¿Qué decir de Carlos González? La primera vez que lo vi, estaba sentado a la sombra en la Plaza de Guardias de Corps de Madrid con su chihuahua Chelo en el regazo mirándolo embelesado. Lucía imponente pero irremediablemente simpático, con ese carácter que mezcla potencia pero a la vez ternura y cierta indefensión. Puede que eso haya ha sido la clave, esa mezcla tan volcánica de rasgos, lo que ha hecho que directores de la talla de Los Javis o Bop Pop hayan querido contar con él en los aplaudidos proyectos de Veneno o Maricón perdido.
Carlos puede con todo, incluso con el desternillante homenaje a Gale Weathers que protagonizó junto a la gran Pilar Castro en Señoras del (h)AMPA. Ahora, tras una época en constante ebullición personal y profesional donde los ajetreados rodajes y el siempre amenazante Covid han estado presentes, Carlos mira la vida de otra manera, más tranquila y sosegada. Quizás la calma le dure poco, al haber sido elegido como uno de los actores protagonistas de la nueva serie de Carlos Montero, Todas las veces que nos enamoramos. Pero no importa. Ni los pueblos baldíos, ni la España profunda, ni los torturados caprichos del amor podrán acabar con él. Para Carlos solo hay un camino y es el que va siempre hacia delante.
¡Chan, chan, chan! ¿Estás preparado?
Hola, buenas tardes (risas).
Dime, Carlos, te criaste entre dos pueblos distintos, Cintruénigo en Navarra y Cervera del Río Alhama en La Rioja, ¿verdad?
Sí. Mira, te explico: yo hago vida más social en el pueblo de mi madre, en Navarra, y cuando quiero desconectar y alejarme de la ciudad y su asfalto, me voy a Cervera que es puro campo.
¿Qué tal los años de juventud en esos pueblos?
Justo me ha pasado una cosa muy casual y he pensando que si hacíamos hoy la entrevista, te lo contaría. Mi padre ha ido a comprar al Mercadona y se ha encontrado con una profesora mía de primaria, que es la única profesora que supo verme de verdad por entonces. Los demás, más o menos, me odiaban. Yo era un niño al que no le gustaba nada seguir las normas ni estudiar lo que me decían. Prefería hacer teatro, pintar… no entendía que me obligaran a hacer cosas que no me gustaban. Esto en segundo de primaria, te quiero decir. La profesora que te hablo nos daba inglés y nos ponía canciones de Mamma Mía, hacíamos desfiles… aprendíamos divirtiéndonos. No solo era una gran profesora, también una gran mujer con la que mantuve el contacto durante los años en los que yo no tenía muchos amigos y los profesores me decían que no iba a llegar a nada en la vida. Esta profesora me entendió, y hoy mi madre me ha puesto al teléfono con ella y ha sido muy bonito charlar de nuevo los dos. ¡Me ha dicho que me iba a mandar pimientos del piquillo embotados! (risas).
¡Oye, qué buenos!
¿A que sí? Pero, volviendo a esos años. He tenido una infancia difícil porque creo que nadie me entendía salvo mi familia, que siempre me ha apoyado muchísimo. Ellos sabían que quería ser artista, cantante, actor… de todo. Con 14 años me rebelé al descubrir el mundo de la ropa, que para mí no tenía nada que ver con el género. Imagínate un chaval, en la Navarra profunda, con unas botas de Hannah Montana, unos shorts que se veía el ojete, blusas transparentes, pulseras de pinchos fosforitas, pelos cardados… ¡Era el Aless Gibaja de Navarra! Empecé a coger mucha popularidad y me llamaban la Charlotte. Hay gente que admiraba mi valentía y otra me insultaba y me pegaba. En Tudela, por el simple hecho de vestir como vestía, me dieron una paliza y me dejaron inconsciente. Para mí la ropa era un refugio y con el tiempo me di cuenta que me había montado un personaje para sobrevivir, mientras buscaba una forma creativa de sentirme vivo.
Yo no conocía Madrid, con 20 años cogí un avión por primera vez, para que entiendas que yo no viajé hasta más mayor.
Yo no conocía Madrid, con 20 años cogí un avión por primera vez, para que entiendas que yo no viajé hasta más mayor.
Creo que en nuestro colectivo, muchos de nosotros elaboramos un personaje. Bueno, yo no me incluyo. Nunca he pensado mucho en mi infancia, pero la recuerdo muy feliz.
¿La recuerdas feliz?
Sí, no sé. No te creas que la he idealizado. Ninguno estábamos tan buenos, ni éramos tan listos. Todos éramos gilipollas y bien feos.
