Inicialmente apasionado por el género documental, Arnau Blanch ha terminado dedicándose a una fotografía mucho más personal que trata sobre el entorno que le rodea y los temas que le conciernen. Tras viajar por selva amazónica, actualmente plantea mudarse a Colombia para poder terminar proyectos en los que lleva tiempo trabajando. Además, su proyecto Everybody Needs Good Neighbours –finalista del concurso FotoPres la Caixa– ganó el premio al mejor libro del año en Photoespaña tras haberse expuesto en Nueva York, Brasil, Madrid y Barcelona (y pronto llegará a Inglaterra). Con un background tan interesante e intenso, decidimos charlar con él para ver en qué está trabajando ahora.
Primero estudiaste fotografía en el Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña, y luego hiciste un par de másters en el International Center of Photography de Nueva York. ¿Cómo fue la experiencia de estudiar en dos ciudades y países tan distintos?
A decir verdad, las grandes ciudades me aturrullan un poco, así que la experiencia fue intensa y no siempre fácil de llevar. Creo que aprendí a sobrevivir en un medio que me era un poco ajeno y, en el caso de Nueva York, a vivir por debajo de mis posibilidades (risas).
Tanto en Barcelona como en Nueva York te especializaste en fotografía documental. ¿Qué te llama tanto la atención de este género?
Yo usaría el pasado para referirme al interés que tenía en el documental, digamos, clásico. Me llamaba la idea de ser un aventurero, soñaba con encontrar cosas increíbles en lugares remotos y vivir una vida idílica. Pero con el tiempo se me fue pasando la idea de la veracidad y la objetividad adjudicada al documental… Sin embargo, ¡creo que sigo teniendo algo de Cocodrilo Dundee!
Creo que cada proyecto debe tener una forma, una estructura y un lenguaje distintos o propios; no tiene que ser tu estilo el que marque los temas que trabajas. Así que, en realidad, no me pongo límites.
Además de la fotografía, ¿qué otros campos de la cultura te interesan?
Me gustan las pelis malas, la novelas que enganchan y los fotógrafos/as que consiguen generar trabajos en los que se unen destreza y concepto. ¡Ah! Y Beyoncé.
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Muchas de tus fotografías son en blanco y negro, con contrastes muy fuertes y marcados…
En blanco y negro todo es mas fácil. Para crear una imagen tienes luz y sombra, enfoque y composición. Con las imágenes en color todo se complica, ya que es un elemento que se suma a todos los demás. Pero poco a poco me voy sintiendo más cómodo usando el color. Y como decía antes, es el tema o proyecto el que marca si uso color o blanco y negro.
Tu proyecto Everybody Needs Good Neighbours fue seleccionado para el 19º FotoPres de la Caixa. Mientras ibas haciendo las fotografías, tuviste un tutor, Mark Power, que te iba aconsejando y guiando un poco. ¿Cómo te sentiste al saber que una institución tan importante iba a exponer y promocionar tu obra, además de ofrecerte un tutor profesional?
Para mí lo mejor de todo –sin descartar lo que tu dices– fue la posibilidad, por primera vez en mi vida, de dedicarme exclusivamente a la fotografía. El dinero de la beca me permitió dejar mis trabajos esporádicos como obrero para centrar todas mis horas al proyecto becado (y a otros que tenía y tengo). Mark fue muy cercano en todo momento y creo que su figura me sirvió más como un punto de apoyo emocional que creativo.
Entre 2006 y 2009 viajaste a Marruecos, Senegal, Gambia y Mauritania –recogidos en Not Yet, Not Ready– y afirmas que fuiste golpeado en cada ocasión. ¿Quién te pegó y por qué? Y dejando estos incidentes a un lado… ¿cómo fue la experiencia? 
Creo que estos viajes son los que me hicieron dejar el documentalismo por proyectos más personales. En cada viaje sufrí de mi ignorancia y de mi falta de madurez. Nunca tuve problemas, solo que no estaba –ni estoy– preparado para hablar de la vida de los demás, y África siempre me venció. Esto me llevó a focalizarme en proyectos personales en los que hablo sobre mí mismo desde perspectivas distintas, como por ejemplo mi pueblo natal, mi trastorno de ansiedad, miedos, adicciones y la familia.
