En un momento en que Barcelona asiste atónita al cierre de sus tiendas y locales más emblemáticos y la plaga de súpers express invade sus calles, en el Passeig Sant Joan 80 cristaliza un sueño compartido que nos recuerda que no todo está perdido. Para Ferran Adrià, una buena sardina es mejor que una mala langosta, y es precisamente esta premisa la que proponen y defienden Sara Reixach y Víctor Burgués en el nuevo restaurante-vermutería y café-horno de pan Chicha Limoná. Dos almas que confluyen, dos mundos paralelos, dos personalidades que se entrelazan en un mismo local. Ellos mismos comentan que ha sido un parto de gemelos. Los amigos del cine y la moda ya lo han descubierto, y a pocas semanas de su inauguración, hay que reservar con tiempo. Cualquier aventura comporta dosis de riesgo y diversión, y ellos las reivindican como sus señas de identidad; además te reciben igual de bien que en su propia casa…
¿Cómo se os ocurrió, en un momento tan incierto, apostar por abrir un negocio familiar?
Hace un año y medio Sara y yo vinimos a vivir al barrio y justo debajo de casa había la bodega de l’avi Manel, la típica tasca vermutera con barriles de madera… ¡Encontramos el sitio perfecto para el vermut del fin de semana! A los dos meses cerró y coincidió en un momento en que yo había dejado mi trabajo y mi pareja quería dejar el suyo. Teníamos ganas de cambios y a Sara se le ocurrió la idea de montar una vermutería. Al poco tiempo me planteó que me incorporara al proyecto. Durante meses estuvimos buscando lo que nos gusta para definirlo mejor y finalmente hemos tenido la suerte de poder hacer lo que queríamos… ¡Ha sido fantástico!
¿Qué os ha inspirado?
El Chicha Limoná es un local con dos almas distintas. El Chicha se inspira en la bodega de l’avi Manel y en el “vermuteo”, como a nosotros nos gusta. Buscábamos ese espíritu y en un viaje a Oporto descubrimos las conservas portuguesas. Decidimos que podíamos ofrecer los dos productos: vermut y conservas en un ambiente de puerto y más canalla. Sara tenía muy claro que el Limoná tenía que ofrecer un producto orgánico y 100% ecológico en un ambiente que fuera la antítesis del Chicha: un sitio para relajarse, escuchar música, trabajar y comer pizzas sauer dough, hechas con harinas naturales, únicas en Barcelona… Un lugar en el que también puedes comprar más de 11 vermuts distintos, vinos, ginebras y conservas portuguesas para organizar tu vermut en casa. La mayoría de vinos de la carta son naturales, ecológicos y biodinámicos, de origen español o francés y de bodegas pequeñas que han recuperado tipologías de uva que ya no se utilizaban en Cataluña. Son arriesgados y se salen de los que normalmente tomamos. También tenemos cervezas artesanales de aquí, escocesas, americanas… De tirador tenemos Stella Artois. Grandes marcas nos han ofrecido dinero para que tuviéramos su producto y lo hemos rechazado.
¿Son dos planetas que conviven?
Totalmente… La idea es que los dos locales se retroalimenten entre ellos. Creemos que la zona pedía un sitio como este y lo estamos comprobando. Los vecinos nos dicen: ¡por fin hay un local para que nos evita tener que salir del barrio a comprar el pan, tomar una copa, o hacer un vermut!
Cuéntame quién formáis el equipo.
Mi recorrido profesional hasta ahora ha sido en el ámbito del comercio y las relaciones internacionales, que me apasionaban… Hasta que con mis socios me metí en el negocio de la exportación de aceites y vinos nacionales de calidad a un mercado tan complejo como el chino. Sara es una amante de la moda y durante los últimos años ha trabajado para multinacionales del sector. Ambos decidimos contar con equipos que nos parecía que estaban en la línea de lo que buscábamos. Trabajar con gente muy profesional y creativa, juntarnos en una mesa y ver cómo se disparan las ideas ha sido la parte más divertida de todo el proyecto. Contamos con Espai Sucre para el asesoramiento gastronómico y con el equipo de Lo Siento para el desarrollo de la imagen. Para el pan, el leitmotiv del Limoná, colaboramos con los amigos de Cloudstreet, que son apasionados del producto. ¡A todos les entusiasmó el proyecto desde el principio!
