Conocí su trabajo y trayectoria en la universidad. Más tarde, junto a un grupo de alumnos y mi profesor Jose Angel Sanz, fuimos a la Bienal de Venecia y conocimos la obra del arquitecto en la ciudad, y supuso todo un redescubrimiento. Después de haber viajado varias veces a Venecia, la vi con otros ojos, una mirada donde el detalle era muy importante. Cuando empecé la colaboración con Pena Jewels, sus referencias vinieron a mí sin pensarlo. La verdad es que hay muchas cosas que me gustan de su trabajo: su estilo, el respeto por la arquitectura del pasado, el mimo por los detalles, el uso de los materiales, su relación con el agua. Sin duda, un personaje único.
La arquitectura es algo totalmente vocacional. Aunque ahora, por trabajo, haya hecho un parón, me acompaña siempre. Eso es inevitable cuando algo te fascina. Soy de las que creen que las disciplinas se relacionan entre ellas y pueden convivir en armonía. Ha sido muy fácil usar referentes en el mundo de la joyería. En el fondo, todo es diseñar y construir.
El proyecto habla claramente de arquitectura, de Carlo Scarpa, de los detalles, de mí. Se ha llevado a cabo con la ayuda de Pena Jewels y todos los colaboradores, y eso es también algo que creo que la colección transmite: el trabajo en equipo.
El resultado es mucho mejor de lo que me pensaba. Empezamos la colaboración con Pena Jewels sin esperar nada en concreto. Sí que es verdad que la referencia de la arquitectura estuvo presente desde un primer momento. Trabajar con ellas ha sido muy sencillo; todo ha surgido de forma natural, sin pretensiones. Con los meses, amigos como Silvia Conde o el estudio Naranjo-Etxeberría se han unido. Además, Première Classe se interesó por el proyecto, ya que nació durante mi visita a la feria el año pasado, nos pidieron más información, y ahora ya puedo decir que voy a estar allí en la edición de enero con algunas sorpresas. Ser la primera invitada por la feria es todo un honor que asumimos con humildad y mucha ilusión.


