La moda fue la mejor vía que encontró Rebeca Escudero para entender el mundo, y así nos lo transmite ella a su vez, con su mirada particular, artística y poderosamente reflexiva. El resultado tras varios años de trabajo en firmas de alta costura fue crear su propia línea, que combina el diseño atemporal y ético con la pintura. Ella misma se declara más diseñadora que pintora, pero lo cierto es que tanto da: sus diseños se convierten en piezas artísticas e inconfundibles. El producto final que crea Rebeca son prendas de una gran sensibilidad artística, funcionales y conscientes a la vez que bellas, con dibujos en óleo, tinta china, carboncillo, pasteles o acuarelas. Hablando con ella de su trabajo no podemos más que augurarle un futuro muy prometedor, al que sin duda vamos a seguir la pista de cerca.
Algunas veces has dicho que, al elegir la carrera, dudaste hasta el último momento. ¿Por qué al final optas por Diseño de Moda?
Mi idea era entrar en Bellas Artes o Sociología, y desconocía que existiese una carrera de Diseño de Moda. Cuando lo supe e indagué un poco sobre el tema, enseguida me vi atraída. Además, yo estudié en el Centro Superior de Moda de Madrid, que tiene una carga teórica y práctica bastante potente, y eso me terminó de convencer. Necesitaba seguir estudiando, y asignaturas como historia del arte, sociología de la moda, periodismo de moda, fotografía, historia del traje o elementos del diseño me garantizaron una enseñanza amplia y fructífera. Por otro lado, teníamos muchas horas de laboratorio textil y prácticas en talleres, íbamos a trabajar con las manos constantemente. Era esa mezcla entre lo teórico y lo manual donde yo me sentía más cómoda. Fue un acierto en toda regla.
¿Cuál fue tu forma de aplicar todo lo aprendido? ¿Qué haces al acabar la carrera?
Lo primero que hice fue entrar como asistente de diseño en Sybilla. Fue una oportunidad que marcó todo lo que viene a continuación. Trabajar en una empresa de alta costura y con un equipo pequeño te brinda la oportunidad de ver el proceso de la prenda desde que nace hasta que llega al punto de venta. Durante ese proceso, cada persona que toca la pieza se siente responsable de su crecimiento y su resultado final. Todas tienen que mimarla y hacerla sentir especial, al igual que los trabajadores por los que pasa. Desde ese momento, siempre he intentado que todo vaya de la mano de un reconocimiento y una buena comunicación con las personas que ayudan y hacen capaz que Becky Nut sea lo que es.
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¿En qué momento Rebeca Escudero decide crear su propia marca y pasar a ser conocida como Becky Nut?
Existe un momento clave que me hace dar el paso, un punto de inflexión. Después de pasar por un par de trabajos más en los que tuve una implicación emocional y creativa muy fuerte, me di cuenta de que disponía de una fuerza brutal que me animaba a arriesgar y a darle nombre a las cosas que iba haciendo por mi cuenta. Estaba creando, sin saberlo, pequeños objetos y proyectos a los que solo les faltaba ser agrupados y otorgarles una casa. En ese momento decidí lanzar Becky Nut.
El proceso de creación, como has dicho, es muy importante para ti. ¿Cómo lo describirías? En definitiva, ¿cómo nace una prenda de Becky Nut?
Nace de una necesidad. Una mente creativa está constantemente trabajando. Digamos que la observación es muy productiva, todo lo que te rodea es llamativo. Y, de repente, hay algo que brilla de una manera especial y te hace rascar un poco más. Es una labor de investigación que te motiva a cada paso. La pintura, por ejemplo, es una fuente de inspiración total. Mezclar todos los pigmentos con sus texturas sobre cualquier superficie me ofrece motivos para empezar a crear nuevas piezas; pero también me inspiran los ensayos sobre lo humano y lo social. La última colección se fraguó durante la lectura de un libro de Josep M. Esquirol, que es una reflexión sobre la ética de la era de la ciencia y la tecnología donde nos habla del respeto y la necesidad de “prestar más atención” a lo que nos rodea. ¡Es un libro fantástico!
¿Cuáles son tus tejidos y materiales predilectos?
Tengo debilidad por los tejidos rústicos y la combinación de estos con tejidos suaves. Las mezclas de lino y algodón, seda y cáñamo, lanas con sedas… busco siempre una riqueza tanto visual como táctil mediante las texturas y la mezcla de calidades naturales.
