A nivel gráfico no difiere mucho una disciplina de la otra. Sigo siendo muy pictórico dentro de la ilustración. Lo que cambia completamente es la idea y el concepto. En un encargo de ilustración, tengo en cuenta eso mismo, ilustrar, ilustrar un texto, complementar con una imagen una idea concreta que abra puertas y ventanas en el lector.
En la pintura, la relación con el espectador es mucho menor, no tengo que pensar a quién va dirigida la imagen, se crean vínculos pero de una manera más indirecta. La pintura, para mí, es más bien una medicina, un ejercicio de escapismo, una manera de sacar las cosas que no entiendo y que quiero comprender: intento traducirlas en una imagen gráfica, las transformo en algo que puedo observar desde fuera.