Criada en una familia y un entorno poblado de artistas en Bilbao, para Ana Riaño vida y arte se han mezclado desde que era pequeña. Ahora, a través de sus cuadros investiga las zonas de enfrentamiento y de encuentro entre las dimensiones opuestas que llegan a tocarse y colisionar, como realidad y ficción, redes sociales y construcción de la identidad, imágenes y palabras.
Ana Riaño se licenció en la Facultad de Bellas Artes de Leioa en 2008, y desde entonces ha ido coleccionado diferentes reconocimientos en el mundo del arte, tanto a nivel nacional que internacional. Sus obras se han expuestos en galerías como La Cité International des Arts de París y en la Artower Gallery de Atenas, pasando por El Tunel en Guatemala y la Fundación Rozas Botrán.
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¿Cuándo empezó tu interés por el arte y cómo empezaste tu carrera de artista?
Soy hija de artistas, mi marido es artista y la mayoría de mis amigos trabajan en el mundo del arte. No hay una frontera entre mi trabajo y mi vida, pero supongo que esto nos pasa a todos los que decidimos tener una labor creativa, no trabajar en una oficina. Desde niña estoy acostumbrada a convivir con el arte, artistas, museos, galerías, etc.; por eso creo que no tengo claro el momento en el que empecé mi carrera de artista.
Eres de Bilbao, una ciudad que ha pasado de ser eminentemente industrial a convertirse en un referente de la creatividad, sobretodo gracias a la llegada del Guggenheim. ¿Qué rol ha tenido la ciudad en la formación de tu background?
Yo he crecido con el proceso de transformación de Bilbao y he podido ver y aprovechar las oportunidades que me ha dado la ciudad a lo largo de mi carrera.
Tus trabajos son figurativos, pero llevan una carga conceptual muy reconocible. ¿Cómo has desarrollado tu propio lenguaje artístico? ¿Qué inspiraciones e influencias tienes?
Soy muy metódica en este aspecto. Primero me gusta pensar en un proyecto, una historia a desarrollar a través de mis pinturas, y luego trabajo cada cuadro como único para que pueda funcionar sin explicar todo el resto.
En esta mezcla de figuración y concepto, ¿qué rol tiene para ti el espectador?
El rol del espectador es clave, ya que es él quién interpreta mis obras. En el proyecto RRSS dependerá si el espectador conoce al artista del que se habla, a los que comentan o a sus amigos.
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¿Has pensado alguna vez en expresarte a través un medio diferente de la pintura?
No, yo me considero pintora. Hoy en día parece algo fuera de época no ser multidisciplinar pero creo que cada uno tiene que buscar su camino, y por ahora el mío son los pinceles.
En tu proyecto RRSS has analizado dos fenómenos: por un lado, la construcción de la identidad del artista y, por el otro, las nuevas formas de comunicación e interacción social. En este proyecto quieres también cuestionar el proceso de formación de la identidad de los artistas. ¿Cómo ha sido para ti el proceso de creación de tu identidad?
Si quieres vivir de tu trabajo, has de publicitarlo. Al fin y al cabo nosotros vendemos nuestras obras, y en todo proceso de venta hay una parte de producción y otra de comunicación. En última instancia, las redes sociales en relación al mundo del arte son como una plaza en día de mercado, en la que cada uno da voces llamando la atención hacia su puesto de venta. Desde que tomas la decisión de trabajar en el mundo del arte siempre hay una pregunta presente: cómo publicitarse, cómo emerger, cómo hacer que sepan de ti y de tu trabajo. Hoy en día las redes sociales son una herramienta con la que el artista puede dar a conocer su trabajo, su currículum y acceder a los diferentes agentes del mundo del arte y hacer que sepan de él. Por otro lado soy bastante tímida –en la realidad y en las redes– así que me está costando hacerme un hueco, ya que creo que la personalidad del artista influye demasiado hoy en día.
La serie RRSS está compuesta por cuadros que representan las capturas de estados de Twitter y demás perfiles imaginarios en otras redes sociales de artistas como Ingres, Dora Maar o Francis Bacon. ¿Cuál es la relación entre realdad y ficción en esta serie, y por qué has preferido reproducirlas en las pinturas?
El proyecto se divide en dos partes. La primera consta de la realización de piezas pictóricas en las que retrato estados de redes sociales de artistas, galeristas, directores de museo, críticos de arte, y otros agentes sociales de mi entorno, es decir, frases, ideas, fotos, etc. volcadas por estos en las diferentes redes sociales. Pero por otra presento una parte biográfica semireal de diferentes artistas ya fallecidos, generando pantallazos inexistentes de su vida si convivieran con las nuevas tecnologías y redes sociales. De esta manera pretendo que la realidad y la ficción se fundan en un mismo plano de significado.
