Como ya viene siendo habitual, el último evento de Dockers volvió a reunir a un montón de caras conocidas y curiosos a las puertas de su flagship en el corazón de Madrid. Concretamente en la calle Fuencarral 11, donde el pasado 13 de septiembre el skater y atleta olímpico de Tokyo 2020 Danny León se presentaba como imagen de la colección Khakis y nuevo embajador de la marca. Una colaboración entre la firma estadounidense y el que es uno de los mejores representantes del deporte español que surgió de una forma sorprendente e inesperada. ¿Quieres saber más sobre esta nueva alianza? Nos sentamos a hablar con Danny horas antes de su exhibición en la tienda, sobre una rampa creada expresamente para la ocasión, y en la que le acompañaron más de sesenta colegas que no quisieron perderse este momento único.
Me gustaría empezar rescatando un pequeño extracto de una entrevista anterior, en la que te preguntaban por tu primer contacto con el mundo del skate. “Con 9 años me asomé a la ventana y vi que en el centro deportivo de debajo de mi casa estaban construyendo algo. Era un skatepark”, comentabas entonces. ¿Cómo recuerdas este momento, qué se te pasó por la cabeza?
¡Así es! Estaba en mi casa de siempre, en Móstoles, y enfrente había una pista, un descampado. De repente empezaron a hacer obras y a construir una pista de tenis, una piscina, un polideportivo, etc. Y justo delante de mi casa, un skatepark. Yo, siendo un niño de 9 años me colé, me tiré por las rampas como si fuese un tobogán. Pensaba que iba a ser una piscina de verano, pero cuando lo inauguraron vi que era un skatepark y que la gente estaba patinando. No lo entendía y me daba igual porque no me llamaba la atención pero, al final, teniéndolo enfrente de casa, me despertó la curiosidad. Fue entonces cuando decidí probar. Me colé un día al mes de que hubiese abierto y empecé a pedirle la tabla a la gente que allí se sentaba porque yo no tenía skate. Imagínate a un niño de 9 años pidiendo la tabla (risas). Recuerdo que cuando tenía ganas de patinar, a lo mejor tenía diez céntimos en el bolsillo y se los daba a algún amigo a cambio de que me dejase su tabla un rato. Se sentaban a descansar y me la dejaban mientras. Así empecé a patinar mi primer mes, esa fue mi primera experiencia.
¡Ahora necesito saber si el skatepark sigue existiendo!
No, el skatepark lo tiraron años después para hacer un parking de coches.
Te empiezas a colar sin haber cumplido ni siquiera 10 años pero, ¿sigues yendo durante mucho tiempo? ¿O saltas al poco a skateparks más profesionales?
Al mes hacen el primer campeonato y me regala mi primer skate el propio speaker del evento. Es entonces cuando empiezo a patinar todos los días al salir de clase. También hacía futbol entonces, en mis ratos libres todo giraba entorno a deberes, fútbol y skate. A los 7 o 9 meses, no me acuerdo, una tienda de Móstoles de skate me ficha. Me empiezan a patrocinar y me dan algo de material para que pueda patinar. Yo no tenía dinero, iba con lo prestado. Empezó a ir a más, mis padres me apoyaban y en vez de llevarme a un partido de fútbol, me llevaron a un campeonato en Alcorcón.
Había un evento en Burgos y también me llevaban, íbamos toda la familia para allá con tuppers y dormíamos donde podíamos. O íbamos y volvíamos en el mismo día. Ya te digo que mi familia no tenía dinero, vivíamos en un piso de protección civil. Con ese apoyo de mis padres y gracias a que pronto se me empezó a dar bien, al año había ganado el mismo campeonato al que me había apuntado nada más empezar. Y a los 2 años, ya competía con los mayores.
Has dicho que también jugabas al fútbol, uno de los deportes estrella aquí. Pero, ¿entre tus colegas también había amantes del skate, o eras un rara avis?
Al final estaba en un barrio y mucha gente probaba, pero lo acababan dejando. Hubo uno que era mi vecino, con el que empecé el primer día después de que ambos nos colásemos, con el que seguí patinando muchos años. Los dos empezamos en la misma tienda y ambos competíamos. Los dos fuimos creciendo y viajando.
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¿Y en qué momento consideras que empieza tu carrera profesional? ¿Cuándo comienzas a ganar dinero?
A los 13 y a los 18 años. A los 13 Red Bull me ofrece el patrocinio. Me dijeron que me iban a pagar x dinero al año. Imagínate a un niño de 13 años al que le dicen que le van a pagar por hacer lo que más le gusta, para mí era un sueño. Me dijeron que iban a ayudar con la gasolina a mi familia para los viajes, que me iban a ayudar a crecer. Con 18, de repente, mi sueldo era como el de mis padres. Ahí fue cuando me di cuenta de que podía vivir de ello.
¿Tus padres nunca tuvieron dudas o miedos, te apoyaron en todo momento?
