Carlota opta por alejarse del horror de Cerdita, su anterior película, para centrarse en una película mucho más fantástica que terrorífica y abandonar esas reminiscencias del nuevo extremismo francés que supuraba su primer largometraje. En La ermita se centra en una estética fantástica-siniestra a la par que bella, sincera y romántica en el sentido filosófico de la palabra. Para explicar con mayor exactitud este cambio de óptica estética y estilística, nos hemos reunido con la propia Carlota en la academia del cine español, y así conocer de primera mano los entresijos de la creación autoral cinematográfica y su propia identidad como cineasta.