¡Totalmente! Yo la sencillez de esa época la echo de menos; también la ausencia de móviles. Íbamos de botellona con Peche, Malibú con piña y vodka negro. Ninguno teníamos móvil. Jugábamos a la botella y nos morreábamos todas con todas. ¡Y eso es vivir, también te digo!
¡Claro que sí! ¡Eso es vivir!
Ahora vivimos como en un postureo constante, donde nunca se deja de aparentar. No sé qué pasa, Juan. Parece que si te regalan marcas y pareces más guay, la gente cree que eres mejor actor o actriz. ¡Se ha perdido un poco la esencia de vivir!
¡Y el misterio! ¡Ahora con tantas redes sociales ya no hay misterio!
Mira, yo por fortuna nunca tuve que salir del armario. Ya se sabía. Mi madre me llevaba de pequeño a la piscina con las muñecas y he tenido una gran suerte de tener padres liberales. Me enamoré de un chico del pueblo de al lado con 13 años, que tenía una scooter. Nunca sabía cuándo iba a venir a mi pueblo. Una noche te decían: “que ha venido este”, y no me lo creía. Me pillaba unos ciegos de vodka negro, porque no podía soportar que esa persona fuese heterosexual. Hasta que un día, siendo aún muy crío, y él ya con 18, le dije que sentía cosas por él. ¡Se rio en mi cara, evidentemente!
Yo el enamorarme de heteros nunca lo he sufrido, la verdad. Suerte he tenido.
¡Ese melón no voy a abrirlo! (Risas).
Con lo que me estás contando, entiendo que siempre tuviste claro que querías dedicarte a algo artístico…
Tuve un momento en mi vida en el que quería ser administrativo y estudié un grado medio. En esos años, le ponía más ganas a imaginarme que estaba haciendo la renta de cualquier hija de puta y cogiendo el teléfono como en una película de Pedro Almodóvar, que al trabajo en sí. Entonces sí que puedo decirte que lo he tenido bastante claro.
¡Eso es una suerte!
También te digo: nadie se dedicaría a esto si no le gustara, aunque hay gente que lo hace…
¿Tú crees?
¿No crees que hay gente que da el paso de ser artista sin saber lo que es, y que luego salen huyendo cuando ven que no es nada fácil entrar y que la cuenta bancaria está a menos mil? Yo no se a quién tengo que agradecer la suerte que he tenido, no se si a mí mismo, a mi esfuerzo, a mi coraje o a todas las personas que me han estado apoyando.
Siendo sincero, yo hace 5 años no podría haber trabajado de esto. He entrado en este mundo en un momento en el que se están visibilizando mucho más cuerpos como el mío o personajes LGTBIQ+. En su mayoría, estoy haciendo personajes mariquitas y mi sueño es que me den una oportunidad, que me vean como actor y no como Carlos, sabiendo que puedo interpretar muchos personajes. Que sea gay no me obliga a interpretar solo personajes gays. Me gusta esta profesión porque me gusta alejarme de todo lo que conozco, y si me toca interpretar, por ejemplo, a un borracho con una piña colada en la mano y que se pasa borracho las 24 horas, pues para mí es un sueño. El trabajo de investigación, de campo, es lo más interesante. Todo lo audiovisual es maravilloso, pero cuando te pones a rodar, todo se mecaniza mucho. Por eso un actor tiene que saber aprovechar todo lo previo al rodaje, es lo más bonito.
Siendo sincero, yo hace 5 años no podría haber trabajado de esto. He entrado en este mundo en un momento en el que se están visibilizando mucho más cuerpos como el mío o personajes LGTBIQ+. En su mayoría, estoy haciendo personajes mariquitas y mi sueño es que me den una oportunidad, que me vean como actor y no como Carlos, sabiendo que puedo interpretar muchos personajes. Que sea gay no me obliga a interpretar solo personajes gays. Me gusta esta profesión porque me gusta alejarme de todo lo que conozco, y si me toca interpretar, por ejemplo, a un borracho con una piña colada en la mano y que se pasa borracho las 24 horas, pues para mí es un sueño. El trabajo de investigación, de campo, es lo más interesante. Todo lo audiovisual es maravilloso, pero cuando te pones a rodar, todo se mecaniza mucho. Por eso un actor tiene que saber aprovechar todo lo previo al rodaje, es lo más bonito.
Insisto: ¡tienes suerte de poder dedicarte a esa profesión!
