Arte contemporáneo. El Born. Color azul. Todo ello resume bien la esencia de la fundación Blueproject, pero resulta tan solo la punta del iceberg. Un espacio recién nacido donde, a partir de dos salas, se pueden contemplar obras de Jean-Michel Basquiat, Yves Klein o Andy Warhol, a la vez que presentarse a un concurso de residencia para artistas o asistir a una performance de Yui Kawaguchi.
Inaugurada el pasado mes de septiembre, Blueproject forja poco a poco su posición dentro del panorama artístico de Barcelona. Con una jugada doble en la que se apuesta tanto por artistas consolidados como por jóvenes promesas; y un espacio físico en el que, además de las salas de exposición se cuenta con un taller, un café y una tienda, el proyecto se posiciona como una apuesta arriesgada y alternativa que pretende sorprendernos, a la vez que animar la cultura en la ciudad. Hablamos con Aurélien Le Genissel, uno de los miembros, que nos desgrana un poco mejor en qué consiste la idea.
Lanzarse a crear un espacio artístico como el vuestro, en un momento como éste, no debió de ser una decisión fácil. ¿Cómo surgió todo?
Blueproject es una fundación privada, sin ayudas públicas. Vanessa Salvi es su fundadora. Tras decidir emprender un proyecto así, estuvo meditando entre hacerlo en Berlín, Londres o Barcelona. Como tenía una relación personal con esta última, y ahora que la cultura en España está pasando por momentos complicados, pensó que sería una buena idea para ayudar y acercar el arte contemporáneo a la ciudad, y contribuir a mejorar la escena cultural. El barrio del Born parecía a su vez el mejor emplazamiento para la propuesta, así que tras encontrar el espacio, lo renovamos y aquí estamos.
Barcelona siempre se ha visto como una ciudad de vanguardia, pero más de uno ha señalado que en los últimos años ha ido perdiendo fuelle. ¿Cómo lo veis vosotros?
Somos jóvenes y no podemos juzgar el panorama artístico de hace unos años. Pero sí vemos que hay muchos centros de talla media que están cerrando a causa de la disminución de ayudas públicas, y a nosotros nos interesa cambiar eso. Tenemos la suerte de contar con la inversión privada, por lo que intentamos compensar. De todos modos, estamos muy ilusionados con la ciudad. Siempre pensamos que Barcelona es muy puntera en muchos aspectos relacionados con la cultura: festivales de música, de diseño… Sin embargo, en el arte contemporáneo aún no ha despuntado del todo. Nosotros queremos que lo haga. Apostamos por la ciudad y el país. Creo que es más bonito hacerlo ahora que cuando las cosas van bien.
Vuestra fundación apuesta por el arte contemporáneo. ¿Cómo describiríais el panorama actual?
Existe una crítica constante al arte contemporáneo por lo que significa como negocio y toda la especulación que hay alrededor. Hay una parte del arte contemporáneo, como hay una parte de la sociedad, de gente muy rica que especula y comete excesos; pero nosotros no jugamos en esa liga, somos una fundación sin ánimo de lucro. Por otra parte, la gente suele asociar el arte contemporáneo a una única etiqueta: es una basura, es demasiado caro… Seguramente en ello hay parte de verdad, pero hay mucho arte contemporáneo. Cuando vas a ferias como Art Basel, es cierto que sientes los excesos de dinero y lujo, pero tanto allí como en ferias que se organizan alrededor, como Volta o Liste, puedes encontrar artistas menos conocidos que ofrecen cosas muy interesantes. Y eso también es arte contemporáneo. Es fácil decir “no me gusta el arte contemporáneo”, pero en realidad es un mundo muy grande, y es muy difícil decir que todo es una maravilla o una porquería. Apostamos por que el público venga a probarlo y salga con una idea diferente.
Blueproject cuenta con dos salas diferentes que reflejan mentalidades paralelas. ¿Cómo están concebidas?
La idea de la fundación, tal y como la estructuramos, es doble. Hacemos dos apuestas que nos parecen importantes para la cultura en cualquier ciudad. Una es el acceso a obras de altísima calidad, de nombres muy reconocidos. Estos trabajos se exponen en el espacio más institucional, el Salotto, y permanecen allí durante más tiempo. Es una manera de que el público vea obras que nunca antes, o muy pocas veces, se han expuesto en Barcelona. Ahora mismo estamos con una exposición sobre el azul (Blue. Homenatge a l’Invisible) que cuenta con obras de Basquiat o Warhol. Al mismo tiempo, para los creadores emergentes, sobre todo los de Barcelona, tenemos el segundo espacio, la sala Project. Se trata de una manera abierta de ayudar a los creadores de la ciudad. Además exponemos artistas extranjeros no tan conocidos, pero que también deben tener cabida aquí, como Ken Matsubara, con la muestra Repetition. Queremos seguir haciendo ambas cosas, que la gente venga a ver el Salotto y las obras más importantes pero pasando primero por la sala Project, y descubrir que en Barcelona hay arte emergente, nuevas apuestas. Que el arte contemporáneo no es siempre lo mismo y se pueden proponer formatos diferentes.
Esa es la idea, contar con los dos polos. Uno para mostrar y el otro para descubrir.
En el caso de la sala Project, acabáis de cerrar una convocatoria para artistas que podrán realizar una residencia. ¿En qué consistirá exactamente?
