Elisabeth Perez: Claro, en los años setenta y ochenta quedaban muchos derechos por conquistar. Justamente las mujeres feministas, que muchas veces eran lesbianas, conquistaron esos derechos de los que luego se beneficiarían todas las mujeres. Quizá, si por un día se anularan esos derechos, los jóvenes se darían cuenta del peligro y de lo frágil que puede ser algo por lo que tanta gente ha luchado durante mucho tiempo. Quizá se pondrían en marcha entonces.
Catherine Corsini: No estoy totalmente de acuerdo. Creo que bastaría con que ocurriera algo, algo fuerte y amenazador, para que todo el mundo saliese a la calle. En el 68 salió un artículo muy famoso que decía que la juventud estaba totalmente apática, que a la gente no le importaba nada. Pero de pronto emergió un movimiento. Sin embargo, no estamos en el mismo contexto que en la época en que está ambientada la película. Si miras imágenes y te documentas un poco, es fácil ver que aquella era una época muy cerrada, el patriarcado, la burguesía y el Estado eran instituciones muy sólidas. Con todo esto, los jóvenes estaban encorsetados; las mujeres, también. Y fue como una bola de nieve que se convirtió en una avalancha. Había también un sentido del colectivo con la idea de que el futuro sería mejor, el llamado ascenso social: el hijo del obrero iría a la universidad y se convertiría en burguesía. Ahora esto ya no es así: la idea de que el futuro será mejor ya no existe, por lo que la lucha se desmorona. Además, hoy en día la información corre demasiado deprisa y hacer durar una lucha es muy complicado. Con las redes sociales, en mi opinión, puedes participar en muchas cosas pero no te acabas de implicar del todo en ninguna de ellas.
Elisabeth Perez: Antes el colectivo iba todo en el mismo sentido. Había un objetivo muy claro y lo que había que hacer era dar pasos hacia él. Ahora está todo compartimentado, dividido. No hay una lucha fuerte que las reúna todas y que hable por mucha gente, sino que hay un montón de luchitas.