Soñar con salir de fiesta a estas alturas resulta casi impensable, disparatado, reprochable y, para colmo, ilegal. Nos reunimos cautelosamente con tantos como la ley nos permite y lo hacemos con la mirada fija en el reloj, pensando en la hora de volver forzosamente a casa. Bejo es uno de los cantantes cuyo trabajo, aunque elaborado durante la cuarentena, parece haber salido de otros tiempos. Tiempos en los que nos bebíamos la noche bailando hasta el amanecer. Y como prueba, Chachichacho, su último disco. Que no decaiga.
Y es que las letras y los ritmos de Chachichacho consiguen devolvernos a esas noches de festivales y conciertos donde éramos libres y podíamos tocarnos, besarnos, y abrazarnos sin miedo alguno. Y sí, todo esto pasará, vendrán tiempos mejores, y cantantes como Bejo seguirán ahí. Porque la fiesta y las ganas de vivirla nunca terminan.
Tu nombre es Borja Jiménez, algunos te llaman Borja Buche, y para el público eres Bejo, cantante nominado a un Goya a Mejor Canción, miembro del exitoso grupo Locoplaya, y artista multidisciplinar que acumula números uno con el grupo y por separado. ¿Le cuesta a Borja reconocerse tras todo este éxito? ¿Temes que Bejo, el artista, termine devorando a la persona?
Desde pequeñito siempre me ha gustado cantar, pintar y hacer muchas cosas. Desde hace unos años para acá la gente me conoce por las cosas que hago, pero las llevo haciendo mucho tiempo. Intento mantenerme fiel a cómo he sido, y a la gente que me ha conocido desde antes. Cuando voy a un concierto el público me llama Bejo, y viene porque me ha visto cantar por Internet, pero para los que me conocen de hace tiempo sigo siendo Borja. El efecto del éxito depende de uno mismo. Hay gente que cambia y otros ven cómo la gente de su alrededor les trata diferente. Yo intento rodearme de gente buena que me cuida y que me quiere. Yo a Bejo lo mantengo a raya, le paro los pies si se pone demasiado espabilado.
A Nicki Minaj le cambiaron su nombre artístico sin ni siquiera saberlo, Lady Gaga escogió un pseudónimo para paliar su propia timidez, y Bruno Mars prefirió ese nombre artístico para evitar estereotipos relacionados con su nacionalidad… ¿Por qué decidiste tú presentarte al público como Bejo?
Mira, yo antes para rapear me llamaba BJM que eran mis iniciales, las de Borja Jiménez Mérida. Luego me dio por rizar el rizo y escribirlo tal como suena, Bejotaeme, un coñazo de nombre, y terminé cortando por lo sano y poniendo solo Bejo.
Primero te diste a conocer con Locoplaya, del que también forman parte otros cantantes de éxito como Don Patricio, pero tú ya acumulas tres discos en solitario y un nombre propio. ¿Le ha costado a Bejo obtener su propia independencia musical? ¿Pertenecer a un grupo ha influenciado a tus trabajos por separado?
La cronología fue que en 2016 o 2017, no me acuerdo, tanto yo como Patricio o Uge llevábamos haciendo música desde hace tiempo. Yo di el empujón cuando saqué la canción Mucho y se me empezó a conocer primero. Después sacamos varios temas los tres juntos, y el grupo empezó a pegar fuerte. El pertenecer a una banda te divide el tiempo y tienes que administrarlo para sacar los dos proyectos adelante. Siempre hemos tenido la dinámica de desarrollar al mismo tiempo nuestros proyectos en solitario, sobre todo Patricio y yo. Nosotros antes de ser un grupo de música, éramos colegas desde pequeñitos, desde los 5 años. Somos del mismo pueblo de Canarias y siempre nos ha gustado la música y empezamos a hacer música juntos. Nos veíamos todos en verano y el resto del tiempo hacíamos nuestras cosas por separado. Ahora las cosas son diferentes ya que los tres vivimos en Madrid y estamos todo el año en la misma ciudad. A mí me gusta ser independiente y apañármelas como puedo. Todo ha surgido siempre de forma natural, porque hemos estado juntos desde pequeños.
