En relación a los productos artesanales frente a los objetos producidos en serie suele destacarse su calidad y su durabilidad, pero hay un hecho que es incluso más importante y es la relación que, como consumidores, establecemos con ellos. Un objeto artesanal es siempre, en primer lugar, una pieza única, diseñada según un patrón que, habitualmente, está fuertemente enraizado en el pasado y pensado para durar mucho tiempo. De forma que, cuando compramos un producto artesanal, no estamos solamente comprando el producto en sí sino todo un valor añadido que trasciende la función para la que ha sido diseñado.
Creemos que esto tiene que ver con el tema del diseño, un porrón, una montera o un abanico son objetos que pueden ser sustituidos por otros que cumplan su misma función pero que, al haber adquirido un valor cultural, es difícil que cambien. Casi todos los productos que mostramos en la exposición tienen este componente icónico que los hace ser objetos tan reconocibles y que se nos hace difícil imaginar que desaparezcan. Poseen además un valor estético, una calidad y una riqueza de acabados que no tienen los mismos objetos producidos industrialmente.
Junto con Cecilia Gandarias hicimos una pequeña investigación para ver qué objetos eran fácilmente reconocibles como españoles dentro del vasto universo de la artesanía española. Después, nosotros trabajamos con aquellos que eran más cercanos a Loewe y que nos permitieran jugar para hacer construcciones lo más simple y elegantes posibles.
No, lamentablemente no. Lo sustituimos por el porrón. El botijo siempre estuvo entre uno de nuestros objetos preferidos pero las construcciones no eran muy estéticas así que optamos por su análogo en vidrio, igualmente español.
Trabajar con la cerámica de Fajalauza fue muy divertido por diversas razones. Por su variedad y belleza y por la facilidad con la que podíamos crear bonitas construcciones sin casi ningún tipo de adhesivo, además de por toda la historia cultural que hay detrás de estos objetos.
Parece que la siesta, no sé si es puramente español pero está fuertemente arraigado en nuestra tradición y ha pasado de estar maldita y relacionada con vagos a ser lo más saludable y eficiente para aquellos que no tienen un minuto que perder.
La exposición tuvo muy buena acogida en Madrid y ha habido mucha gente que se ha interesado en el proyecto. Lo más importante para nosotros es que nos lo pasamos muy bien haciéndola y que nos encanta el resultado, creemos que eso se puede ver en la exposición.
Nos gustaría verla en cualquier parte pero nos haría especialmente ilusión verla en Japón. Allí son grandes fans de lo español, además de tener un legado artesanal impresionante y un amor por el detalle difícil de encontrar en otra parte del mundo.
Muy emocionante, ya que tanto sus campañas, productos y exposiciones son siempre de la máxima calidad por lo que sabíamos que el listón iba a estar, igualmente, muy alto. Haber tenido la ocasión de trabajar para Loewe en un proyecto tan libre, creativo y rico como este ha sido todo un lujo.
Son dos proyectos diferentes con diferente gente implicada pero, en ambos, se usan los mismos principios para crear elegantes esculturas de la forma más simple, manipulando lo mínimamente posible el objeto.
Es una buena excusa para redescubrir parte de nuestro legado artesanal español sin tener que visitar ningún museo en el sur de España.




