Allí es donde estudió psicología y donde en paralelo hacía talleres de arte. Y quiso fusionar tanto estos dos mundos que se mudó a Barcelona para cursar un máster en arteterapia. No le gusta el nombre de esta disciplina porque se ha convertido en un cliché.
Cuando hablas con Arianna se nota que respira en otra onda. Lleva con ella la música del Caribe, con su ropa siempre colorida y ese ritmo sosegado al hablar, difícil de encontrar en alguien de su nueva ciudad. Es el tipo de persona a la que los silencios entre frases no le incomodan.
Para ella, el arte remueve. Y eso es ideal para sanar ciertas heridas. Insiste en que la arteterapia funciona mejor cuando la persona que la realiza no es artista o, si lo es, utiliza otro arte que el habitual. “A un artista le costará más separar su creación terapéutica de una creación con fines más estéticos.” Arianna afirma que el proceso de recuperación de un trauma es mucho más rápido mediante la arteterapia que mediante otros procesos, como por ejemplo el psicoanalítico. “Con el arte todo es más rápido.”