Por ahora la tengo. Confío mucho en mí y en lo que hago, aunque no todo depende de uno. Una cosa te digo, si no encuentro trabajo me lo voy a montar yo. Al terminar de rodar Maricón perdido no tenía trabajo y me puse a escribir un corto, cuando yo no he dirigido en mi vida. ¿Y qué? Muchas veces parece que tienes que formarte para aventurarte, ya que si no parece que te estás metiendo en el sector de otras personas, en el cual no eres bienvenido. ¡Pues vete a la mierda! Al principio del desarrollo del cortometraje pensé en hacer yo del protagonista, pero la idea no me terminó de convencer, ya que quería meterme de lleno en la experiencia de dirigir.
¿Entonces lo has llevado a cabo?
¡Claro! Estamos terminando de montarlo y pronto se empezará a distribuir.
¿De qué va?
Se llama Muñeca, el nombre del protagonista. Habla de una noche entre un taxista y un cliente, basado todo en una experiencia propia. Trata muchos temas. Uno de ellos es la comunicación sexual entre dos personas que creen que saben tenerla, pero no tienen ni puta idea. Es una tragedia con un trasfondo que deja poso, como pasa siempre en la vida. Lo protagonizan Manuel D’Ocon y Pablo Capuz.
¿De dónde viene el título?
Se llama Muñeca porque yo, durante muchos años de mi vida, me he comportado como una muñeca hinchable para los hombres.
¿Por qué?
Puedo decirte simplemente que, durante mucho tiempo, no me he querido lo suficiente como para valorar mi cuerpo y saber que este tiene derecho a disfrutar del placer y no solo darlo. Siempre he sido muy permisivo a la hora de hacer y dejar hacer, siempre que mi cuerpo no se tocara, ya que eso suponía acceder a algo que me hacía vulnerable. El acto de hacer el amor para mí es muy vulnerable y me he dado cuenta con el tiempo. Por mucho que el mono nos haya enseñado que el señor es otra cosa, para poder hacer el amor debes abrir tu corazón.
Es que con todas las apps de ligar, como el Grindr, donde la gente parece pizzas que en 20 minutos están calentitas en la puerta de tu casa, me fascina pero a la vez me repele.
A mí también. No puedo, no sé hacerlo. No se me daría bien quedar con alguien en mi casa y entablar una conversación sabiendo que eso tiene que acabar en una interacción sexual. ¡Es que igual no me apetece!
¡Es todo muy complicado!
¡Eso te digo! Éramos muy felices con nuestro Peche, nuestro Malibú con piña y nuestro vodka negro, jugando a la botella en mitad del campo a escondidas de nuestros padres, evitando que nos vieran la boca negra por el vodka y fumando. ¡Eso era vivir!
He de decir también que el Grindr y esas cosas ha hecho más evidente ese tipo de sordidez, pero eso ha sido así toda la vida…
¡El Grindr es de cobardes! ¡Es un cruising tecnológico! En Maricón perdido hay una escena de cruising donde el protagonista va a un parque tras ser rechazado por un chico que le llevaba toda la noche prometiendo de todo. En esas situaciones me parece que la gente es más valiente, pero también todo es mucho más peligroso en muchos sentidos, uno de ellos por las enfermedades de transmisión sexual.
Bueno, en Grindr, según lo que me he encontrado, la gente lo de cuidarse tampoco lo practica mucho…
¡Que la gente no venga de que se pone condón, que luego no se lo pone!
¡Yo me pongo!
¡Y yo, aunque folle muy poco, que no tengo tiempo! (risas). También soy consciente que desde que engordé follo mucho menos que cuando estaba delgado.
¿Eso te ha llevado a pensar en cambiar tu imagen?
Mil veces, pero me encanta comer. Si me das a elegir entre un hombre y la comida, me quedo con la comida. He estado cuidándome, pero por un tema de salud, no por gustarle a alguien. Yo siempre seré el mismo, con veinte kilos de más o de menos.
Pero, yo lo pienso mucho: ¿la vida cambiaría si nos pusiéramos buenos?
Me jode decírtelo, pero sí. Lo he visto y lo he vivido.
¿Compensa?
¡Por salud! Pero por otros motivos no te sé contestar.
¡Yo tampoco!
¡Si te gusta hacer deporte, sí! Pero si es por gustar, quien se acueste contigo por tu cuerpo lo hará una vez, pero ahí se quedará.
Pensando en el principio de nuestra conversación, tú todo esto lo has aprendido al llegar a Madrid. ¿Cómo fueron esos años?
