Podría decir, haciendo una especie de flojo chascarrillo cinéfilo, que
Antonio J. Rodríguez compone a la perfección la clásica figura del profesor que encandilaría a esos tiernos y lánguidos personajes, que bien podrían estar interpretados por Kristen Stwart, Léa Seydoux o, si tiras un poco de la cuerda, Carlos Cuevas en su vertiente más músculo-macarra. Es joven, culto y su vida parece una vorágine de experiencias y conversaciones dignas de enmarcar. Tiene claro su discurso y el aplomo del que gozan las palabras con las que adorna su aplaudida bibliografía, –entre ellas obras como
La nueva masculinidad de siempre (2020) y
Candidato (2019)– en la que ha cuestionado a la burguesía, a la clase política y los sueños y aspiraciones de una sociedad preocupada en exceso por gustarse a sí misma. Ahora llega el turno a las relaciones personales, al género, a la identidad… a nosotros mismos. Rodríguez nos coloca frente al espejo y nos obliga a preguntarnos: ¿qué estás mirando?