La idea es seleccionar tres proyectos que empezarán a exponer en el centro y trabajar en nuestro taller entre marzo y septiembre, un mes cada uno, sea en el formato que sea. Nuestra intención es que tenga continuidad, y poder abrir una segunda convocatoria a partir de septiembre.
Trabajáis con formatos como la performance o las instalaciones, una concepción bastante alejada de lo tradicional.
Esa es exactamente la idea de la sala Project. Estamos abiertos a cualquier tipo de formato artístico, a mezclar morfologías e ideas. Por ejemplo, el día de la inauguración nuestro chef hizo unas creaciones gastronómicas inspiradas en los cuadros que presentamos en el Salotto, con la idea de fondo de que la gastronomía también podía ser un arte. Hay que estar abiertos a todo tipo de arte diferente. Ahora queremos tocar el vídeo, y también los proyectos de instalaciones o música…
Hablando de formatos, parece factible afirmar que estos han evolucionado bastante en los últimos treinta o cuarenta años. Hay una tendencia hacia lo efímero, puede que relacionada con la sociedad de Internet. ¿Qué creéis?
Pregunta complicada (risas). Evidentemente la sociedad ha ido cambiando hacia lo virtual y lo menos tangible, y sin duda eso ha influenciado al arte, al contemporáneo en particular. Se han abierto las puertas a nuevos formatos y a apuestas diferentes, al diálogo entre disciplinas, y eso nos encanta. Pero siguen habiendo formatos no siempre efímeros, en la exposición sobre el azul queremos reflexionar sobre eso. Nuestra intención es seguir presentando debidamente los formatos clásicos, como la pintura. Una de las apuestas importantes del Salotto es que es un espacio muy neutro e íntimo, con casi ninguna interferencia visual entre el espectador y el cuadro. En muchos centros esta relación con la obra se ha perdido, y queremos recuperarla, defender una manera de ver el arte que sea respetuosa con el formato. Si se trata de un vídeo o una performance implicará ciertas cosas, y si se trata de pintura o escultura, otras. Queremos respetar ambas.
Queda claro que vuestra apuesta se sale de lo tradicional. ¿Cómo ha reaccionado el público?
Creíamos que la apuesta del Salotto sería arriesgada, y que algunos podrían tacharla de elitista porque requiere una cierta manera de entender el arte. Pero la verdad es que todo el mundo está encantado de poder estar casi a solas con los cuadros, tanto tiempo como quiera. Son experiencias que en centros más grandes, como el Macba o el CCCB, no son posibles porque las exposiciones son mucho más amplias y con más público. Y en la sala Project, la gente queda sorprendida con lo que se propone. La frase que todo el mundo dijo tras la performance de la bailarina Yui Kawaguchi fue “esto no se ve normalmente en Barcelona”. Y en realidad esa era la idea, que la gente quedara asombrada. A algunos les gustará y a otros no, pero al menos queremos apostar por cosas que no se ven en otros sitios.
Una de las apuestas paralelas de la fundación es el espacio del café. ¿Cómo funciona y qué vínculo existe con el resto del espacio?
Hemos abierto un café con productos ecológicos y raw food, una apuesta que está llegando a Europa desde Estados Unidos y trabaja los productos de manera diferente y más respetuosa. Acercamientos a la gastronomía como el kilómetro cero o los productos veganos nos parecían importantes, y hemos apostado por ellos. También contamos con una tienda en la misma línea, donde encontrar plantas, pigmentos naturales para pintar sin contaminar, camisetas de tela reciclada… En definitiva, queríamos implicar socialmente a la fundación, y por eso creamos estos espacios.
¿En toda vuestra actividad subyace esta concienciación social?
La reflexión que ofrecemos en la parte artística es puramente artística. Pero el arte contemporáneo es muy complejo, y no promoveremos nada que vaya en contra de ciertos ideales sociales. La idea de la fundación es separar el espacio artístico del café, pero la filosofía en cualquier caso es respetuosa con el medio ambiente y los temas sociales.
¿Se parece lo que teníais en mente con lo que habéis creado? ¿Cuáles son los planes de futuro?
Seguro que hay cosas diferentes, pero es bastante cercano a lo que pensábamos. Con menos horas de sueño, eso sí (risas). Hay muchísimo trabajo detrás, mucha pasión y horas de trabajo. Somos un equipo muy pequeño y eso se nota, y a la vez hace que cuando vemos el resultado, el impacto sea muy directo porque somos nosotros quienes hemos visto el espacio en ruinas, lo hemos renovado y hecho nacer la fundación. Y también nos hemos dado cuenta de que podemos traer obras de nivel internacional y que los artistas se interesan por la sala Project. Obviamente, supone más trabajo y dificultades de las que te puedes imaginar, pero no podemos quejarnos, estamos encantados. Venimos a sumar, no a restar. No somos un museo pero tenemos una sala parecida a un museo; no somos un centro cívico pero tenemos el proyecto de residencia; no somos una galería pero tenemos la sala Project para hacer apuestas que nos gusten… Somos un centro poliédrico que reúne los tres aspectos. Al final nos gustaría llevarlo todo a cabo para ver qué funciona mejor, qué espera la gente… Es el principio y vamos descubriendo todo poco a poco.
Edhxr9l3cf0mrlly08ls.jpg
Xhptcnxk3bouqnziq6vq.jpg
Hzfnmrozjg9y0lmz69as.jpg
Iqutyvxc96j2p6vbeueh.jpg
Jjuqsuziaeakwt6h0amb.jpg
Vhygkmxdp4cwohjsshjl.jpg