¿Cuál es la apuesta gastronómica del Chicha?
Únicamente trabajamos con producto de primera calidad basado en platillos para compartir. Actualmente, salir a cenar es experimentar. En la carta tienes todo lo imprescindible para un buen vermut: banderillas, anchoas, boquerones y conservas de berberechos o navajas. Y las latas portuguesas de sardina o caballa. Los platos fuertes son los del chef Rodrigo Nieto, como las tostadas de escalibada con queso feta, la “cassoleta” de arroz con calamar con cebolla caramelizada, la butifarra de perol con garbanzos y boletus. ¡Ojo! el plato estrella, según los clientes, son las croquetas y las bravas, que además pican…
Nestor Luján decía que “no existe plato desdeñado en la cocina cuando se realiza de una manera auténtica”. ¿Es esto lo que ofrecéis?
Exactamente. ¡Nosotros ofrecemos autenticidad! Huimos de lo que supuestamente gusta o no gusta a la gente. Queremos ser muy sinceros con nosotros mismos sin ser pretenciosos. No hacemos alta gastronomía, sino que ofrecemos una cocina muy tradicional con toques divertidos, pero muy reconocible. Buscamos la sencillez, poniendo pasión en la cosas. La respuesta ha sido muy buena porque la gente aprecia lo auténtico, y además, nos lo dice. Valoran los detalles y se dan cuenta de que hay sentimiento en lo que hacemos.
¿Quiénes son vuestros clientes?
La gente del barrio y todo el mundo que comparte los estados de ánimo que proponemos en cada ambiente. Te puede apetecer tomar un café de Nomad Coffee tranquilamente en el Limoná, sin ruidos, cómodamente; y hay momentos más de Chicha, para venir a hacer tu “vermutillo” o reunirte con los amigos el fin de semana.
El interior es muy luminoso, podríamos estar en la terraza de cualquier puerto mediterráneo… ¿Habéis apostado fuerte por la decoración?
Durante algunas semanas fue una obsesión. Soñábamos con el espacio, los materiales, los colores y fue increíble porque los dos soñábamos lo mismo. Uno de los elementos icónicos de cualquier bar del mundo es la barra. La primera decisión fue que fuera baja, para no crear un muro entre el cliente y el barman. Tiene este punto de carpa, de verbena, que nos transporta a nuestra infancia y a momentos de felicidad. Los dos somos unos enamorados del mar, nos encanta el Mediterráneo, y hemos intentado plasmarlo con la ayuda de Antique Boutique para salir de la uniformidad que tanto abunda.
Se me ocurre que además de muy marinero, el Chicha Limoná es sorprendente, gamberro, cambiante y divertido…
‘Divertido’ es el adjetivo que mejor describe nuestra apuesta, y el que más hemos oído entre las personas que de una manera u otra están implicadas. Tenemos ganas de que no sea estático, ni monótono, así que iremos introduciendo cambios en la carta. Queremos sorprender a nuestros clientes. Alguien dijo que en el momento en que algo triunfa, ¡tienes que cambiarlo!
¿Cómo son las noches en el Chicha?
Hay gente que viene a tomar la primera copa y los clientes que vienen a cenar empiezan la fiesta aquí con nuestros cocktails. Tenemos una carta impresionante, pero para mí los que destacan son Moscow Mule –vodka, ginger beer y lima exprimida– y el Bramble –ginebra, licor de mora y, ¿cómo no? limón. Además de la selección de whiskies y ginebras. Abrimos hasta las 2:00h.
En los 70, Víctor Jara cantaba “Ni Chicha, Ni Limoná” para levantar conciencias… ¿Por qué creéis que se quiere divertir la gente?
Es una situación tan triste la que vemos cada día en los medios y tan escandalosos los casos de corrupción, como para que encima no nos divirtamos… ¡Nos merecemos divertirnos mucho más de lo que nos hacen creer!
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