The Joycean Society sobre un grupo de personas que han estado leyendo un libro juntos, una y otra vez, durante treinta años. ¿Cuál era el objetivo de este documental? ¿Qué querías mostrar? ¿Y cómo decidiste empezar un proyecto tan diferente a lo que habías hecho hasta el momento?
He hecho películas desde el año 2001, en el que realicé La Lección Respiratoria. Suelo hacer una cada tres años, ahora ya he empezado otra. Lo que me interesaba de The Joycean Society era nuestro entusiasmo común por Joyce: la idea de tiempo detenido gracias a un libro, y la comunidad que se forma entorno a un texto. Y luego lo más importante son los personajes; conocí a esa comunidad y pensé que no habría mejores actores.
Uno de tus últimos proyectos ha sido el conjunto de intervenciones en la Biblioteca Freudiana de Barcelona. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué intervenciones hiciste exactamente y cuál era su objetivo?
Tiene que ver con la película que estoy preparando: es sobre un psicoanalista argentino que fundó la biblioteca del campo Freudiano en Barcelona, lugar donde se desarrolló esta intervención. Él fundó la biblioteca y su idea era “un proyecto libresco:” durante tres días se presentó al público una investigación en directo, ordenando y hablando de los libros de la biblioteca, y organizando conversaciones con las personas que estaban en el origen de la biblioteca. Se trata de rescatar un momento de la historia de Barcelona muy significativo.
¿Qué planes tienes para el futuro? ¿Cómo te ves dentro de cinco años?
Quiero seguir haciendo lo mismo que ahora: dar clases, leer libros, hacer exposiciones, preparar películas.
X4usbgd9kfnwqumluvis.jpg
Mhist2ftaixfyim0rz3t.jpg
Dsue04u4goexjaep6qli.jpg
Lhh2mjtukyvyuhosj56d.jpg
D6dhvb1esbjky9xmgs8r.jpg
Lhgalembon32zyypswms.jpg
Alemesulufdeimy6aztu.jpg
Vrky236r4hvzixozsu42.jpg
B2y5vlvlfz1x548l83nm.jpg
Clyb9hvkciv1eqapl1er.jpg
Tv63otm4qa7okdpmtjk0.jpg
Kf4iunrd9aspdbwoh87h.jpg
Vmuahvaxvnntodxo3ioy.jpg
Fktdsguaqlf8ms7dtxva.jpg
Sfoq2sijbj0qreemye9l.jpg