Para mí es muy importante la migración porque yo he nacido y me he criado en Algeciras, mi hermano ha hecho muchos fotoreportajes sobre la migración, etc. En general, toda mi familia está muy concienciada con el tema y yo veo muy necesario hablar sobre ello: solo son catorce kilómetros los que nos separan de haber vivido otra realidad. A mí siempre me ha chocado mucho que desde la ventana de mi casa pudiera ver Marruecos y siempre pensaba en que otras personas de allí estarían mirando hacia mí, desde su ventana. Hacía un gran ejercicio de compasión, y es que me indigna mucho este tema: creo que debemos hacer algo, no puede ser que medio mundo esté en condiciones de necesidad urgente, de precariedad, con las necesidades humanas y básicas sin cubrir. Los derechos humanos están en peligro en muchos sitios y en muchos sentidos.
Por ejemplo, hace años estaba en Turquía. Vivía en Estambul casi la mitad del año porque trabajaba mucho como modelo allí: prefería Estambul antes que París o Londres. Me conectaba mucho más con Marruecos, con la gente, con la comida; me sentía más en casa. Cuando salía de casa veía a las familias, la gente en las calles, y me afectaba muchísimo, no entendía por qué pasaba eso. Al final te das cuenta de que no todo el mundo tiene la misma suerte que tú, y que si tú la tienes, has de hacer algo para que las cosas mejoren. El tema del documental está cogiendo mucha dimensión: colaboramos con Playground, que hace poco llevó a cabo una iniciativa también con los manteros, y también Netflix está interesado.