El dos en uno o el uno en dos, así es como podríamos denominar al dúo formado por Elisabet Vallecillo y Javier Blanco o lo que es lo mismo, Colmillo de Morsa. En cuanto a la morsa, digamos que aunque sea la protagonista principal de la historia, por ahora, danza sobre sus mentes y les inspira cada día más hacia la búsqueda de esa realidad tan arraigada a la esencia de la firma: el resurgir de la moda atemporal, huir del barroquismo y escapar de la fugacidad de la tendencia.
Imaginación, sentimentalismo, pasión, muchas ideas e infinitos proyectos son algunas de las premisas que revolotean en el espíritu de estos dos jóvenes que ya cuentan con dos tiendas físicas, presencia en tiendas multimarca y a los que nos les cesan de llegar grandes encargos. Sus diseños ya vuelan por todo el mundo y no es para menos: han diseñado el vestuario de Volotea, una nueva compañía aérea. Eli diseña, Javi administra y Colmillo les inspira. Ah, sí, desde hace unos meses en su estudio reposa un Dedal de Oro como reconocimiento a su trayectoria. Charlamos con ellos sobre los inicios, el presente y el futuro de la firma, a continuación.
¿Cómo y cuándo nació Colmillo?
Colmillo nació a finales del año 2009 junto con otro socio. Originalmente no sabíamos que íbamos a crear una marca de moda, era un proyecto en común para buscar nuestro lugar creativo y así experimentar. De repente, vimos que podía funcionar y así siguió. En febrero de 2011 tomamos la decisión de llevarlo adelante más seriamente y tuvimos el honor de desfilar por primera vez en Cibeles. Ese mismo agosto de 2011 se incorporó Javi.
Colmillo, una palabra muy sugerente y a la vez que muy exótica. ¿Por qué este nombre?
Es una reflexión del concepto de belleza. El hablar de un ser grotesco, que puede ser repulsivo, nos inspiró y nos dio un motivo para reflexionar sobre el concepto de belleza. En verdad es como una proclamación de que la belleza tiene muchas formas y variantes posibles.
Encontrasteis inspiración en el emblema de un animal que se retoza en el hielo y que vive en el Ártico, pero ¿de dónde sacáis esa inspiración que tanto os caracteriza?
La naturaleza es un imprescindible para nosotros. Se trata de un referente asiduo en todas nuestras colecciones. Hemos tenido prints de pájaro, de peces, de jirafas… No obstante, la inspiración como tal nos viene de cualquier situación, cualquier momento. Encontramos inspiración en cualquier cosa que nos rodea, nos atraiga. Básicamente en todo (risas).
Si definimos el estilo de vuestras colecciones, ¿qué diríais?
Estilo clásico y con toques de modernidad. Nos basamos en el rescate de prendas clásicas y hacemos una revisión de todas ellas. Estamos en contra de las tendencias. Apostamos por las prendas atemporales. Además, tenemos un corte minimalista, limpio, nos centramos mucho en los detalles y, por supuesto, en la calidad de las prendas.
En un contexto de crisis económica como es el actual y en el que convergen muchas marcas de moda, ¿cuál es vuestro leitmotiv?
Nuestra marca tiene un foco muy claro: rescate de lo artesanal y la sostenibilidad. Nosotros entendemos la moda no sólo como un valor mercantil, sino como una manera de vivir. Esto se traduce en buscar la mejor calidad posible y apostar por ella. Para nosotros es un tema de valores. En nuestras colecciones utilizamos mucha seda, piel, algodón, lino… Creemos que se ha perdido la esencia y lo que queremos transmitir es nuestra apuesta por la máxima calidad posible.
Con una personalidad muy marcada, prints de variantes exóticas y muchísimo color, ¿qué tipo de cliente es el que más queda seducido por vuestras prendas?
Desde que empezamos hasta ahora, nuestro target ha variado mucho. Actualmente el perfil de comprador es mujer de 30 a 60 años, que se ha criado con este tipo de tejidos y que por ellos valora la calidad de nuestras prendas. Bien es cierto que acude mucha gente joven y que, sobre todo, en redes sociales nuestro perfil es más bien joven, pero quien realmente compra son las mujeres de esas edades. Y en muchas ocasiones, son señoras que no saben ni quién eres, que no miran pasarelas, pero que buscan un producto especial.
Habéis desfilado por tres ocasiones en EGO, ya tenéis dos tiendas y cada día os conoce más gente. ¿Cómo ha sido vuestra evolución?
Al principio estábamos en un estudio, vimos que los alquileres bajaban y decidimos buscar un espacio que nos dejara trabajar y darnos a conocer al público, que la gente viera y pudiera tocar nuestras prendas. Así llegó nuestra primera tienda en Carrer de Vic, Barcelona, y justo hace un mes, abrimos nuestra segunda tienda en el barrio del Borne. Estamos muy contentos con estas dos aperturas y lo más probable, y esperamos que así sea (risas), es que sigamos apostando por este recurso y abramos más tiendas en España. No sabemos muy bien cuándo, pero esta es nuestra estrategia.
Gracias a ello y a todo el esfuerzo que habéis invertido, Colmillo de Morsa ya tiene sello de identidad. ¿Hay algo que creáis fundamental para que Colmillo diera este gran salto?
El disponer de un espacio físico para poder enseñar tus colecciones. El tener una tienda ha supuesto una consolidación para nosotros. La gente nos considera una marca determinada, seria y establecida. Nos ha llegado mucho reconocimiento gracias a ella. Suponemos que porque da esta sensación de estabilidad y de continuidad, de ser una empresa como tal a pesar de que seamos dos.
Además de abrir más tiendas, ¿algún otro plan de futuro en vuestras cabezas?
En breve, muy breve, nos encantaría volver a desfilar.
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