Pero, ¿por qué pintura? En primer lugar, porque me interesa que las piezas producidas sean reconocidas por el espectador como obras, no como meras capturas de internet impresas. En este sentido, el hecho de (re)crearlas en un medio tradicional como la pintura sirve a este propósito. Pero además, también me fascina el hecho de jugar con la apropiación de obras de terceros artistas (aquellas que han colgado en redes sociales ya estén terminadas, o bien estén en proceso), el retrato y el juego de veracidad o falsedad de las imágenes ante las que se sitúan los espectadores.
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De realidades y ficciones es una serie que también analiza la relación entre estas dos dimensiones. ¿En qué se diferencian entre ellas? ¿Y por qué estas tan intrigada por este tema?
La relación entre la realidad y la ficción es el punto de donde parto a la hora de iniciar un nuevo proyecto. De realidades y ficciones trata un tema más personal, ya que habla de hasta qué punto nos pueden influir medios como el cine y la literatura y hacerlos parte de nosotros. Por ejemplo, si estas enganchado a una serie, son muchas horas de tu vida las que pasas con esos personajes ficticios que al final hasta crees que conoces. Lo mismo pasa con una película que has visto varias veces, o también con un libro. Por eso en ese proyecto incluía en escenas de películas personas de mi entorno y viceversa, ya que creo que en nuestras mentes se confunden muchas veces.
Con el proyecto RRSS me di cuenta de que las redes sociales son como una inauguración de una exposición, pero todo el tiempo. Me refiero a las imposturas, claro. ¿Has estado alguna vez en un acto social-cultural? Ahí finge todo el mundo. Hay una escena preciosa en el cómic Los combates cotidianos de Manu Larcenet que va en ese sentido. Ahora, en las redes sociales es más fácil mantener esa impostura porque la distancia lo permite; en ellas solamente se ve lo que a cada uno le interesa mostrar (principalmente positivo y mejor de lo que suele ser), y es una manera de conducir al espectador a creer lo que nos conviene. Es una manera de ficcionar nuestra realidad.
Tengo una anécdota que creo que fue el principio de mi obsesión entre la realidad y la ficción que creamos en nuestra mente. Cuando era pequeña teníamos un perro que murió cuando yo estaba de vacaciones. Hasta hace unos años, de tanto escuchar la historia de mis padres y de mis hermanos, me había creado la imagen perfecta en la cabeza de ese momento y hubiera puesto la mano en el fuego de que yo había estado allí. Pero hace unas navidades todos se rieron de mí cuando dije que me acordaba perfectamente, ya que era imposible, y me di cuenta de que mi imaginación me había jugado una mala pasada.
En las series The End y They Live mezclas palabras e imágenes, dos medios que a veces se tienden a separar. A veces se dice que una imagen vale más que mil palabras. ¿Qué querías representar y comunicar a través de estas obras?
El tópico nos dice que es la visión, el ojo, el sentido privilegiado en la modernidad. La televisión, el cine, internet, la publicidad: en todos ellos la visión es la que se impone sobre otros modos de comunicación. Algunos pensadores han llegado a hablar de que vivimos en la época de la hipertrofia de la imagen, que estamos en un punto en el que ya no caben más imágenes. Si en otros tiempos se ha dicho que todo está dicho, hoy parece que todo está visto. Nada queda por ver. Sin embargo, una imagen desnuda –sin contexto interpretativo– no dice nada. Al menos, no afirma nada. Es pura incógnita de significado.
Es al relacionarse con la palabra cuando la imagen cobra un significado del que no puede desprenderse, quedando definitivamente interpretada y dotando de conocimiento al espectador, quien no se enfrenta con la misma sospecha interpretativa a la imagen cerrada con palabras que a la imagen desnuda. Sin embargo, no conviene olvidar que la palabra escrita también es una imagen, tiene una dimensión gráfica y, en cierto sentido, también es un dibujo. De ahí que en el proyecto esta dimensión gráfica de la palabra escrita también tenga su importancia interpretativa a la hora de discernir la relación entre lo que está escrito y lo que se ve en la imagen, a través de la utilización de diferentes fuentes que ya de por sí dotan de un significado a la palabra. Dicho de otro modo, en estas palabras, el modo con las que están pintadas también tiene una importancia interpretativa. Esto también se puede ver en el proyecto RRSS, ya que la palabra escrita influye directamente sobre la imagen.
¿Nos puedes dar algún anticipo sobre tus últimos proyectos? ¿Estás trabajando en algo nuevo?
Todavía no he dado por terminado el proyecto RRSS y me gustaría continuar por ese camino; hay muchas relaciones y juegos entre los diferentes agentes del mundo del arte que me interesan para la continuación del proyecto.
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