Al principio, cuando veían que mis amigos tenían 30 y 40 años y yo tenía 9… Mi madre es joven, entonces las personas con las que yo me movía tenían su edad. Ella se metió, se dio cuenta de cómo era todo y la gente le dio mucha calma.
Imagino que te acompañan a las competiciones siempre que pueden, ¿no?
Ahora ya no tanto. Mi padre ha venido a Brasil conmigo, he ido con mi madre a Australia… Me gustaría retomar eso, lo que pasa es que viajo mucho y es un ritmo de vida muy difícil porque ellos también trabajan. Pero, por ejemplo, mi madre cogió el Ave para poder estar en el evento conmigo.
Teniendo en cuenta que has visitado muchísimos países en los últimos años, ¿dirías que hay suficiente reconocimiento del skate en España? ¿Cómo se percibe en el extranjero?
No. Estados Unidos le da importancia y tiene buenas instalaciones, hay una economía de skate importante. En Brasil, por ejemplo, son muy conscientes de su impacto; pero económicamente no tienen tanto poder, aunque hay muy buenos skateparks y la gente patina increíble. Y el problema de España es que se hacen skateparks malos con empresas baratas, entonces el skate no crece. No se apoya de verdad. No te pueden pagar cien euros por estar todo el día grabando, es un trabajo duro y muy sacrificado. Se tira bastante del mercado y le pegan cuatro patadas. No está bien valorado, aunque creo que estamos avanzando. Y espero que el día de mañana más chavales puedan vivir de esto, igual que pasa con el fútbol.
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Hablemos ahora de tu participación en los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. ¿Cómo fue la experiencia?
Han sido los primeros JJOO en los que ha estado presente el skate. Todos con mascarilla, sin poder salir de la ciudad; del skate a la villa y de la villa al skate. Lo he vivido como si fuera de mi casa al skate y viceversa. Eso sí, el skatepark increíble, con gente de todas las nacionalidades. En la villa, con la poca vida que podíamos hacer porque estábamos entrenando mucho, muy guay. Lo que más me gustó fue el buffet, 24 horas y todo tipo de comida (risas). Noodles, macarrones, pizza, comida árabe… ¡genial! Me encanta comer. También poder ver a otros deportistas en la pista, y poder cruzarme con personajes como Pau Gasol. Eso mola mucho.
Sobre el campeonato: increíble. Yo me quedé a las puertas de la final y eso me dejó la miel el los labios. Ahí es donde entra la parte subjetiva del skate, igual merecía más, pero para eso hay unos jueces y una organización. Y esa miel en los labios que se me ha quedado me sirve para motivarme para la siguiente, ¡voy a ir a muerte! Iba con una lesión de ligamento cruzado y aun así competí, sin haberme operado. Después me operé, intenté hacerlo lo mejor posible. Me he tirado casi 10 meses entrenando todos los días.
¿Cómo se gestiona mentalmente esa presión? Estoy seguro de que quedarte a las puertas después de tantos meses (e incluso años) de entrenamiento no debe ser fácil, ¿cuentas con ayuda de algún tipo?
Los sentimientos están muy a flor de piel en los JJOO. He competido un montón de veces y nunca me han dado ganas de llorar cuando he pasado a la final. Cuando no llegué, fue un bajón tremendo pero tampoco lloré. Ahí empecé a entender el fenómeno que hemos visto recientemente en el que muchas personas han abandonado los JJOO, que antes no pasaba tanto. Se exteriorizó un poco más y más gente dio el paso de dejarlo. Hay mucha presión, de verdad, y te das cuenta de que las historias te las ven tres veces más, tienen tantos mensajes que no puedes ni responder, etc. Fue duro, hubo gente que se tuvo que retirar porque no lo pudo gestionar. Pero a la vez es lo que quiero y lo hago con muchas ganas.
¿Hay algún mensaje que hayas recibido, tal vez por Instagram o Twitter, que te haya marcado en algún sentido?
En el día a día pasa mucho. Por ejemplo, yo me he reventado el ojo y lo he compartido en redes. Antes de que la gente se pregunte qué me ha pasado yo lo cuento, que soy de Móstoles pero no me he pegado con nadie (risas). Ha sido surfeando, un accidente, y de repente ves que mucha gente te anima. Pero sí, mucha gente me escribe. Intento ayudar si me piden consejo, y también hay gente que me ayuda a mí. No podría decirte un mensaje concreto, pero sí te digo que hay mucha gente que cuando he estado mal me ha intentado apoyar. De hecho, ayer me escribió un chico diciéndome que era oftalmólogo y me revisó el ojo. Es la ayuda diaria.
Entre el público que te sigue, ¿hay muchas mujeres, o es mayoritariamente masculino?
Tengo muchos más chicos, y sobre todo niños. Igual tengo un setenta por ciento de chicos y un treinta por ciento de chicas, aunque cada vez hay más chicas y está creciendo, se está igualando. Antes patinaba una chica de entre cien chicos, y ahora a lo mejor hay diez.