Como compositor, los medios han llegado a colocar tus rimas en un pedestal, diciendo que tus temas son sinónimo de locura y sorpresa, ¿podrías hablarnos de tu proceso creativo? ¿Cómo trabaja y compone Bejo?
No sé si es que la gente me ve como muy loco y que reflejo un poco una realidad íntima. No es que yo este zumbado, pero sí que me gusta expresar cosas que tengo dentro, mi propio imaginario. Me gusta escribir con la base para ir introduciendo las rimas. Muchas veces escribo sin temática, eso lo hacía más de joven. Últimamente soy un poco más de collage, cojo muchas cosas y las mezclo. También depende del tema, mucha canciones me salen con una temática muy marcada. La mayoría de las veces me dejo llevar hasta que encuentro el resultado que me gusta. Soy un poco caótico. Mis canciones, sin duda, tienen que ver con lo que me sucede. Siempre he hecho música porque me ha ayudado a desahogarme, a escaparme de lo que pasa en mi vida. No es un diario, es más una forma de expresar pensamientos relacionados con las cosas que me suceden. Cuando oigo mis primeros temas, que los grababa de cualquier manera, noto que he cambiado mazo, me traen muchos recuerdos buenos, pero las canciones en sí me parecen una mierda.
Naciste en Canarias pero llevas ocho años viviendo en Madrid. ¿Supone Tenerife una fuente de inspiración para tus canciones? ¿Qué recuerdas de tus comienzos en la capital?
Bastante. Sobre todo cuando me marché de Canarias. Me ha gustado siempre el rap en español, ya que me fijo mucho en las letras. Me gusta el ir escuchando una canción varias veces, e ir descubriendo cosas en la letra. Cuando llegué a Madrid y era el canario, me decían di ‘guagua’, di ‘mojo’. Al final, lo distintivo para mí fue el sitio de donde vengo, y me gustó que fuese algo característico que he ido ensalzando. Yo me vine a vivir solo, y fue una novatada mía, ya que tuve que aprender a moverme, a conocer gente nueva.
Chachichacho, tu último disco, se publicó en pleno confinamiento, y está lleno de temas fiesteros que invitan a bailar, contrarrestando toda esa oleada de música triste y sentimental que se ha puesto de moda. ¿Hablamos un poco del making of que hay tras este nuevo trabajo?
Nunca me he sentado a hacer un disco entero, pensando en una idea global. Son una colección de temas que he hecho en una época concreta de mi vida. En este caso sucedió durante la cuarentena. Me sentí muy cómodo en casa y dije, voy centrarme, voy a ir escribiendo y a ir dando forma. Lo hice por hacer, por aprovechar el tiempo.
¿De qué manera crees que el panorama actual ha influencia en Chachichacho? En una época en la que no se puede salir ni disfrutar en plenitud de la vida nocturna… ¿Dónde encaja la música característica de la fiesta y los clubes nocturnos?
Te replanteas muchas cosas. Todo da un poco de tristeza, parece ciencia ficción. No ha supuesto un antes y un después en la música que hago. El verano fue muy raro, la forma de consumir ha cambiado ya que las actividades están muy limitadas. Yo he seguido escuchando la misma música, pero es cierto que algunos temas son más para ir de fiesta, y deja de tener algo de sentido con todo esto. Creo que es un poco como una ficción, como cuando ves una película que tratas de transportarte a otro mundo, pues lo mismo pasa con la música. Yo trato de aportar humor, subir el ánimo, pero sin dar clases a nadie. No trato de informar, para eso ya está el telediario o los periódicos.
Los eventos publicitarios, las giras, las promociones en directo son eventos muy limitados a día de hoy. ¿Eso te ha hecho dudar a la hora de publicar Chachichacho?
Las entrevistas se han podido hacer pero de otra forma. La putada han sido los conciertos, ya que no se han podido cantar las canciones en vivo.