Otro de tus proyectos, Veneno, tiene lugar en la selva colombiana. Teniendo en cuenta que la selva amazónica y Colombia son zonas llenas de luz y de color (al menos es como me las imagino yo), me sorprende que todas las fotos sean en blanco y negro. ¿Por qué lo hiciste así?
Werner Herzog dijo sobre la grabación de Fitzcarraldo en la selva amazónica peruana: “(…) Tenemos que aceptar que ella (la naturaleza) es mucho más fuerte que nosotros. (…) La encuentro llena de obscenidad. La naturaleza aquí es violenta y brutal. Solo veo fornicación, asfixia y estrangulación… y lucha por la supervivencia, el crecimiento y la putrefacción. (…) Los árboles están en la miseria, y también los pájaros. No cantan, gritan de dolor. (…) Es una tierra que Dios ha creado con rabia.” Supongo que nada es lo que parece.
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Por lo que veo, has visitado algunos países de África y Sudamérica para cuestiones profesionales, y supongo que personales. ¿Cuál es el próximo destino al que quieres ir?
Hace tiempo que se me pasa por la cabeza ir a vivir a Colombia. Queda relativamente cerca del norte de Ecuador, donde empecé un proyecto el año pasado al que quiero dedicar todos mis esfuerzos. Con el tiempo me he dado cuenta de que no me interesan demasiado los países en los que no me puedo comunicar bien. Siempre me da la sensación de que no me estoy enterando de nada de lo que pasa a mi alrededor.
Algunos de los proyectos fotográficos que has hecho han terminado convirtiéndose en libros y publicaciones, como es el caso de No Caption y No Caption 2, en colaboración con Rafael Arocha, o el de Everybody Needs Good Neighbours. ¿Cómo es el proceso de crear un libro a partir de tus fotografías? ¿Cómo unes, desde el punto de vista de un fotógrafo, el campo de la fotografía con el editorial?
Personalmente coloco en sitios muy distinto No Caption (I y II) y Everybody Needs Good Neighbours. No Caption es un ejercicio visual que hicimos con Rafael Arocha: queríamos hacer algo juntos y decidimos probar algo que nadie había hecho (nótese la ironía): comunicarnos a través de imágenes sin palabras ni explicaciones, un ejercicio visual que decidimos publicar sin muchas pretensiones.
Con Everybody Needs Good Neighbours aprendí mucho de la mano de Eloi Gimeno, Kentaro Terajima y Sonia Fernández-Pan, las personas con quienes construimos el libro conceptualmente. El proceso fue intenso pero muy gratificante. Creo que esta publicación –y sus páginas, el orden, la textura, el color, el olor, etc.– es una forma perfecta de cerrar el proyecto, porque trata de llevarte hacia su idea principal.
Y, ya para terminar, ¿en qué andas metido últimamente? ¿Tienes algún proyecto entre manos del que nos puedas hablar? 
Pues como tengo trastorno de atención nunca he podido estar centrado en un solo proyecto, así que voy turnándome de uno a otro. Estoy trabajando con terra-lab.cat en la revisión del territorio desde una visión contemporánea, trabajando con Bego Antón y Mau Morgó. Por otro lado, estoy preparando una exposición que tendrá lugar en el Arts Santa Mónica –junto con otros 14 fotógrafos– en el que expondré Fantasmas, un proyecto que trata sobre la ansiedad y mi forma particular de tratarla. Con el libro de Veneno llevo ya muchos años haciendo y deshaciendo maquetas, intentando cerrar la edición y encontrar una buena alma caritativa que quiera publicarlo. Y para terminar mi penitencia, estoy desarrollando dos proyectos más: Twilight Zone y Taboo. En el primero me intereso por los efectos del opio en los sueños y los distintos estados de la conciencia; y en el segundo intento romper un tabú familiar.
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