Llevo una temporada muy optimista, pero hace unos días me desperté viendo que Trump, un tipo machista, misógino, homófobo y racista había ganado las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Alberto Ruiz-Gallardón nos demostró que no hay derechos eternos. El camino es largo, pero lo estamos construyendo cada día. Las mujeres tenemos la obligación moral y la responsabilidad histórica de no volver a permanecer dormidas a la sombra del hombre mientras hacen con el mundo lo que les da la gana. Tenemos que pegar patadas hasta romper los techos de cristal en la casa, en el trabajo y, por supuesto, en la política.