Fui tonto. Me cogí un piso en Vicálvaro pensando que era el centro. Aun así fueron los mejores años de mi vida. Conocí a gente que compartía mis ilusiones, mis sueños… fue todo muy intenso.
La gente del cine es muy intensa…
¡Y la de las escuelas!
¿Qué tal son esos ambientes de las escuelas de arte dramático?
Todo depende de cómo se lo tome uno. Las escuelas de interpretación tienen una mala fama que no es cierta. A mi nadie en 4 años me ha obligado a sacar mis traumas. Nunca he hecho nada que no he querido. Eso a lo mejor le ha podido pasar a alguien que se exige muchísimo y que busca agradar… ¡Y es normal! En Corazza, por ejemplo, empezamos cien y acabamos veinte.
¡Como Gran Hermano!
¡No, no te echan! Una de mis mejores amigas no funcionó en Corazza, se fue a otra escuela y hoy en día es una de las mejores actrices que conozco. No es que la escuela sea mala, es que tú no encajas. Yo encajé en Corazza y me funcionó su método. Con los años entendí que se trata de una sitio para aprender, no para competir. Los actores tenemos mucho ego y siempre queremos estar por encima del otro, y así no se llega a ningún lado. Trabajando y haciendo equipo es como se llega lejos.
“Que sea gay no me obliga a interpretar solo personajes gays.”
¿Tuviste miedo de repetir?
¡Siempre pensaba que repetía! Me marché en cuarto, ya que empecé a trabajar en lo audiovisual. Aun así es un sitio al que quiero volver para entrenarme. Un actor cuando termina un proyecto se debe seguir formando, ya que uno se olvida rápidamente de lo que sígnica esta profesión. Cuando estás trabajando tienes poco tiempo para ponerte creativo, hay mucha gente, mucho dinero en juego y tienes que hacer lo que debes. Por eso es importante recuperar la esencia del oficio. Estoy a favor de seguir aprendiendo continuamente.
¿Qué te llevó a salirte de Corazza?
Déborah Borque me llamó para hacer el casting de la segunda temporada de Señoras del (h)AMPA. Se trataba de un personaje llamado Juanjo, era mi primera prueba. En la separata el personaje estaba picando croquetas. Lo primero que hice fue decirle a mi abuela que me preparase unas que me las iba a llevar al casting. Acabé comiéndolas con la directora de casting. No sé si me cogieron por mi talento o por las croquetas de mi abuela, te lo digo de verdad.
¡Allí hacías de cámara del personaje de Pilar Castro! ¡Menudo homenaje al gran personaje de Courtney Cox en Scream!
Pilar Castro es una de las personas más importantes en mi vida, personal y profesional. Conocer a esa mujer nada más empezar en la profesión, cuando yo no sabía por dónde me venía el aire… Ella me cogió de la mano y me guío diciéndome: “Estoy aquí para ti, y todo va a salir bien”. Y así fue, y en parte gracias a ella.
Después vino Veneno...
Fue mi siguiente casting, para el que solo tuve 2 días de tiempo para prepáramelo y con acento andaluz, que tuve que llamar a todos mis amigos de allí para que me ayudaran. Pensé: esto es apropiación cultural y no me van a coger. Pero, al final me llamaron. Aunque pasen los años, ese proyecto siempre voy a recordarlo con mucho amor. Aprendí de la vida y de que, pese a que las circunstancias, a veces, son muy jodidas, la gente lucha.
¿Te refieres a La Veneno?
Sí. Había muchas personas trans en el equipo. Escuché sus historias y aprendí de ellas. Pude abrir mi cabeza y aprender, ya que soy marica, pero eso no significa que tengas que estar puesto en todo. Porque yo estoy perdido, Juan. ¡Me encantaría meterme un día a investigar todos los géneros posibles! Tengo ganas de saber sobre esas cosas, porque a lo mejor descubro algo en mí que desconocía. ¿Sabes lo que te digo?
¿Cómo fue trabajar con los Javis?
¡Esa pregunta me la hacen siempre!
¿Cómo fue trabajar con los Javis?
¡Esa pregunta me la hacen siempre! Los Javis son maravillosos, los quiero mucho, me gustaría trabajar más veces con ellos y tenerlos cerca en un ámbito personal. Son muy inteligentes emocionalmente y conviene tenerlos cerca, no solo en lo profesional, también en lo personal. Son maravillosos.
Son unos escritores muy, muy buenos.
Su nueva serie va a ser la puta hostia, ya lo verás. Para ellos sus proyectos son muy sagrados, como hijos.
¡Pero lo que quiere saber toda España es si vuelve Paquita Salas!