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Si te tuvieses que quedar con un único momento de tu carrera, ¿cuál sería y por qué?
Ahora mismo me quedaría con el momento en el que me operé hace 10 meses de la rodilla. Te das una hostia de realidad y puede ser que allí se acabé todo. Tu mente empieza a pensar qué otras cosas puedes hacer, los pies van a la tierra. De repente te dicen que tienes que estar 9 meses de rehabilitación, sin patinar. Esta lesión me ha obligado a madurar, a abrir los ojos, e incluso a luchar. Si quiero estar bien, esto tiene que estar fuerte. Entrenamientos a muerte, disciplina y constancia. Estoy más motivado y centrado que nunca, y ahora tengo claro que tal vez mañana sea el fin de mi carrera. Tienes que tener tras opciones.
¿Qué otras opciones tienes en mente?
Me gusta grabar, editar, hacer fotos. Estudié desde pequeño por mi cuenta, me gradué en fotografía; es algo que me encanta. Por otro lado, me gustaría tener mi propia agencia y ayudar a este mundillo del skate, en el trabjo de los skaters con marcas, esa sería otra opción. ¡Y otra que he pensado es construir skateparks! Todo lo que se está haciendo mal, poder dar una ayuda externa para que se haga bien. Tengo muchas ideas. Aparte tengo mi propia marca de lijas de skate, Piranha, y hago camisetas. Y me gustaría tener mi propia escuela, o mi espacio donde la gente pueda patinar. O tal vez todo, quién sabe.
¿Qué papel juega la moda en todo esto? ¿Le concedes mucha importancia a la imagen?
El skate tiene bastante de tendencia, yo creo.
¡Y tanta!
La importancia creo que tiene que ver con expresar quién eres, el skate es súper libre y hemos visto en la misma época a un tío con pitillos y cadenas con estilo rockero, y a un chico con gorro y ropa súper ancha. Cada uno expresa patinando su estilo, yo creo que el skate es una danza. Lo mismo ocurre con tu forma de vestir. Da igual, cada uno viste como le da la gana. Nos une lo mismo, una tabla con cuatro ruedas, y somos amigos igual. Esa libertad que da el skate creo que es lo que a la gente le gusta tanto. Los skaters no se esconde y así es con todo, también con la moda y la forma de vestir.
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Ahora te conviertes en el nuevo embajador de Dockers, ¿cómo ha surgido esta colaboracíón?
Ha sido de una manera súper natural y estoy súper contento. Dockers es una marca que me gustaba desde antes. Yo ya había comprado pantalones Dockers para patinar porque eran muy resistentes. En el skate nos caemos muchísimo, te tiras con el culo, entonces necesitas algo que aguante. También me gustaba el estilo de las camisetas. Hicieron una fiesta en el mismo sitio con Matthias Dandois, le dije que me gustaba Dockers y los chicos de la marca me dijeron si quería unos pantalones. Me propusieron trabajar juntos y les dije que me encantaría.
¿Surgió a partir de otro evento de Dockers entonces?
Sí, sí. Yo fui a ver a un chico de BMX y estaba grabándolo y viéndolo, disfrutando con mis amigos.
¡Claro, me acuerdo perfectamente! La exhibición que hizo en el exterior de la céntrica calle Fuencarral, allí estábamos nosotros también.
¡Fue casualidad! Un comentario inocente de la nada, me enviaron unos pantalones y ya me ofrecieron trabajar juntos. Cuando te viene algo que te gusta lo haces con muchas más ganas. Anda que no me han venido marcas muy guays pero con las que no me sentía tan identificado. Tengo unas ganas tremendas de irme a California, la cuna del skate, con ellos. Ha sido muy natural y tengo mucha ilusión.
Entiendo entonces que tu prenda favorita de la marca son los pantalones, ¿me equivoco?
Sí, lo que más he usado son los pantalones. El material me gusta, cómo caen. Tienen un montón de vaqueros que también me gustan y ropa ancha que me encanta.
Y ya para acabar, ¿qué nos puedes adelantar sobre tus planes de futuro? ¿Algún sueño por cumplir?
Me estoy preparando para los próximos JJOO de París 2024, ese es mi objetivo. Seguir entrenando, compitiendo y ganando campeonatos para llegar a clasificarme allí. Y de la mano de Dockers, aparte de seguir este camino juntos, quiero darles a conocer en el mundo del skate. Me encanta hacer vídeos de skate y cultura. Enseñar la cultura de un país, el skate y mezclarlo. Siempre viajo e intento enseñar cómo es el skate en cada sitio a mi manera. Ese es un proyecto que está en mi cabeza, pero me gustaría hacer algo parecido. Yo creo que ese es el legado que quiero dejar, plantar semillas por todo el mundo y llevar el skate a donde aún no ha llegado.
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