Siente que la vida en Barcelona le sacude cada día como un terremoto, pero esto solo le hace querer seguir creando. Cuando no estudia, Arianna pinta y dibuja. Y va guardando esos dibujos que, para ella, acaban siendo recuerdos de sus estados de ánimo. No tiene problema en regalárselos a sus amigos; es una forma de dotarles de más vida y movimiento.
Me explica que siempre dibuja con música. Que lo vive todo con música, sin más. Y como consecuencia baila todo el rato. A veces, cuando se siente triste, se fuerza a bailar porque sabe que eso cambiará de inmediato su estado de ánimo. Cuando dibuja es el único momento en que se olvida de todo, incluso de sus obligaciones. Para Arianna, dibujar es fusionar el control y el descontrol, una liberación ordenada.
En la cuenta de Instagram de Arianna se puede ver cómo convierte cualquier momento cotidiano en algo susceptible de belleza y arte: desde un charco con palomas mientras vuelve de un festival de música hasta las formas que crean las sombras de sus manos en movimiento. El arte transforma los ojos del que lo ve.