¡No me extraña que lo quiera toda España! Muchas veces no hace falta pensar tanto las cosas. Paquita Salas lleva detrás un trabajo muy tocho, pero nace de una idea muy sencilla: de la amistad, básicamente, del poder ser libre con tus amigos para descojonarte de la vida. Luego, claro, tiene un trabajo detrás enorme. Los Javis reivindican mucho la amistad y prefieren la calidad personal más que artística, También creo que es mucho más importante, que te comes muchos meses de trabajo.
Yo alucino que a ti el trabajo te ha salido muy seguido. Después de Veneno protagonizaste Maricón perdido.
Fue un antes y un después en todos los sentidos. Tuve mucho miedo al interpretar a un personaje basado en alguien que está vivo y que es muy conocido y respetado. Fue una experiencia dura y preciosa. Aprendí mucho.
¿Cómo fue interpretar a Bob Pop?
Lo que me hizo respirar es que no había que imitar a Bob. Cogí cosas concretas de él para mi interpretación, pero fue un trabajo difícil. Pregunté mucho, vi muchas entrevistas, escuché su música y tuve un coach, claro. El personaje me fue surgiendo más en el set, rodando, ya que él estaba ahí. Cuando no me tocaba rodar, seguía yendo al set a ver a Bob. Era una pesada, pero me ayudó a formar mi personaje.
¿Recibiste algún consejo de Bob o de Candela Peña, que interpreta a tu madre en la serie?
No tuve muchas escenas con Candela, sí con Alba Flores y Ramón Pujol. Aprendí mucho de todos ellos. Ya te digo, fue un antes y un después. Al terminar de rodar cogí el Covid y me dejó muy machacado, con mucha ansiedad y dolores. Yo no tenía mucho conocimiento sobre el mundo de la salud mental, pasé a ir a terapia. Empecé a entender esos temas a raíz de un trastorno de ansiedad que empecé a sufrir en aquella época. Me sugestioné mucho con la muerte, un tema del que no se habla y del que se debería hablar más. Me diagnosticaron hipocondría y con mucha ayuda y deporte, puedo decir que ahora estoy bien. Es muy importante pedir ayuda.
Después de vivir todo eso, ¿cómo es la vida para ti?
Tras pasar por todo eso, veo la vida de una manera mucho más sencilla. Nada es tan valioso. Ni ser actor, ni tener seguidores son cosas tan importantes. Valoro más las cosas sencillas, como el poder estar trabajando. Estoy en un momento importante de mi vida donde empiezo a ver las cosas de una manera diferente, sencilla. ¡Tengo una perra y todo, se llama Chelo! Es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo; me hace salir mucho de mí para ponerme en el punto de vista del otro. Mucha gente nos necesita y no nos damos cuenta.
¿Te consideras complicado?
¿En qué sentido?
En general.
Sí.
Entonces, ¿persona complicada, vida complicada?
¿Tú eres complicado?
¡Con las movidas que me monto imagino que sí! ¿No deberíamos abrazar lo complicado?
Debemos buscar el equilibro. Ni ser demasiado complicados ni una ameba. No es sano ser una persona absolutamente excéntrica, ni una persona encerrada en si misma. El punto medio es la verdadera sabiduría. Ahora soy artista y actor. En mi familia somos muy complicados.
¡Qué difícil es todo!
Me parece muy interesante lo que propones, la verdad. Hay que abarcar todo, aunque, siendo sinceros, hay momentos en la vida en los que uno no quiere abrazar a nada ni a nadie (risas).
¡Eso es verdad!
También se debe respetar cuando alguien quiere estar en plan vago y ver una serie en la cama, comiendo helado o viendo una peli como Harry Potter. Eso debe respetarse. A la gente vaga se la critica mucho y no deberíamos. Barbará Ferré me dijo una vez que la gente vaga está fatal vista sin saber el motivo. Alguien vago sale de su zona de confort y va a hacer las cosas mucho mejor que otro que se acostumbra a hacerlo todo perfecto siempre; y no está valorado. Yo soy muy autoexigente y me gustaría ser más vago, más relajado. Pero en conclusión, hay que aceptar lo que somos.
Oye, antes de terminar, háblame un poco de tu nueva serie: Todas las veces que nos enamoramos…
Te puedo contar que este proyecto ha sido un regalo gigante. El elenco técnico y artístico, recalcando lo técnico, porque el equipo es el mejor lugar donde he estado profesionalmente. He disfrutado como un niño, me he reído. Siempre he tenido ganas de ir a rodar. Ha sido bello.