¿Crees que las redes sociales han supuesto una gran ayuda a la hora de sacar adelante proyectos en estas circunstancias? ¿De qué manera te influyen ti las redes sociales?
Todos estamos conectados, y la gente al estar encerrada ha aprendido a usar las redes o se han terminado de enganchar más. Mi abuela no sabía usar mucho el WhatsApp, y ya me manda audios y me reenvía las cadenas estas de la mala suerte. Mucha gente que no tenía tiempo para desarrollar sus hobbies creativos ha encontrado tiempo en la cuarentena. Las redes sociales yo las considero amigas de los artistas, sin dudarlo. Hoy en día, a base de subir las cosas a Internet, la gente me ha terminado descubriendo. Cuando sacas algo tienes un poder de difusión. También puede ser negativo si te obsesionas. Ya no tengo que ir pegando carteles por la calle, únicamente con el móvil puedes dar a conocer una noticia, y eso esta de puta madre, te ahorras muchos intermediarios. No soy muy instagramer, lo uso para la música. Si que puedo subir alguna foto por las pintas o porque me apetece. También las redes son número, yo hago la música porque me gusta, pero si llega a la mayor cantidad de gente pues mejor.
Has mencionado tus pintas ¿prestas mucha atención a tu estética?
Creo que es importante. La estética de cada uno resulta, al final, un código, una forma de reconocernos entre nosotros. A veces, por cómo viste alguien, puedes imaginarte por dónde van los tiros. En mi caso, siempre he vestido como he vestido. Me gusta que el diseño sea guapo, con colores, rollo alternativo… con el tiempo se me ha encasillado en esa estética, pero también me puedo poner de todo, desde un traje de chaqueta para un vídeo o incluso algo de mi abuela. Yo llevo lo que me gusta. No tengo un estilista, un encargado de vestuario, visto según surge.
¿Y por qué esa afición por las gafas de sol?
No soy bizco ni nada. Me gustan las gafas porque aportan algo de enigma y misterio. Me hacen sentir más cómodo, por ejemplo, en entrevistas o en conciertos.
Durante el confinamiento has producido varios vídeos, muy distintos entre ellos. Pico y pala tiene un rollo más cómico, sobre todo por el personaje del dinosaurio, mientras que por otro lado, Frío es más psicodélico y oscuro. ¿Cómo te las has apañado para mantener los niveles de creatividad tan altos durante estos últimos meses?
En casa siempre tengo el micro, los focos, un croma. La cuarentena la pasé en casa de mi chica, y ella también sabe hacer vídeos así que me ayudó a buscar los vídeos para las canciones. El vídeo de Pico y pala se hizo en la fase uno, vi el disfraz y con varios colegas lo grabamos. El de Chocolate blanco lo hice con la aplicación de Zepeto. Buscamos la forma de hacerlo con los recursos que hemos ido teniendo. Lo importante son las ideas. Yo siempre he intentado poner más énfasis en eso, en la idea, en hacerla vistosa, apostando más por el contenido que por hacer algo ostentoso.
Es imposible no preguntarte por esa relación que te une con la figura del aparato reproductor masculino, que tú colocas en tus cuadros, canciones, e incluso vídeos… ¿A qué viene esa fijación por lo fálico?
El logotipo en verdad surgió de una canción mía llamada Pintando pollas en la pizarra. En clase tenía un colega que cada vez que me daba la vuelta me dibujaba pollas en los apuntes. Luego yo se lo devolvía. Era como un juego. No es una polla muy detallada, es más un rollo de niñatos. No es nada sexual. También me gusta jugar con la identificación. En mi merchandasing en vez de un cocodrilo de Lacoste hay una polla, como diciendo que mandes a la mierda que las marcas te identifiquen. También me gusta llamar la atención. Cuando alguien se mete en el canal de Youtube y ve la polla, seguro que se fija en eso, pero lo importante es ensalzar la propia identidad.