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¿Cómo han evolucionado tus proyectos a lo largo de los años?
La evolución de mis proyectos cada vez se hace más sincera. Cuanto más muestras al mundo, más seguridad ganas en tus ideas. Pese a que no todo tenga la aceptación que quieres, reafirma tu identidad. Empecé haciendo trajes a medida, colecciones de alta costura y vistiendo a alguna invitada, pero para mí eso tenía muchas limitaciones y al final siempre terminaba haciendo algo que no acababa de encantarme.
Por el camino de la pintura encontré un filón interesante, ya que aplicaba mis obras sobre los tejidos. Lo primero que hice fueron unos pañuelos de seda estampados con obras de acuarelas sobre suelos húmedos. Este momento fue clave para el desarrollo de Becky Nut. El proyecto alcanzó su equilibrio, la forma de introducir ese elemento artístico que quería desarrollar dentro del oficio de hacer ropa.
¿Cómo definirías tu última colección? ¿Tienes ideas para la próxima?
La última colección está en el horno. Es el próximo invierno 16/17. Siguiendo la línea de siete piezas, característica de las anteriores colecciones, combina prendas de abrigo con forros coloristas pintados a mano y piezas de lana con pintura metálica. ¡Es una explosión de texturas!
Para la próxima estoy pensando en las monocromías y elementos que se deshacen. Y hasta ahí puedo leer…
Tu marca tiene unos principios muy sólidos que, sin embargo, no suelen aplicarse en el mundo de la moda. ¿Cómo ves la tendencia de la industria textil en apostar por la cantidad en vez de la calidad?
Es un conflicto importante. Hoy vivimos un tiempo de necesidad y lujo cada vez más distanciado. El ejercicio de la moda rápida y barata es sustentado por el sistema. Se entiende perfectamente que la gente con salarios precarios consuma low cost, pero es difícil de asimilar que las personas sin necesidad y con salarios boyantes consuman este tipo de producto también. La explicación es muy complicada y sencilla a la vez: se sienten atraídos por la moda. Estamos muy lejos de conmovernos con las personas que trabajan en las fábricas que lo producen, no tenemos empatía hacia ellos, no los vemos. Lo único que vemos son prendas chulísimas, baratas y que nos permiten estar estrenando constantemente sin importarnos absolutamente nada más. Es aterrador y fascinante a la vez desde el punto de vista sociológico. Considero que las cosas están cambiando, pero queda mucho por hacer.
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Tus prendas quieren ser atemporales. ¿Por qué? ¿Cómo intentas plasmar este estilo clásico en tus originales diseños?
Confío en un buen fondo de armario para cada mujer. Y eso es posible si eres capaz de tener una buena oferta que ofrezca calidad y diseño. Becky Nut intenta ofrecer prendas de corte clásico, entendiendo esto como patrones sencillos con pequeños detalles de confección o estampación artesanales y artísticas para darles ese toque diferente.
¿Cómo empezó eso de ser una pintora que diseña, o una diseñadora que pinta? Todos los estampados de tus prendas son únicos, ¿verdad? 
Empezó pintando sobre papel y terminó pintando sobre tejido, cambiando el soporte. Me considero una diseñadora que pinta, no una pintora que diseña. Soy más una transformadora que una creadora, pero sí defiendo que mi trabajo es un desarrollo artístico en todas sus formas. Todos los estampados nacen de mis pinturas en óleo, acuarela, carboncillo, etc. Es la parte de experimentación que alimenta el proyecto. Ahora estoy obsesionada con las texturas que ofrece la pintura directamente sobre tejido, las diferentes superficies y sus cualidades para absorber esa mezcla acuosa de pigmento y agua.
Tenemos entendido que no solo eres diseñadora, ¿a qué más te dedicas?
Desde el minuto uno que terminé mi formación he estado trabajando como vendedora en diferentes firmas de moda, casi siempre en el sector lujo. Esto es algo muy importante y decisivo a la hora de crear Becky Nut. Es lo que me permite conocer al cliente, sus móviles de compra y la falta de conciencia en el consumo. Estar cerca de la gente alimenta esa parte social y de realidad que le falta a muchos diseñadores. Es vital conocer la sociedad a la que te diriges.
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