Antes de mi entrevista con
Álvaro Rico, me vienen a la cabeza aquellas líneas de la obra cumbre de Muñoz Molina,
Plenilunio, en la que al inspector protagonista, le aconsejan indagar en los ojos de la gente para encontrar un culpable. Alguien de mirada inconfundible, marcada por vivencias imposibles de olvidar. Y yo me encuentro con los ojos heladores de un actor triunfal, de una cercanía sorprendente. Así es Álvaro, quien apenas en unos años, ha pasado a ser uno de los rostros más reconocidos y reconocibles de la televisión mundial, gracias a su valentía a la hora de interpretar personajes impredecibles. Porque Álvaro ha puesto el cuerpo y la voz a esa oscuridad humana que camina impune por la sociedad a golpe de billetera y encanto. Toda una galería de tipos peligrosos, siempre al borde del abismo, que van desde su inolvidable Polo a Javi Cuesta, turbio protagonista de su nueva obra de teatro,
Dribbling, dirigida por Ignasi Vidal y que acaba de aterrizar en Teatro Maquina de Madrid hasta el 3 de octubre.