En la canción Happy Day dices que no sabes cuántas veces te has roto para que todo encaje. ¿Es el mundo de la música tan imponente como parece? ¿Qué consejo darías a todos aquellos que quieren empezar en el mundillo?
Depende de como te muevas y a lo que aspires. Como en cualquier industria hay muchos intermediarios y muchos intereses diversos. Si ves la música como una forma de ganar dinero y hacerte famoso sí que vas a encontrar a gente que te impulse o te tire hacia atrás. En mi caso, yo me siento afortunado ya que me dedico a lo que me gusta e intento dar lo mejor de mí. Si se me va al carajo pues ya haré otra cosa. Si tú quieres ser el top uno del mundo tienes que exigirte mucho, y tomártelo todo muy, muy a pecho, es un poco asfixiante. Yo aconsejaría a quien empieza que lo haga todo porque disfruta, que se lo tome como un aprendizaje continuo; poco a poco te vas superando, y tampoco hay que desesperarse por querer hacerlo todo a lo grande. Si tienes talento y te esfuerzas, a lo mejor te jodes y no consigues nada, pero al menos lo disfrutaste. Hay que aprovechar el momento.
Vivimos en un momento social donde el nivel de sensibilidad está muy alto. Tú no tienes pelos en la lengua. Por ejemplo, en la polémica #FiestaEnLaTerraza, dices en una de las estrofas “el virus chino ya contagió a las masas”. ¿Te han intentado censurar alguna vez tus letras? ¿Qué opinión tienes sobre la ‘cultura de la cancelación’?
Ese tema me lo quitaron de YouTube. Lo del virus chino fue sin maldad ninguna y se creó un problema, ya que se sintieron ofendidos. Yo sabía que en la canción había cosas que podían ofender, pero la canción tiene que ser entendida como una parodia, incluso me río de mí mismo, diciendo que no tengo conciertos y a ver quién me mantiene. Me gusta pasarme con las letras, pero a veces también me digo, baja un poco, contrólate.
También has irrumpido en el mundo del arte con ruido. Tengo entendido que uno de tus dibujos, que consistía en una lámina pintada a rotulador, se vendió por cien mil euros en una subasta online. Y el 15 de enero inauguras una exposición en Matadero de Madrid, donde se expondrán tus obras hasta el día 24. ¿Qué le lleva más trabajo a Bejo, componer un cuadro o un dibujo? ¿Afrontas estas dos facetas artísticas de una forma diferente? ¿Existe una correlación entre lo que pintas y lo que cantas?
No me dieron ni un duro, ni cincuenta céntimos. Yo llevo un par de años subiendo dibujos, y mucha gente me los quería comprar. A mí me da vergüenza poner precio a mis dibujos; nunca he sabido, ya que todo es muy subjetivo. La idea de hacer una subasta me pareció la más acertado, ya que no sería yo quien pusiera el precio. Lo anuncié en eBay y se desató la locura. Yo decía, como llegue a mil pavos va a ser la polla. Esa misma noche ya iba por quince mil, luego por treinta mil y yo flipando. Después me retiraron el anuncio y yo pensé o esto es en serio o es que está pujando la gente de coña. Pasó una semana y al final intenté hablar con eBay para que me explicaran lo que había pasado y no me dieron ninguna explicación. Al final descubrí que había sido un niñato haciendo la gracia. La próxima vez lo haré bien y ya está. Me ha servido para que se sepa que pinto, y me molaría hacer exposiciones. Para mí la pintura es algo más libre, en donde también dejo algo de mí en lo que hago. Mis cuadros son personales pero al mismo tiempo son más inconscientes. Las formas, lo colores, tiene su trasfondo pero menos explícito. A veces sí que he relacionado mi música con mis dibujos. La portada de mi último disco es un dibujo que hice en la tablet. Siempre he pintado sin mucha pretensión y sí que me gustaría causar cierto interés en ese aspecto.
Exposición de Bejo en Matadero. Plaza Lagazpi, 8 (Madrid). Del 15 al 24 de enero.
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