Alejandro Speitzer es de esos actores que tiene todo para llegar lejos: talento, atractivo y sobre todo ambición. El haberse criado bajo los focos, actuando desde muy corta edad, lo han convertido en un actor con recursos, capaz de atreverse con los papeles más diversos y complicados. De aliado de una narcotraficante a un héroe romántico, pasando por un cautivador psicópata, Alejandro pone voz y rostro a sus personajes con la adaptabilidad propia de quien lleva la actuación en la sangre. Tras arrasar en su México natal, acaba de saborear las miles del éxito en España con la miniserie de Manolo Caro, Alguien tiene que morir, donde se ha batido en duelo con estrellas como Carmen Maura, saliendo victorioso. ¿Cuántos pueden decir eso?
Empezaste a trabajar desde muy joven. ¿Cómo recuerdas esos años? ¿Crees que tu infancia y juventud han sido muy distintas a las de los demás?
Definitivamente, sí lo ha sido, ha sido distinta. Lo noto respecto a amigos míos que tienen otras carreras y no empezaron a trabajar tan jóvenes. Noto que en mí hubo cierta madurez temprana, sobre todo en entender lo que significa el trabajo. Pero todo ha sido en el buen sentido, he ganado mucho. Una de las razones por las que a día de hoy vivo de lo que vivo, es por haber desarrollado este proceso tan joven y haberlo podido asimilar. Toda una experiencia cien por cien positiva. La realidad es que sí hubo cosas que me pude haber perdido, pero en el recuento de los años, puedo afirmar que he ganado mucho, ya que no sería el hombre que soy hoy, personal y laboralmente, si no hubiese empezado a trabajar desde tan pronto.
¿Piensas mucho en el pasado?
Por su puesto. No solo como actor, también como persona creo que es importante remontarte a tus orígenes. Saber de dónde vienes para saber a dónde vas. Siempre vuelvo al pasado cuando algo no anda bien, que es lo más común en los seres humanos, y yo trato de remontarme allí para entender lo que deseo, pero ya tengo, y lo que quiero conseguir ahora; sobre todo para poder aprender a disfrutar, ya que tenemos la costumbre de que cuando conseguimos algo, enseguida queremos otra cosa.
Tu hermano Carlos empezó también muy joven en el mundo de la actuación. ¿Te hubieses animado a participar en tu primer proyecto interpretativo si él no hubiese estado también en este mundo? ¿Os dais consejos entre vosotros?
En realidad, yo empecé a actuar como un gesto de imitación hacia él. Con el paso de los años fui descubriendo que también era mi pasión. Si él se hubiese dedicado a otra cosa, no sé si yo ahora estaría viviendo de esto. Por supuesto que nos damos consejos; él me lleva cinco años, con la experiencia noto lo importante que es para los dos el compartir enseñanzas. Él para mí ha sido un motor y una fuente de inspiración, siempre me ha recordado y me ha enseñado el respeto por esta profesión.
¿Alguien que ha empezado en el mundo de la actuación desde pequeño puede decirnos si un actor nace o se hace?
Existen las dos posibilidades. Yo soy mucho de pensar que nada es blanco o negro. Hay gente que no había hecho nada y que, de pronto, empieza a trabajarlo y consigue cosas que no tenía pensado conseguir. Y, aun temiendo contradecirme, sí que creo que un actor debe de tener algo arraigado desde sus orígenes, una necesidad de sumergirse en la vida del otro, del personaje. Podría decirse que naces pero que debes trabajarlo.
¿En algún momento desde que empezaste hasta ahora has dudado si continuar en el camino de la interpretación?
La verdad es que no. He tenido momentos complicados en los que las cosas no han salido como yo esperaba, pero he sido paciente y he sabido esperar mi momento y disfrutarlo, sabiendo siempre que las cosas pasan. Un día estás aquí y mañana no. Pero nunca he dudado. Desde que supe que esto era lo que quería, no ha habido momento malo que me haya hecho dudar, al revés, ha reafirmado mi pasión.
¿Es entonces la paciencia una cualidad indispensable para un actor?
Sin duda alguna. Al final, ser actor es un trabajo en el que tienes que hacer muchas pruebas para luego no llegar a conseguir el papel. Necesitas paciencia, ya que son muchos factores que no dependen de ti, los que hacen que tú puedas participar en un proyecto e interpretes a un personaje. Tú tienes que esforzarte y dar lo mejor de ti.
¿Dirías que la profesión de actor ayuda a encarar las propias inseguridades?
Yo tengo inseguridades. Diría que el ser humano es cada vez más inseguro. La actuación es un trabajo muy expuesto, que ven muchas personas y eso genera dudas y miedos, pero hay que saber afrontarlos y entender el propósito de lo que haces para que el miedo no te cierre y te frustre.
¿De qué manera gestiona Alejandro Speitzer el éxito y las críticas, tanto negativas como positivas?
Yo no soy ni el peor ni el mejor. Partiendo de eso me creo las críticas buenas y malas hasta cierto punto. Una crítica mala lo es cuando tiene detrás una mala intención y busca herir. Pero, fuera de eso, entiendo las críticas. Antes he dicho que este es un trabajo muy expuesto y, por lo tanto, permite que la gente opine sobre él. No tengo ningún problema con que a alguien no le guste mi trabajo, es más, lo respeto mucho.
En Oscuro deseo encarnas a un psicópata que se involucra en una relación adúltera con el personaje de la protagonista. ¿Interpretar a personajes de corte tan siniestro afecta a la personalidad del propio actor?
Si personalmente te dejas llevar por tus personajes claro que puede afectar. Pero, la realidad, es que no tendría que ser así. Yo fuera del set dejo las cosas ahí. Hay gente que tendrá otras técnicas y podrán llegarse a creer el personaje, pero ahí ya tiene que ver mucho con cada uno y no con la profesión.
¿Te gusta entender las motivaciones e inquietudes de tus personajes incluso cuando no tienen absolutamente nada que ver contigo?
Últimamente ya no. Al principio buscaba entenderlos, pero con el paso de los años dejé de hacerlo. Con Oscuro deseo me costaba mucho empatizar con un personaje que es un psicópata con un comportamiento muy machista; me costaba mucho comprenderlo. Simplemente me dije que existe gente así y que había que interpretarlo lo mejor posible.
¿Qué te resulta más divertido interpretar a los héroes o a los villanos?
Cualquier actor te lo puede decir: los villanos tiene su punto. En mi caso, aunque está mal que lo diga, me considero una buena persona y al estar tan alejado de un villano lo encuentro bastante interesante. Después de Oscuro deseo hice Alguien tiene que morir y en cada una interpretaba a personajes muy dispares; comprendí que no hay buenos ni malos, que las circunstancias muchas veces te hacen ser como eres. Los buenos no es que sean aburridos pero sí menos atractivos para el público, por eso tienes que trabajarlos par darles su punto.
Actores como Mickey Rourke o más tarde actrices como Dakota Johnson han encabezado proyectos de gran carga erótica para más tarde pasarse a un cine de autor más personal… ¿Te gustaría dar ese giro a tu carrera en un futuro?
Sin duda. Todo depende del momento, pero yo lo que quiero es contar buenas historias. No pienso en el tipo de cine o en si es una serie o una obra de teatro. Me enfoco en escoger bien mis personajes y creo que eso es una cualidad que se adquiere con el tiempo. Pienso que hasta ahora mis decisiones han sido acertadas y seguiré confiando en mi intuición. También me interesa hacer una comedia que me resulte atractiva, no lo descarto.
¿Crees que los actores que encarnan numerosos papeles en los que su físico es uno de los principales reclamo se deben esforzar más en demostrar que no solo son una cara bonita? ¿Resta la exposición física seriedad a una interpretación por parte de la crítica?
No lo sé. Depende de cada uno, y no creo que una cosa tenga que ver con la otra. Evidentemente existen las etiquetas y me encantaría que desaparecieran, pero están tan arraigadas que resulta complicado. Por lo pronto existe esa realidad. Yo no me concentro en eso. En España he podido saltar de un personaje muy siniestro, como el de Oscuro deseo, a otro totalmente diferente en Alguien tiene que morir. Tristemente por culpa de las etiquetas, otros no entienden que yo pueda interpretar esos personajes, pero yo intento ser un referente en ese sentido. Nuestro cuerpo es una pieza de trabajo, si el día de mañana tengo que estar fuerte lo voy a estar, o bajar diez quilos como para Oscuro deseo, lo voy a hacer. Parece que nos quedamos con la espuma de las cosas. En la industria ven a alguien y parece que se les olvida la caracterización, los cambios físicos y lo que el actor puede aportar.
¿Qué le cuesta más a Alejandro Speitzer, la desnudez física o la emocional?
La física. Yo trabajo con las emociones y estoy acostumbrado a eso.
¿Con qué directores y directoras de cine sueña con trabajar Alejandro Speitzer?
En España te diría que con Amenábar y en México con Iñarritu. Son tantos…
Este 2020 has saltado oficialmente a los medios españoles gracias al papel protagonista en Alguien tiene que morir, ¿te gustaría desarrollar aquí tu carrera?
Es mi idea. Me gustaría actuar fuera y tener personajes que transmitan y conecten. Estamos mi equipo y yo trabajando en eso, para abrir mi carrera aquí. Para mí es como arrancar de cero. Es bueno empezar de nuevo y renovarme.
¿Qué te atrajo de Alguien tiene que morir? ¿Cómo es Manolo Caro como director?
Que era un personaje muy esperanzador. En medio de todo ese caos y odio que envuelve la serie, mi personaje es muy esperanzador, dispuesto a todo por ser quien es y por buscar su felicidad. Manolo tiene una intuición maravillosa y con un humor que te hace disfrutar mucho.
Has colaborado con un icono de la interpretación en Europa como es Carmen Maura ¿Qué puedes contarnos de la experiencia de trabajar con ella? ¿Ha compartido algún consejo contigo?
Maravillosa. La experiencia fue más bonita de lo que pude imaginar. Ella se interesó por mí, por mi carrera y me pareció muy bonito. Fue genial hablar con ella durante los día de rodaje, y me recordó que esto no es tan complicado, que no hay que darle tanta vuelta; debemos disfrutar. Ojalá volviera a coincidir con ella. Aparte, es una mujer elegante, encantadora, muy agradable y chistosa.
El tema de la homosexualidad está muy presente en Alguien tiene que morir, ¿crees que es necesaria más representación en las series y películas?
Sí, creo que es necesario. Creo que se ha dado un paso importante respecto a las historias que se cuentan sobre estos temas. Aún hay un largo camino por recorrer respecto a historias sobre minorías que necesitan ser escuchadas.
¿Qué opinas cuando se abre el debate sobre que un actor hetero pueda interpretar o no un papel de homosexual?
La sexualidad es una parte de tu vida. Sí que creo que los personajes trans necesitan oportunidades, ya que durante largo tiempo han sido hombres vestidos de mujeres los que han hecho esos papeles, cuando hay muchas personas trans pueden hacerlos. En este caso, yo no me imagino ir a una prueba y que me pregunten por mi sexualidad y, al final, es solo una parte de mi vida, no el todo. Sería surrealista que te preguntasen eso. Sería una invasión a la intimidad increíble. No lo veo viable y no comparto la idea de que heteros no puedan interpretar a homosexuales. Yo todo siempre lo hago desde el respeto. He interpretado a dos personajes homosexuales, uno en Alguien tiene que morir y otro en una obra de teatro Straight, ambos diriges por Manolo Caro, y tenían siempre un matiz esperanzador; entendí su lucha e intento usar mi voz para tratar de darles un poquito más de fuerza y verdad .
¿Cómo has afrontado el 2020? ¿De qué manera crees que ha influido la pandemia a tu vida como actor?
Hay cosas que se han tenido que frenar. Hay incertidumbre sobre el camino que deben recorrer las producciones; todavía hay muchas restricciones y miedos, algunas de ellas se han visto frustradas. Aún así, creo que hemos ganado mucho, en general. Necesitábamos un buen reseteo, la vida estaba yendo muy deprisa. Nos habíamos alejado mucho de nuestras raíces y de nuestros seres queridos. Creo que debemos de pensar en lo positivo. Ha sido duro, pero después de la tormenta llega la calma y van a venir muchos proyectos nuevos.
¿Qué te depara el 2021?
La segunda temporada de Oscuro deseo ya está confirmada. Tengo dos proyectos aquí que justo empiezan en las mismas fechas y aún no han podido concretarse. También estoy desarrollando un guión y me gustaría volver a producir una película; ya lo hice en México con bastante éxito. ¡Me trajo muchas alegrías y aprendí tanto!